¿Por qué aumentaría el desempleo si este año crece la economía en AL?
La economía de América Latina crecerá en 2017 tras dos años de caídas. Pero no lo suficiente para evitar la destrucción de puestos de trabajo.
La región se verá beneficiada por la recuperación a nivel global, que ha dinamizado el comercio.
Además, las materias primas que suele exportar, como los minerales, se han encarecido; por lo que también se espera que los ingresos por las exportaciones sean mayores.
De hecho, estas ya empezaron a crecer en el primer trimestre del año: un 17%, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Algo que no pasaba desde hacía cuatro años.
Todo esto hará que el PIB de la zona suba un 1,1% en comparación con 2016, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Pero la Cepal también calcula que 23 millones latinoamericanos buscarán trabajo en las ciudades y no podrán encontrarlo.
De hecho, la tasa de desocupación urbana aumentará del 8,9% al 9,4% este año.
No sólo se trata de una cifra alta para Latinoamérica, sino que también sería el tercer ejercicio consecutivo de pérdidas de empleo.
Si la economía va a mejorar, ¿por qué va a empeorar el paro?
Un crecimiento débil
El principal motivo es que, si bien va a haber crecimiento, este va a ser muy débil.
Y, en esta parte del mundo, la mejora de la economía no hace mucha mella en la disminución de desempleados.
Incluso en los años en que el PIB registraba aumentos por encima del 4%, la región apenas fue capaz de reducirlos.
Por ejemplo, en 2011, la economía creció un 6,2%, la cifra más alta de los últimos años. Pero la tasa de desocupación sólo logró restar 0,7 décimas.
Gran parte de la explicación se encuentra en la informalidad, como aseguró a BBC Mundo el responsable de estudios del empleo de la División de Desarrollo Económico de la Cepal, Jürgen Weller.
“En América Latina, muy pocos países cuentan con un seguro de desempleo y, los que lo tienen, ofrecen una cobertura limitada. Así que quienes pierden su trabajo están obligados a autogenerarse uno“.
El ‘recurseo’ o ‘rebusque’
Para la región sería insostenible aguantar niveles de paro como los de España, que ya suma una década registrando una tasa de desocupación de dos dígitos que en 2013 llegó a situarse en un 26,09%.
Este indicador muestra cuánta gente busca empleo sin éxito.
Pero en Latinoamérica, cuando no hay trabajo, la gente se lo inventa.
Ya sea saliendo a vender sándwiches a la puerta de un colegio o haciendo recados a los vecinos, es una actividad tan común que en muchos países tiene nombre propio.
En Perú, por ejemplo, la llaman recurseo y, en Colombia, rebusque.
A ellos se suman otros dos tipos de trabajadores: los asalariados a los que sus compañías se niegan a hacerles un contrato y los que están empleados por empresas que no han sido legalmente constituidas.
Todos juntos conforman el sector informal, que en algunos países se ha convertido en la norma.
La informalidad afecta a millones
Se trata de una lacra muy arraigada en el subcontinente.
134 millones de latinoamericanos tienen un empleo informal, según los últimos datos disponibles (2015) de la Organización Internacional del Trabajo.
Es decir, casi la mitad de la fuerza laboral de toda región
Honduras es el Estado más afectado: 9 de cada 10 ocupados trabajan en condiciones ilegales, según el informe de Perspectivas Económica para América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que da datos de 2014.
Así es como mucha gente que no ocupa un puesto de trabajo formal sino uno precario y sin protección legal queda excluida de la lista de desempleados.
Origen de la desigualdad
Cuando la economía va bien, en vez reducir el número de parados, lo primero que genera es la vuelta de los trabajadores informales al mercado laboral en regla.
Las empresas que cumplen con la legislación laboral comienzan a demandar mano de obra, por lo que muchos ya pueden dejar de recurrir al recurseo o rebusque.
La falta de una economía formal es uno de los mayores problemas del mercado laboral latinoamericano y sus consecuencias van más allá de carecer de garantías ante la ley, como recordó la especialista de la OCDE Paula Cerutti .
“Es uno de los principales determinantes de la desigualdad de ingresos que caracteriza a la región”, afirmó a BBC Mundo.
