La UE prepara el deshielo a Cuba

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La Unión Europea se dispone a dar un vuelco a su relación con Cuba. Los Veintiocho están en la recta final de un proceso que permitirá superar el bloqueo institucional que afecta a la isla desde 1996 y negociar un acuerdo bilateral con el régimen de Raúl Castro. Tras años de debate, los diplomáticos europeos han pactado lo esencial: la idea de estrechar lazos con Cuba. Con esa base, los ministros de Exteriores prevén autorizar en este trimestre a la Comisión Europea para que abra el diálogo formal con las autoridades cubanas, según explican distintas fuentes diplomáticas y comunitarias. El objetivo es que Europa cuente con un nuevo marco de relación en 2015.

Cuba se ha convertido en una rareza en la política exterior de la UE. Se trata del único país latinoamericano con el que Bruselas no tiene entramado institucional -aunque sí colaboraciones concretas- y prácticamente el único del mundo regido por lo que Bruselas denomina posición común. Ese instrumento, ideado por el Gobierno de José María Aznar en 1996, cierra las puertas al diálogo si no se producen avances en la defensa de los derechos humanos y las libertades de la isla. “La posición común tampoco ha sido muy eficaz en este tiempo”, admiten dos fuentes diplomáticas.

El convencimiento de ese fracaso y las continuas muestras de cambio que se han producido en Cuba desde la llegada de Raúl Castro al poder, especialmente en los últimos meses, han animado a los países europeos a propiciar un cambio en las relaciones. Para ello, aspiran a negociar lo que denominan un acuerdo político y de cooperación que entierre las enemistades. Se trata de una fuerte señal política respecto a la nueva mirada que tienen sobre la isla.

“Es mejor abordar las diferencias que pueda haber con el régimen en un marco de acuerdo”, explican fuentes diplomáticas, que no obstante subrayan la importancia que seguirán otorgando al respeto a los derechos humanos. Los expertos consultados advierten del grado de politización que encierran estos términos y que contamina todo el proceso. Eso explica que aún no se haya logrado normalizar la situación con el régimen de Castro, a pesar de que España ya lo planteó en 2010, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La paradoja es que ese deshielo pueda lograrse finalmente bajo el mandato del Partido Popular.

Más allá de España, que siempre ha guiado la actitud europea hacia la isla, hay países con profundos recelos históricos a suavizar la posición común. Dentro de la antigua órbita soviética, Polonia y República Checa han sido los más persistentes, aunque las fuentes consultadas aseguran que la desconfianza está superada y los ministros se disponen a adoptar por unanimidad, ya el mes que viene, la decisión de negociar con Cuba. “La República Checa no tiene ninguna preocupación; todas las condiciones relativas a los derechos humanos estarán incluidas en el mandato negociador que se dará a la Comisión y por eso lo apoyamos”, explica un portavoz de la representación checa ante la UE.

La clave del consentimiento que han otorgado Praga y otras capitales reacias reside en la evaluación permanente de la situación de derechos humanos y libertades individuales que se realizará durante todo el proceso de diálogo con Castro.

Como adelanto de esa voluntad de los Veintiocho, el jefe de la diplomacia holandesa, Frans Timmermans, declaró, en una reciente visita oficial a la isla, que es el diálogo, y no el aislamiento, la mejor forma de avanzar. Por eso la UE “intenta estrechar lazos con Cuba”, aseguran fuentes oficiales holandesas.

Hace mucho tiempo que la Comisión Europea se siente incómoda con la llamada posición común. Porque este instrumento diplomático impide a las instituciones comunitarias cualquier tipo de diálogo bilateral. Pero al mismo tiempo los Estados lo transgreden en muchas ocasiones y firman acuerdos (o visitan la isla sin reunirse, por ejemplo, con la oposición y la Iglesia católica).

Así que Bruselas es la primera interesada en iniciar unas negociaciones que ya ha mantenido una fase exploratoria pero que necesitan el visto bueno de los Estados para arrancar. “Hemos observado cambios positivos en los últimos años, sobre todo en los últimos meses”, explican fuentes comunitarias. La UE, además, quedaría en una posición de clara desventaja si la eventual transición del régimen cubano hacia un modelo democrático se produce sin que Bruselas tenga un canal abierto para participar.

No obstante, a la vista de fracasos y retrasos anteriores, las fuentes consultadas insisten en que hasta que el pacto llegue, la posición común regirá la política exterior hacia Cuba. Hace más de un año que los ministros decidieron dar un empuje a este asunto, sin que aún se haya rubricado. Si no hay más retrasos, el respaldo definitivo llegará a principios de febrero, en el Consejo de Asuntos Exteriores.

Los datos económicos contribuyen a orientar el debate a favor de la cooperación. La UE es el primer inversor extranjero en Cuba y su segundo socio comercial (después de Venezuela), con casi 2.000 millones de euros en exportaciones europeas a la isla, según datos de la Embajada española en La Habana. Las importaciones cubanas pesan mucho menos (más de 700 millones anuales). El turismo también crea fuertes vínculos entre los dos territorios. Más de la mitad de quienes visitan cada año Cuba proceden del club comunitario.

Aparte de lo que cada país negocia por su lado, la UE dispone de un marco de cooperación, muy limitado. Cuba se beneficia del llamado sistema de preferencias generalizadas, que permite a los países en vías de desarrollo introducir en el mercado europeo algunos productos. Pero precisamente este año la isla dejará de ser beneficiaria por haber rebasado el nivel de renta exigido. También hay fondos europeos que financian proyectos de desarrollo, poco relevantes.

La dimensión del acuerdo tendrá que ser pactada con las autoridades cubanas, de entrada muy receptivas a abrir las puertas a Europa. Pero la prudencia se impone hasta el último momento, dados los giros de timón que el régimen cubano ha dado históricamente en su relación con la UE.