El ex embajador de Israel en Francia Elie Barnavi, historiador, profesor de la Universidad de Tel Aviv y miembro del movimiento Paz Ahora, pasó la noche ante el sagrario de la paz. “Hay dos clases de personas”, dijo, “las que ven al hombre detrás del enemigo y las que ven detrás del enemigo, al hombre”.
Centinela: “Hay una niña caminando en la explanada”.
Centro de Operaciones: “¿Estamos hablando de una niña de diez años?”
Centinela de la torre: “Una niña de unos diez años está detrás del terraplén”.
Centinela de la torre: “Creo que le dieron desde uno de los puestos”.
Capitán R: “Yo y el otro soldado… nos vamos un poco más cerca, hacia adelante, para confirmar la muerte y recibir un informe de situación. Disparamos y la matamos… Cambio”.
Comandante: “Este es el comandante. Todo lo que se mueve en la zona, aun si es un niño de tres años, debe morir. Cambio”.
The Guardian de Londres del jueves 31 de julio publica esta grabación del diálogo entre centinelas y oficiales que dispararon sobre una niña de trece años en el campo de refugiados de Rafah, Gaza.
Testigos describieron cómo el capitán disparó a la niña Iman dos veces en la cabeza, se alejó, se volvió y disparó un chorro de balas en su cuerpo. Los médicos del hospital de Rafah dijeron que tenía diecisiete disparos.
La explicación del ejército israelí es que ellos no sabían que se trataba de una niña.
Cerca de tres mil trescientas personas se apelmazaron en la Escuela Elemental para niñas de Jabaliya bajo la garantía de las Naciones Unidas desde que los israelíes advirtieron a la población que debían dejar sus casas. La primera aula cerca de la entrada de la escuela fue convertida en el hogar de cuarenta personas, la mayor parte mujeres y niños.
En la escuela, la primera bomba cayó después de la primera llamada a la oración, cuando los niños ya estaban despiertos, hacinados en aulas que usan como habitaciones y refugio.
Cuando la bomba atravesó la pared produciendo una ducha de metralla y la sangre salpicó las paredes y los pisos, Amna Zantit, de treinta y un años, se apresuró a recoger sus tres bebés aterrorizados y arrastrarlos a la seguridad relativa del patio. Minutos después, una segunda bomba atravesó el techo matando a quince personas e hiriendo a cien, la mayor parte mujeres y niños.
Las mujeres y niños estaban bajo la protección de las Naciones Unidas. Fue un ataque deliberado a las Naciones Unidas. Se está matando a los trabajadores humanitarios que auxilian a los refugiados.
Tres semanas, mil trescientos muertos, ciento setenta mil desplazados. El mundo ha caído en desgracia, dice The Guardian del 31 de julio.
Los funcionarios de las Naciones Unidas han descrito la muerte de niños que duermen como una desgracia mundial.
Mientras sonaban bombas en la escuela, en la misma noche, Udi Segall dormía en la cárcel en Haifa. Así lo decidió el comandante del centro de reclutamiento del ejército que impuso la sanción contra el joven de diecinueve años, un objetor de conciencia. Docenas de jóvenes llegaron a apoyar a Udi, agitando pancartas contra la guerra.
Apenas salen de la escuela secundaria, los jóvenes israelíes tienen que pasar por un largo servicio militar, por lo menos tres años para los varones, veintidós meses las niñas. Aya, diecisiete años, cuenta cómo, a lo largo de su infancia, ha estado condicionado por la escuela, a la idea de servir en el ejército. Desde el jardín de infantes, se inculca el amor por el ejército, institución sagrada.
El populoso y céntrico mercado de Shejaiyah fue atacado en la tarde anterior causando al menos diecisiete muertes, incluyendo al reportero gráfico palestino Rami Rayan, e hiriendo a doscientas personas.
El asesinato de los niños sucedió después que fue atacada otra escuela de las Naciones Unidas en Beit Hanoun, donde había familias que esperaban ser evacuadas.
Liberation de París informa que diez mil personas se reunieron el sábado en Tel Aviv, acudiendo al llamado del partido comunista Hadash, las familias de las víctimas y Fighters paz, defensores de una solución a través de un Estado binacional de israelíes y palestinos.
El ex embajador de Israel en Francia Elie Barnavi, historiador, profesor de la Universidad de Tel Aviv y miembro del movimiento Paz Ahora, pasó la noche ante el sagrario de la paz. “Hay dos clases de personas”, dijo, “las que ven al hombre detrás del enemigo y las que ven detrás del enemigo, al hombre”.