Ofensiva ucraniana en el este pro-ruso

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Mientras Moscú denunciaba a Ucrania por querer reprimir a los manifestantes, Kiev y sus aliados responsabilizaban al Kremlin de estar detrás de los reclamos separatistas. Los choques dejaron dos muertos en la ciudad de Slaviansk.

Ucrania lanzó una ofensiva militar en el este del país contra insurgentes prorrusos y Moscú respondió llamando a una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ver aparte). El gobierno de Kiev anunció una operación antiterrorista contra los activistas que ocupan sedes oficiales en varias ciudades ucranianas. Y acusó nuevamente al Kremlin por la agitación social. “Se ha vertido sangre en la guerra que Rusia libra contra Ucrania”, afirmó el presidente ucraniano interino, Oleksander Turchinov, en un discurso televisado. Como preámbulo, las fuerzas ucranianas se enfrentaron con activistas armados en la ciudad de Slaviansk, con un saldo de dos muertos, un oficial y un activista.

Grupos de hombres armados, en su mayoría vestidos con uniformes sin insignias, lanzaron anteayer una serie de ataques coordinados en varias ciudades ucranianas mayoritariamente de habla rusa. Mientras Moscú denunciaba a Ucrania por querer reprimir con el ejército -Kiev dio un plazo hasta las ocho de la mañana de hoy para que los activistas depongan sus armas-, entre los aliados de Kiev crecía el temor de que Rusia, que ha desplegado 40 mil hombres en la frontera, aproveche el momento de tensión para ganar terreno.

Es que los incidentes en el este del país recuerdan a los acontecimientos de Crimea en marzo, incorporada a Rusia tras la intervención de grupos de hombres armados sin identificar -militares rusos, según algunos observadores- y un referéndum controvertido. “No dejaremos que se repita el guión de Crimea”, advirtió así Turchinov. El parecido en la forma de operar fue denunciado ayer por el jefe de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, y la embajadora estadounidense en la ONU, Samantha Powers, quien amenazó a Rusia con nuevas sanciones. Francia también se pronunció a favor de nuevos castigos en caso de una escalada militar. El canciller de Barack Obama, John Kerry, llamó por teléfono a su par ruso, Sergei Lavrov, para expresarle la “fuerte preocupación” de Estados Unidos y advertirle sobre las eventuales sanciones.

La contraofensiva ucraniana estaba principalmente dirigida contra Slaviansk, una ciudad donde el sábado grupos armados pro-rusos se apoderaron de edificios de la policía y de los servicios de seguridad, según Arsen Avakov, ministro del Interior. Avakov anunció en su página Facebook un muerto y cinco heridos entre las fuerzas gubernamentales y un número indeterminado de víctimas entre los separatistas. La agencia Reuters y la cadena Al Jazeera informaron de un muerto entre los activistas. La administración regional elevó el balance de heridos a nueve. Sin embargo, fotógrafos de la AFP apostados en Slaviansk no observaron combates en la ciudad, de 100.000 habitantes, sobrevolada a baja altura por helicópteros militares. Separatistas armados tomaron el control de un puente en la entrada de la ciudad. Elena, una habitante de Slaviansk de 47 años, describió una situación en la que, dijo, la gente espera a que empiece la guerra.

Otro grupo de insurgentes se apoderó de una comisaría y del ayuntamiento de Kramatosk, una urbe vecina, según las autoridades regionales. Ayer se celebraron también manifestaciones pro-rusas y otras a favor de la unidad de Ucrania en diferentes ciudades del este, según las autoridades regionales. En Mariupol, en el mar de Arzov, los manifestantes tomaron -sin enfrentar resistencia- la sede de la administración e izaron la bandera de la república de Donetsk.

En Jarkov, gran ciudad del este en la que se registraron disturbios pro-rusos, enfrentamientos entre manifestantes de ambos bandos dejaron cincuenta heridos. Tras una primera serie de insurrecciones, grupos de activistas pro-rusos proclamaron a principios de abril la independencia de Donetsk, una de las principales ciudades del este del país. Sin embargo, estos manifestantes controlan únicamente dos edificios oficiales de la ciudad. Los activistas pro-rusos exigen la celebración de referendos sobre una federalización de Ucrania o sobre la anexión de estas regiones a la vecina Rusia. Kiev se niega y no acepta más que una descentralización. Moscú no reconoce al gobierno interino ucraniano pro-europeo, que llegó al poder tras la destitución a fines de febrero del presidente pro-ruso Viktor Yanukovich.

Rusia niega estar detrás de las tensiones en el este de Ucrania y su ministro Lavrov repitió el sábado que su país no tiene intención de anexar las regiones orientales de su vecino. En cambio, el Kremlin acusa a Occidente de mostrarse pasivo ante la amenaza de reprimir del gobierno ucraniano. “Actualmente, la posibilidad de evitar una guerra civil en Ucrania depende de Occidente”, afirmó ayer Alexandre Lukashevish, vocero del Ministerio ruso de Exteriores.

A todo esto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, muy preocupado ante los crecientes riesgos de enfrentamientos violentos, pidió a todas las partes ejercer la máxima contención y dialogar para disminuir la tensión. El jueves se reunirán en Ginebra representantes de Rusia, Ucrania, Estados Unidos y de la Unión Europea para hablar de esta crisis, la peor entre el Este y el Oeste desde la Guerra Fría. Moscú pidió además que los pro-rusos ucranianos estén representados en las discusiones para que expongan sus intereses legítimos.