Palabras a mi violador, por Jennifer Salinas

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La boxeadora boliviana Jennifer Salinas acaba de colgar este video en su cuenta oficial de Facebook.

Para conocer un poco más de este caso reproducimos el fragmento de la entrevista que concedió esta atleta al periódico El Deber titulada. Jennifer Salinas, un golpe que aún duele.

 

A la campeona mundial supergallo de boxeo todavía la persigue la sombra del abuso sexual en su infancia, reconoce que no es la esposa ideal y que su vida no es perfecta

A solo dos días de haber conseguido el título mundial del boxeo femenino de la categoría supergallo y todavía con las secuelas de los golpes que recibió en la pelea con Yolis Marrugo, Jennifer Salinas abrió las puertas de su corazón y habló de su victoria, de su faceta de compositora, de sus luchas, de su matrimonio y de los traumas de su niñez; esos que si bien provocaron un daño sicológico profundo, con el paso de los años la convirtieron en la mujer guerrera y fuerte que hoy es, un orgullo para todos los bolivianos.

Está disfrutando al máximo de su logro, pero es evidente que la sombra de la violación que sufrió en su infancia aún la persigue.

“El dolor está latente y no consigo borrar esas imágenes que vienen a mi mente. Le he pedido a Dios con todas mis fuerzas que me quite esos recuerdos tan dolorosos, pero se van momentáneamente y luego vuelven”, dice entre sollozos.

Se seca las lágrimas, respira hondo, esboza una sonrisa y afirma que no quiere que nada empañe este título que dedica a todos los bolivianos y, en especial, a los que confiaron en ella. 

El boxeo es su gran pasión, tanto así que desde sus 19 años, cuando se inició en este deporte, lo puso por encima de todo. Llegó a ‘aborrecer’ a su esposo, Ernesto Guevara, porque no la apoyaba en su deseo de pelear profesionalmente y esto casi les costó el divorcio. Luego lo entendió, puesto que ella reconoce que descuidó no solo su matrimonio por el pugilato, sino también a sus hijos, a los que trató de darles solo calidad de tiempo. Sin embargo, asegura que ahora ve los frutos de su sacrificio y se siente feliz. 

“Espero que un día mis hijos se sientan orgullosos de los logros de su madre y no me echen en cara que a veces no estuve ahí para ellos. Por eso trato de aprovechar el poco tiempo que tengo con ellos para darles lo mejor de mí”, remarca.

La mujer

¿Cómo es Jennifer Salinas?
Soy una persona de carácter fuerte, que siempre está a la defensiva. Soy inmadura y muy sincera. Trato de ayudar a las personas cuando me necesitan, pero pongo límites, por eso quizá no tengo muchas amistades. Soy desconfiada y corto drásticamente cuando veo que alguien se quiere aprovechar de mi bondad. Soy una luchadora que pelea por sus sueños, a pesar de los obstáculos.

¿Cómo es un día en tu vida?
Muy ajetreado. Me levanto antes de las 6:00 para mandar a los chicos al colegio. Después me voy al gimnasio, donde entreno hasta el mediodía. Almuerzo con la más pequeña y vuelvo a mi casa a organizar todo.

¿Cuál es tu pasatiempo?
Me gusta tocar piano y guitarra.

Hablanos sobre tu faceta de compositora
Antes de tener hijos componía canciones, tengo unas 12 letras inspiradas en situaciones que he vivido y en las personas que me rodean. Generalmente son tristes. Primero hacía las poesías y luego les ponía la música con el piano. 

¿Te veremos cantando?
No creo. Hay que tener pasión por el canto y yo no la tengo. Pero sí me gustaría que otras personas canten mis temas porque son letras que ayudarán porque son historias de la vida real. 

¿Sos una mujer sensual?
No soy sensual, quizá a veces puedo verme así, pero no es algo que yo busque. Coqueta sí, porque me encanta verme linda. 

¿Te has hecho alguna cirugía? 
Sí, en los senos, porque mis dos hijos mayores me dejaron ‘sequita’. Compartimos gastos a medias con mi esposo. Me los hice de un tamaño muy natural porque no buscaba llamar la atención, sino sentirme satisfecha con mi físico. Tenía un cuerpo muy fuerte, caderas anchas, cintura pequeña y mucha definición muscular, pero mis pechos eran pura piel. 

¿Te harías otras cirugías? 
Otra cirugía no, pero cuando comiencen las arruguitas, estoy segura de que recurriré al botox.
Naciste en Estados Unidos, pero te criaste en Santa Cruz…

Nací en Annandale, Virginia (Estados Unidos), el 30 de junio de 1982. A los tres años nos vinimos con mi familia. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 12 años. Fue la mejor decisión que tomaron, porque era un matrimonio inestable. Hubo mucho abuso sicológico y golpes.