Además de estar desprotegidos y poder ser despedidos de manera arbitraria y en cualquier momento, estos trabajadores perciben menores salarios.
“En Argentina, durante 2016, un trabajador formal gozó de una prima salarial de 3.880 ARS mensuales (unos US$260 en ese momento), lo que representa un 35% más que un trabajador informal con iguales características”, detalló Cerutti.
El problema se agrava entre los jóvenes. Un año después de haber salido del colegio, menos del 20% consigue un empleo formal, según la experta.
Además, 1 de cada 5 se encuentra en el paro.
“Varios estudios dicen que la primera inserción al mercado laboral puede generar marcas en la vida profesional de una persona”, aseguró.
Por eso los ninis, aquellos jóvenes que no estudian ni trabajan y que representan el 20% en Latinoamérica, preocupan tanto a entidades como la OCDE.
“La incidencia de ninis dentro de los sectores más vulnerables de la población es más alta, lo que no ayuda a romper la transmisión intergeneracional de la pobreza“, observó.
Brasil lidera el deterioro
“Durante los años de crecimiento hubo una generación de empleo asalariado formal bastante dinámica, sobre todo porque muchos países implementaron programas de formalización”, aseguró a BBC Mundo Weller, el experto de la Cepal.
“Lamentablemente, esta tendencia positiva se interrumpió durante los periodos en los que el PIB aumentó poco o se contrajo”, afirmó.
El desempleo subió el año pasado en 1,6 puntos porcentuales, el mayor salto de las últimas dos décadas.
La situación fue generalizada en la región: la mitad de los 20 países de los que la Cepal tiene datos redujeron su tasa de ocupación y en 11 se incrementó la del paro.
Pero hubo una nación que más pesó a la hora de inclinar la balanza hacia el lado negativo: Brasil.
El gigante sudamericano vive un mal momento. Su tasa de desempleo urbano escaló el año pasado del 9,3% al 13%, la más alta de los países latinoamericanos.
Y muchos de los puestos de trabajo que aún se conservan han perdido calidad.
El sector privado brasileño destruyó 1.225 millones de puestos de trabajo formal a la vez que integraba 461.000 informales.
“Es de suponer que esta expansión se debe solo en parte a la creación de nuevos empleos y en buena medida a la precarización de empleos preexistentes”, concluye el Estudio Económico de América Latina y El Caribe de la Cepal.
Las economía del país lleva dos años contrayéndose a un ritmo promedio del 3,7%, lastrada por los escándalos de corrupción, que han dañado las industrias y provocado una caída de las inversiones y el consumo.
Aunque Weller espera que el país pueda salir del bache en 2018.
“La tasa de desempleo está empezando a estabilizarse. Todavía aumenta, pero cuando la comparas con el mismo periodo del año pasado ves que este incremento se está reduciendo”, explicó.
¿Cómo se soluciona esto?
Si se quiere atajar la informalidad, se hace necesario entender su origen.
Para Cerutti, uno de los mayores problemas es la deficiencia de formalización en la economía, que evita que haya un registro exhaustivo de todos los negocios que hay en un país.
Muchas personas y organizaciones son capaces de operar y facturar con normalidad sin ni siquiera haberse dado de alta como autoempleados o empresas.
La especialista de la OCDE señaló otros tres fallos.
El segundo explica el anterior: la debilidad del Estado en la región, que se muestra incapaz de regular y ejercer un control sobre sus regulaciones.
La escasa productividad también influye: “Si es baja en ciertos sectores de la economía, no se generan alicientes para formalizar el trabajo”.
Por último, están los incentivos fiscales: “En algunos países, hay cargas altas sobre los salarios y donde no, los sueldos bajos sí sienten que estas son un poco elevadas para su nivel de ingresos”.
Para solucionarlo, propuso plantearse la diversificación de la economía como un motor de empleo.
“Muchos de los países de América Latina todavía basan su economía en 2 ó 3 actividades, lo que te hace muy vulnerable. Si una de ellas cae en recesión, puede arrastrar toda la economía consigo”, concluye Cerutti.