Era 22 de enero, alrededor de las 15:00. Evo Morales juraba como presidente de la República de Bolivia y sus ojos se llenaban de lágrimas.
Llevaba un traje andino que rompía con el tradicional saco y corbata de este tipo de actos. Mientras ese instante de emoción era transmitido a los bolivianos, sonaba un pututu (instrumento tradicional aimara). Así se estaba abriendo un capítulo de la historia que ya dura una década y que mantiene a un mandatario con alto porcentaje de aprobación y con cuatro años de Gobierno por delante.
El viernes 22, Morales cumplirá 10 años en el sillón presidencial y en este tiempo se han producido transformaciones de fondo en Bolivia: la inclusión social es la que más destaca desde la óptica de los politólogos Gustavo Pedraza y María Teresa Zegada.
El Gobierno de Evo Morales nació con una agenda ya definida, gestada desde fines del siglo pasado y consolidada en el periodo comprendido entre 2003 y 2006. El primer mandato fue la Asamblea Constituyente, que comenzó en el mismo 2006 y parió una Constitución Política del Estado que refundó el país.
En esta Carta Magna se consolida un Estado Plurinacional, que reconoce a todos, que iguala a los campesinos e indígenas con los mestizos y blancos, es más, que les da más privilegios a estos sectores que habían sido excluidos. El reconocimiento de los pueblos originarios era pues el estandarte de un presidente que se califica a sí mismo como el primer indígena que llega al poder en Bolivia.
Mientras el nuevo Estado se iba gestando en Sucre, el primer día de mayo de 2006, las instalaciones de YPFB y de las empresas petroleras que operaban en Bolivia, fueron cercadas por militares en un acto mediático de nacionalización. Cambiaban las reglas y Morales ponía en práctica su frase: “Queremos socios, no patrones”.
Esta determinación marcó el rumbo del segundo logro que los analistas consideran trascendente: la obtención de mayores ingresos para el país, sumada a la redistribución más equitativa de los recursos del Estado.
A ello, el economista Armando Méndez añade que durante esta década el Estado ha recuperado la toma de decisiones en materia económica, determinando que todos los actores se sometan a las decisiones del Gobierno.
La nacionalización abrió el camino de los bonos que se entregan a diferentes sectores de la población, lo cual fue calificado como un factor positivo para Pedraza, Zegada, Méndez y para el experto en salud pública y políticas sociales Guillermo Cuentas.
Méndez destaca como favorable el crecimiento económico sostenido de la economía nacional en un promedio de 5% y la reducción de la pobreza, aunque Zegada observa que este último logro sea demasiado dependiente de los precios internacionales de las materias primas que el país exporta.
No todo lo que brilla es oro
Pero en una década pasan muchas cosas y hay algunas que marcan y quedan en la memoria ciudadana, precisamente son las sombras que los analistas consultados observan en este tiempo.
La principal está referida al fracaso de reforma judicial. La nueva Constitución marcó el camino a la elección de magistrados por voto popular y directo (algo insólito en el mundo).
A pesar de las observaciones, el presidente y su Gobierno defendieron el proceso y consolidaron a pesar de que el voto nulo obtuvo mayoría en esos comicios de 2011. Hace un año, Evo Morales confesó que fue un error que hasta ahora no puede corregirse.
Al respecto Zegada y Pedraza consideran que una de las sombras de esta década es el golpe a la institucionalidad democrática; es decir a la concentración del poder en el presidente y el vicepresidente del Estado. A ello, la politóloga cochabambina añade que no se destaca el Gobierno por tener un respeto por las normas establecidas.
Para Pedraza, este hecho da lugar a la inexistencia de una burocracia técnica que priorice la gestión y abre las puertas a la corrupción.
La corrupción
El problema de los malos manejos acompañó al Gobierno en estos 10 años. El primer caso involucró al mismísimo presidente de YPFB, Santos Ramírez (preso en el penal de San Pedro), pero también se presentó cuando se destapó una red de extorsión que fue internacionalmente conocida, cuya víctima fue el empresario estadounidense Jacob Ostreicher. En ese caso, cayeron abogados del Ministerio de Gobierno y miembros del Ministerio Público, así como del Poder Judicial.
El último caso que complica al Gobierno ha sido el del Fondo Indígena, donde hay decenas de proyectos que recibieron financiamiento del Estado y que no fueron concluidos. Hay más de 20 dirigentes investigados y se ha involucrado a los más altos representantes de las organizaciones sociales afines al MAS.
Los indígenas
Otro capítulo amargo para el Gobierno tuvo que ver con la ruptura con pueblos indígenas de tierras bajas. Gustavo Pedraza remarca que las organizaciones de los pueblos originarios están en su peor momento, a pesar del discurso del ‘presidente indígena’.
Ese quiebre tuvo su referente en la Octava marcha Indígena, cuando policías reprimieron brutalmente a mujeres, niños y hombres que avanzaban a La Paz rechazando la construcción de la carretera por el Tipnis.
Esa intervención, cuya responsabilidad aún es confusa, bajó el nivel de aprobación del Gobierno a su peor momento con un 37%. Tuvo que caer un ministro de Gobierno (Sacha Llorenti para aplacar el cuestionamiento ciudadano). En 2015 volvería a producirse otra represión policial, esta vez en Tacovo Mora, cuando los guaraníes rechazaban el ingreso de maquinaria a un área protegida, después de que el Gobierno aprobara un decreto para que se explore y explote hidrocarburos en territorios indígenas.
Falta de coherencia
Los analistas ven diferencias sustanciales entre el primer Gobierno de Evo Morales y esta última etapa. Zegada considera que, a lo largo del tiempo, el Gobierno se ha ido acomodando en el modelo neoliberal, a través de un acercamiento al sector privado (que antes criticaba) y marcando una distancia con los sectores indígenas. Pedraza observa que hay falta de coherencia entre el discurso ambiental e indígena con relación a las acciones concretas.
El economista Armando Méndez cree que una de las tareas pendientes es generar un ambiente favorable para la inversión privada, a fin de captar inversiones.
En materia económica, si bien se mantienen cifras macroeconómicas favorables, creen que los diez años de buenos ingresos no fueron invertidos en diversificar la matriz productiva, por lo que el país se mantiene vulnerable y dependiente de los precios internacionales de las materias primas.
La sonrisa del mundo
Cuando Evo Morales fue elegido, vistió una chompa roja a rayas durante una gira internacional por el mundo. Los gobernantes más poderosos le abrieron las puertas y ese fue un buen augurio para lo que sería la década posterior.
Gustavo Pedraza destaca el posicionamiento internacional del presidente y del país. Bolivia ha sido sede de varios eventos internacionales, Morales ha puesto en la agenda mundial varios temas, el más importante es el de la demanda marítima boliviana. En 2013 se atrevió a demandar a Chile ante el Tribunal de Justicia Internacional que, meses después, se declaró competente para analizar el caso.
Frente a estas luces y sombras de Morales y su Gobierno, la oposición no ha logrado convertirse en una alternativa y María Teresa Zegada cree que esa puede ser una de las razones por las cuales Morales aún tiene una alta aprobación