No voy a decir que sufrí mucho, pero ese matrimonio no tenía salvación. Nos fuimos con mi madre a Virginia. Mi hermano Ricky se quedó con mi padre. Dos años después nos volvimos a reunir, trataron de hacer un intercambio, me trajeron acá y llevaron a mi hermano a Estados Unidos y yo terminé escapando de la casa y me fui a vivir al Parque Urbano porque no me llevaba bien con mi papá y quería irme con mi mamá.

La violación

¿Cómo fue tu niñez?
Hubo momentos de mucho dolor, pero también viví tiempos lindos. Sin embargo, veo fotos de lugares donde estuve con mi familia que no recuerdo. Me veo feliz, sonriendo o jugando con mis primos, pero esas imágenes no vienen a mi mente, se quedaron en el olvido, pero recuerdo todo lo malo.

¿Te referís al abuso sexual que sufriste?
Sí… Me dañó tanto que no puedo olvidarlo, pese a todos los esfuerzos que hago, está ahí. El abuso comenzó a mis cinco años y lo cometieron dos personas cercanas que trabajaban con mi familia. No hablé porque pensaba que mi mamá iba a estar defraudada porque sentía que se me estaba acabando el tesoro, que ella me decía que lo debía guardar hasta el matrimonio. Primero hubo mucho dolor. Después de un tiempo, me hice cueruda y aguantaba. Ella se enteró de todo cuando yo tenía 16 años, después que leyó mi diario.

¿Cuál es tu mensaje?
Primero es para los padres, para que hablen con sus hijos del buen toque y del mal toque, que siempre revisen, que conversen con sus niños. Hay que explicarles quién tiene acceso a tocarles sus partes íntimas. Mi papá nunca me habló nada de que no me deje tocar o que no me siente en la falda de un hombre, y mi mamá me hablaba de que tenía un tesoro que lo debía de cuidar. Desde muy chiquita me decía que yo tenía un regalo de Dios que era la virginidad, que debía guardarlo hasta el matrimonio para compartirlo con el esposo. Me hizo ver que si perdía ese tesoro estaba fregada y no valía nada. 

¿Y a las niñas que les decís?
Que no guarden silencio, que denuncien, que no se dejen, que griten, que pateen, que peleen y que se defiendan. 

Con tus hijos ¿cómo actuás?
Siempre les hablo del buen toque y del mal toque. Cuando cambio el pañal a mi niña más pequeña, la miro y si veo algo anormal, interrogo a la niñera y debe responderme al tiro. Cuando llevo a mis niñas al médico, no me gusta que las chequeen. No tenés idea el infierno que vivo cuando le sacan el pañal a la más pequeña porque no sé si el médico la está mirando con otra intención, porque si su mente es pervertida al ver ya está abusando. Eso siento hasta con las mujeres, porque hay algunas que también abusan de los varoncitos. Por eso tuve a luz a mis niñas en mi casa, porque ahí nadie las puede tocar ni les puede hacer daño. 

¿El abuso te volvió agresiva con otros varones?
Sí. Me desquitaba con quienes no debía. Vivía muy enojada, pero nunca confrontaba a los culpables y no les decía que no me hagan más daño. Cuando me animé a enfrentarlos y les dije que no vuelvan a tocarme porque de lo contrario los iba a denunciar con mi padre, nunca más lo hicieron. Vivo tan enojada conmigo misma porque digo por qué no hablé antes. Ahora hablo demasiado, cuando veo que la gente quiere verme la cara, exagero y hablo por demás, tengo una personalidad muy agresiva cuando veo que alguien quiere propasarse o abusar de mí.

¿Volcaste todo ese dolor que viviste de niña en el boxeo? 
Sí y no. En parte, porque todavía vivo con mucho dolor, sufro y aún tengo ganas de vengarme, por lo menos de uno de ellos, porque el otro murió. Acabo de ganar el título mundial de boxeo y uno de los que me hizo daño vive en Santa Cruz. Me pregunto, ¿qué pensará ahora cuando me ve peleando por mi vida?, porque uno puede morir con un mal golpe? ¿Qué dirá este hombre? ¿Pensará en el daño que me hizo? A este lo vi después de muchos años e intentó saludarme y le dije muchas cosas, pero no todo lo que se merecía. Todavía quiero que sea castigado por lo que me hizo y me gustaría que sufra de la misma manera que me hizo padecer a mí.

¿Tenés algún proyecto para ayudar a las niñas violadas?
Es mi mayor deseo. Tengo un proyecto, pero todavía no sé cómo lo voy a encarar. Sé que Dios tiene un plan grande a través del boxeo.