Maestros de truco y sonámbulos
La base de desarrollo de una sociedad en lo económico y en lo espiritual es la jerarquía de los valores. Las sociedades totalitarias rechazan todas las jerarquías, excepto la del poder. Las que viven bajo un régimen totalitario o autoritario nunca logran continuidad de calidad en la expresión cultural. Eso, porque aquellos que son los llamados a formar los valores culturales y espirituales por su capacidad y conocimiento, están marginados y puestos a las sombras de la jerarquía de poder. En tal circunstancia, se expande de gran manera la mediocridad y el mal gusto. Estas características están presentes en las sociedades donde las reglas defi ne la masa que tiene mal gusto, no llega a altos niveles de conocimiento metafísico y ontológico. La condición obligatoria para crear grandes obras es tener cualidades que la masa no posee. Entonces, en esta sociedad, sin duda ninguna, gobierna el hombre kitsch. Los teoréticos de itsch definen el hombre kitsch como hombre de mal gusto que imprime el sello de su mal gusto en todo lo que escucha, ve, lee y hace.
La palabra cultura tiene su base en la palabra culto, es decir, sagrado; quiere decir aquello que existe desde la creación de la conciencia humana, el espíritu de hombre. Por esto, la cultura de un pueblo comprende el “conocimiento sagrado”, que nos ennoblece y protege de las tentaciones históricas y crisis espirituales.
El vandalismo y la destrucción de los valores y las mentiras históricas creadas para preservar el poder, y el intento de construir nuevas formas megalómanas de vivir y de una sociedad falta de autocrítica; todo esto apoyado en las formas paranoicas de manejar la política nos lleva hacia dos puntos muy críticos: perder para siempre en esta locura aquello que fue lo más valioso en nuestro pasado y perder el paso hacia lo actual y lo real.
Es decir, vivimos en un estado de sonambulismo espiritual. Una sociedad debe y tiene que construir su futuro, basándose en las afirmaciones de los mejores y su espiritualidad, inteligencia, imaginación y sueños. Necesitamos a hombres libres, individuos que no están guiados por el deseo de poder y no caen en la tentación. Aquellos que a pesar de todo mantienen su dignidad y piden a otros ser libres, es decir ser humanos.
Quiero decir que hay poca gente interesante hoy en día. La mayoría esta imbuida en el caos mental, moral y económico. Me atrevo a decir que los culpables para esto son los políticos, seres humanos de tercera clase, que utilizando algún truco que no entendimos en el momento preciso y bajo el lema “democracia” tomaron el poder.
El mundo está invadido por los contenidos sin sentido, todo es diversión liviana al borde de lo obsceno. Parece que el único sentido es obtener mayor cantidad de dinero para después gastarlo. El sistema bancario gobierna el mundo. Leí la frase de un filósofo que dijo: “hoy en día la tarea y obligación sagrada y moral de cada humano consciente debería ser robar y engañar un banco”.
Me temo que hemos construido una sociedad de sonámbulos, obscenos, brujos y maestros de trucos. Recuerdo otra frase de un escritor croata que dice: “dentro la masa, está oliendo mal pero esta calientito.