Un silencio crítico de la reciente historia boliviana

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Un documental muestra el tránsito del país del altiplano con Evo en el poder

Cajas de cartón que reciben la democracia por una ranura. Niños abrazados a sus madres por telas de colores vibrantes reflejadas en calles de agua y tierra. Trenzas, sombreros, toldos veteados de lluvia y pesas que rozan los cuerpos frescos de animales abiertos en canal. En medio de Villa Tunari, en la provincia de Chapare -donde Evo Morales inició su carrera política y donde vuelve para votar- y bajo un cielo azul grisáceo empieza Un minuto de silencio, un documental sobre la historia reciente del país del Altiplano dirigido por el italiano Fernandino Vicentini. De fondo, el discurso de la investidura de Morales como presidente en 2006.

“Para recordar a nuestros antepasados pido un minuto de silencio; para recordar a Manco Inca, Tupaj Katari, Tupac Amaru, Bartolina Sisa, Zárate Villca, Atihuarqui Tumpa, Andrés Ibáñez, Che Guevara, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Luis Espinal. Para todos ellos pido un minuto de silencio. Estamos acá para cambiar nuestra historia, este movimiento indígena originario no es concesión de nadie, nadie nos ha regalado esta conciencia de mi pueblo, de nuestro pueblo. Hemos sido sometidos, ahora estamos por buscar cómo resolver ese problema histórico, no con venganzas, no somos rencorosos, y quiero decir sobre todo a los hermanos indígenas de América concentrada aquí en Bolivia, que la campaña de 500 años de resistencia indígena negra popular no ha sido en vano. Estamos acá para decir ‘basta de resistencia’. De la resistencia de 500 años a la toma del poder para 500 años”.

El realizador voló hasta Bolivia seis veces entre junio de 2008 y diciembre de 2011. La transformación que vivió no era lo que esperaba, “pero sí lo que tenía que contar”. Para Vicentini, la ilusión inicial dio paso al camino hacia lo que el director considera “una dictadura moderna: “Hacer cualquier cosa para seguir en el poder”. Pero en el origen, la esperanza era el foco, y el documental -de 95 minutos y en el que participan desde el vicepresidente, Álvaro García Linera, hasta miembros de la Administración Bush, sociólogos, historiadores y periodistas- lo refleja: una marea de gente que, en medio de pancartas de tela -Evo Presidente. Por una Bolivia unida- y humo de hogueras en las lindes del camino, enfilan a decidir qué quieren. Entre la multitud palpitante, llega Evo Morales. Decenas de ojos asoman tras las vallas, expectantes, las manos enganchadas a los rombos de alambre.

“En ese momento, todos sentían el nuevo clima de cambio, de justicia y transparencia e inclusión social”, arguye el director, quien decidió, a partir de ahí, contar la historia reciente de Bolivia a través de las propias voces de esa historia. En un recorrido cronológico desde la década de los 90 hasta el presente se explica el poder familiar ancestral en Bolivia; el estigma criminal de la coca en un país donde las zonas rurales no podrían subsistir sin ella; el cambio paulatino de la sociedad mientras Gonzalo Sánchez de Lozada (presidente entre 1993 y 1997) miraba hacia otra parte; la ruptura de la realidad del pueblo con los poderes fácticos; las privatizaciones; la ceguera ante la mayoría indígena; la guerra del gas.

Y la llegada de Evo Morales con el 54% de los votos. El porcentaje, hasta entonces, más alto de la historia de la democracia de Bolivia. El documental sostiene que con Morales en el Gobierno se ha producido una transformación en las esferas de poder que controlan el país: de un grupo industrial y bancario a una minoría cocalera, concentrada en el Chapare -la región de donde más kilos de coca hacia el mercado negro-, y que fue la que llevó al dirigente al Palacio Quemado.

Ese gran problema engarza con otros muchos a lo largo de todo el país, como el de la carretera de TIPNIS (Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure), el “primer desprendimiento de la máscara que cubría a Evo Morales”. Empiezan las marchas, las protestas, los pequeños éxodos dentro del país. Y la represión. Aquellos que lo alzaron al sillón presidencial, son los mismos que caminan descalzos durante kilómetros para pedir su cese. Esa parte de la historia es la que el director ve como la más importante: “Yo tenía que mostrar las contradicciones del poder, la ilusión inicial de una gran mayoría de la población por Evo Morales y sus contradicciones después, los mismos errores que se repiten una y otra vez”.

 

Fallido estreno en España

El documental Un minuto de silencio estaba previsto para su estreno el pasado martes 25 en España, en Casa América. Al director del documental, la institución le comunicó una semana antes del estreno que este se cancelaría, “ante la imposibilidad de que en el debate posterior a la proyección no estuviese presente algún miembro de la Embajada de Bolivia, como suele ser habitual”.

El pasado martes, Almendras se había comprometido a asistir a la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) a un acto con representantes del resto de embajadas de los países del ALBA en España. Tanto desde la Embajada de Bolivia como de Casa América recalcan que no tienen inconveniente en celebrar la proyección en otro momento.

Sin embargo, el director, Fernandino Vicentini asegura que el mismo jefe de programación de la institución madrileña le telefoneó para comunicarle que la Embajada de Bolivia en Madrid no había querido que la película fuera proyectada: “Espero que pueda ser en otro momento. El documental está lleno de testimonios y voces de todas las partes políticas. No critica la realidad, sino que la muestra, ella habla por sí sola”.