En Miraflores denuncian que los uniformados allanaron viviendas

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Foto: ANF

Cuentan que uniformados del FTC ingresaron a la comunidad en vehículos y a pie. Lanzaron gases lacrimógenos y empezaron a sacar a empujones a mujeres y niños.

 

Pobladores de la comunidad de Miraflores, próxima a Apolo, denunciaron ayer que los uniformados de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) allanaron sus viviendas y maltrataron a las mujeres durante el operativo previo a la  erradicación de coca el pasado sábado, del que resultaron cuatro muertos y 14 heridos.
El 19 de octubre, poco antes de que saliera el sol, los militares ingresaron en vehículos y a pie a través del serpenteante y malogrado camino que conduce a Miraflores, a unos 20 kilómetros del pueblo de Apolo, en la provincia Franz Tamayo. Según cuentan los lugareños, los uniformados se dividieron en varios grupos; mientras unos avanzaban por la vía principal, otros lo hacían por el monte.
En la parte central de la comunidad se encuentra la unidad educativa con sus paredes de adobe y sus dos únicas aulas. A un lado, una cancha de fútbol de césped, alrededor varias viviendas, con techos de calamina, de paja, muros de barro o piedra. 
Mientras las mujeres y los niños descansaban en sus casas escucharon el golpeteo de sus puertas, los uniformados ingresaron en las viviendas por la fuerza, lanzaron gases lacrimógenos y empezaron a sacarlos a empujones para formarlos contra los muros de la escuela. “Les hacían hacer ejercicio, cuclillas y así las tenían”, contó René Cuqui, profesor de la escuela.
“Estábamos durmiendo, escuchamos ruido abajo, reventaba el gas y en una casa nos hemos encerrado entre varias mujeres y niños. Policías, con diferentes armas, por la ventana el gas lo metieron, han pateado la puerta y han entrado a la casa, a los niñitos de sus manos los han sacado, los han botado”, recuerda una de las mujeres, Lía Sullka Llipachi. 
Entonces, según Lía, les ordenaron desvestirse, “bajar sus faldas, bajar sus interiores, nos decían. Nuestros esposos algunos estaban aquí y se los llevaban detenidos”. Al poco rato, algunos varones que se encontraban trabajando en un monte próximo, al escuchar el alboroto, descendieron a la cancha de la escuela para ver lo que sucedía. “Al ver a las mujeres y a los niños lo grave que lloraban ya no se podía aguantar, entonces hemos agarrado nuestras armas, ondas, machetes y palos para defendernos, pero se han escapado a una casa”, reveló el poblador Jorge Cubo.
Los efectivos empezaron a lanzar gases lacrimógenos y se replegaron a la construcción que indicó Cubo: una tienda de comestibles cuyo seguro de hierro, donde se sostenía un candado, fue destrozado. 
Aprovechando la situación, las mujeres y los niños se escaparon y llegaron más comunarios (unos 30 aproximadamente). Los militares se tumbaron al piso, se refugiaron detrás de los muros de la tienda y comenzaron a disparar. 
Los pobladores, que no tardaron en esconderse, no se animaron a emitir una afirmación certera sobre cómo se produjeron los heridos y los muertos. Sostienen que una posible explicación es que, en medio del caos que se desató, los miembros de la FTC habrían disparado contra sus mismos camaradas. “Algunos estaban vestidos de civil para que nosotros nos confundiéramos y nos agarraran, entonces entre ellos han comenzado a pelear”, recordó Cubo. 
No saben cómo explicar el hecho de que ninguno de ellos resultara con heridas graves, aunque un hombre delgado exhibió en su mejilla izquierda la huella de lo que él dice fue un perdigón que le pasó rozando, y en su pecho, también en el lado izquierdo, una costra alargada que le habría dejado un proyectil que pasó tocando levemente su piel.
Alrededor de la población se encuentran los sembradíos de coca. El representante de hacienda de la regional Miraflores, Isidoro Chungara, aseguró que no cuentan con grandes extensiones. “Cada cuatro meses por familia sacan máximo unas 200 libras, todo se va para el mercado de coca, en Villa Fátima (La Paz)”, dijo.

Producto del enfrentamiento, la tienda de comestibles quedó vacía, en el interior hay ropa sucia y apilada sobre dos camas con unas cuantas frazadas. Varios casquillos de proyectiles y cartuchos de gas lacrimógeno. En los sembradíos de una señora de pollera, las plantas de coca resecas están sobre el suelo, algunas se arrancaron de raíz y otras fueron cortadas a machetazos.

Denuncian detención de dos cocaleros en Yalihuara

Pobladores de Apolo denunciaron que efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) irrumpieron ayer en la comunidad de Yalihuara, a media hora de ese municipio, y detuvieron a dos cocaleros para llevarlos al cuartel militar de la región.
El dirigente Felipe Toro, de 60 años, y Simeón Enríquez fueron arrestados cerca de las 14:30. “Llegaron violentamente y se los llevaron al regimiento. Queremos que los liberen”, afirmó Zulma Toro,  hija de uno de los detenidos.
Un grupo de comunarios, dirigentes cocaleros, representantes de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) y del Centro de Indígenas de Pueblos Lecos de Apolo (CIPLA) brindaron una conferencia de prensa ayer en la población. Otro de los pobladores  aseveró que hay un grupo de personas que está involucrado en acciones ilegales con el fin de inmiscuir a los cocaleros.


Juntas vecinales de Apolo

Las juntas de vecinos de Apolo exigieron ayer a las autoridades nacionales realizar una investigación profunda sobre los hechos ocurridos la madrugada del sábado en la comunidad de Miraflores. A través de un comunicado señalan lo siguiente:
Primero, señalan que “nos encontramos totalmente indignados por el trato que se nos está tildando y humillando a todo el pueblo de Apolo de narcotraficantes, maleantes, criminales”.
Segundo -continúa-, “hacemos conocer en honor a la verdad que nuestra provincia primera sección Apolo, con 323 años de vida, tenemos conocimiento de que la hoja de coca es ancestral y tradicional y autoconsumo medicinal”.
Tercero -añade-, “hacemos conocer  que en nuestro pueblo hemos vivido en armonía y pacíficamente, por lo tanto pedimos al Gobierno  que retome la paz y la tranquilidad, que toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, por tanto pedimos una investigación profunda y municiosa por las aseveraciones vertidas”.

 

 

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