Una molécula borra el daño cerebral de una borrachera

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Los humanos llevamos bebiendo alcohol desde hace milenios, pero aún ignoramos todos los efectos que tienen las copas de más. Por ejemplo, ¿cuánto daño hace en el cerebro una noche de consumo rápido y desenfrenado? Una investigación dirigida por científicos españoles acaba de arrojar nuevos datos sobre lo que puede estar pasando en nuestro encéfalo en las noches de fiesta. Además, desvela un prometedor antídoto contra los daños neuronales del alcohol e incluso la resaca, aseguran.

La historia se remonta a principios de la década pasada, cuando se descubrió la oleoiletanolamida (OEA), un compuesto del chocolate negro. La molécula potencia la sensación de saciedad. Posteriormente se descubrió que el propio intestino también segrega OEA. Por esto desde hace años se investiga con ella para controlar el apetito y algunas adicciones, incluido el alcoholismo. Ahora, una nueva investigación dirigida por Laura Orío, de la Universidad Complutense de Madrid, desvela que la OEA también tiene un interesante efecto neuroprotector.

En una noche de borrachera los niveles de alcohol en sangre aumentan de forma drástica en un corto periodo de tiempo. Orío ha reproducido esto mismo en ratas, aplicándoles el equivalente al consumo de cinco unidades estándar de alcohol en unas pocas horas. “De una forma aproximada, esto sería el equivalente a beberse unas cinco copas en tres horas, el tipo de consumo que se hace en una noche de botellón, por ejemplo”, explica la investigadora. Su estudio aclara que, poco después de comenzar la ingesta de alcohol, el sistema inmune se dispara y comienza un rápido efecto inflamatorio en el cerebro. Esto a su vez provoca daños en las neuronas e incluso su muerte. Y esas neuronas dañadas siguen enviando señales que agravan los procesos inflamatorios. Lo que ahora ha demostrado Orío es que aquel compuesto hallado en el chocolate negro protege contra esa inflamación y daño del alcohol. Cuando a las ratas se les da alcohol mezclado con oleoiletanolamida los daños cerebrales y la inflamación se reducen. Orío ya había recibido el Premio Joven Investigador de Sociedad Internacional de Investigación sobre drogas por el descubrimiento de las propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras de la OEA . A largo plazo, dice, esta molécula puede convertirse en una prometedora “pastilla” contra los efectos perniciosos del alcohol y, posiblemente, de la resaca.

Adicciones

“Lo que veíamos en las ratas con niveles de alcohol es que se comportaban como si estuvieran enfermas, con decaimiento general”, detalla Orío. “En este trabajo también hemos observado que la molécula mejoraba un poco su estado general”, añade. Estos estudios están en proceso de aceptación para su publicación en la revistaAddiction Biology, explica la investigadora. El trabajo también se va a presentar en el Congreso de la Sociedad Internacional de Investigación del Abuso de Drogas, que se celebra en Sidney, Australia, a partir del 18 de agosto. Orío también ha realizado estudios preliminares con unos 50 estudiantes de la UCM para comprobar si el mismo mecanismo se da en humanos.

El objetivo final de esta línea de investigación sería buscar nuevos tratamientos contra el alcoholismo, advierte Orío, pero si se llega a producir un fármaco basado en la OEA, evidentemente también podría proteger ante los excesos puntuales del alcohol.

Fernando Rodríguez de Fonseca, coordinador de la Red de Trastornos Adictivos del Instituto Carlos III, resalta la importancia de esta investigación. Este experto estuvo involucrado en las primeras investigaciones tras el descubrimiento de la OEA y actualmente explora su potencial como tratamiento para aliviar el alcoholismo. En cierta forma, dice, gran parte de la investigación en este campo adolece de un “neurocentrismo”, es decir, se ha centrado solo en los mecanismos con los que el cerebro controla el resto del cuerpo. Aquí se da el caso opuesto, pues es el intestino el que, justo tras el comienzo del consumo de alcohol, segrega una sustancia que invita al cerebro a parar el consumo y a intentar ignorar su efecto placentero. “Lo que hemos visto es que lo que pasa en la rata es lo mismo que pasa en el humano”, explica Rodríguez de Fonseca. “La OEA es un factor natural del cuerpo para protegernos”, detalla. Posiblemente en los alcohólicos queda “desactivada” y un tratamiento adicional con ella podría funcionar. “Se trata además de un compuesto inocuo”, resalta Rodríguez, que trabaja en el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga y que ha trabajado con Orío en este mismo campo. “Evidentemente”, dice, “se podría conseguir con esto una píldora contra la resaca”.

 

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