Los diez libros de no ficción del año

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Foto: Seix Barral

En los últimos años, el ensayo, la crónica, la novela documental y la literatura del yo han ocupado espacios tradicionalmente propios de la novela y el cuento. Si en la lista de 2016, que no diferenciaba entre ficción y no ficción, ya incluimos libros de crónica de Svetlana Aleksiévich, Marco Avilés y Sergio del Molino; en la de 2017 y en la de este año sí distinguimos en dos listas algunos de los títulos más destacados de los últimos doce meses, para hacerle un poco de justicia a un mercado que publica muchísimos libros de alta calidad (y conscientes de que las fronteras entre géneros son difusas).

Comenzamos con diez libros de no ficción que han destacado en 2018. La semana que viene, la segunda entrega será sobre libros de relatos y novelas.

 

Mujeres y poder: un manifiesto. Mary Beard

La famosa historiadora, divulgadora y ensayista británica Mary Beard comienza este breve y punzante ensayo -con intensidad de manifiesto- recordándonos que en La Odisea encontramos la primera escena de la historia de la literatura en que un hombre hace callar a una mujer. Como además de relatarnos los viajes de Ulises, Homero nos cuenta cómo pasa Telémaco de la niñez a la edad adulta, el gesto de hacer callar a Penélope es interpretado como parte de un código para que el joven asuma su propia voz y, con ella, su poder de patriarca.

Gracias a su abrumador conocimiento de la Antigüedad, Beard repasa en Mujeres y poder algunos libros, escenas y mitos en que las mujeres que hablan en público son tachadas de locas o de masculinas, cuando no directamente silenciadas por arte de magia o con actos violentos.

Pero su objetivo no es quedarse en el pasado remoto, sino diseccionar el presente. Por eso también Hillary Clinton y otras mujeres importantes de nuestra época aparecen en este volumen que se lee con admiración y con indignación. Tras llegar a la última página uno entiende mejor por qué la autora contesta sistemáticamente a los imbéciles que la atacan en Twitter. Teoría y práctica, hasta las últimas consecuencias.

 

Guerras del interior. Joseph Zárate

Inmediatamente después de ganar a principios de octubre el premio Gabriel García Márquez, el escritor peruano Joseph Zárate publicó su primer libro, Guerras del interior, que incluye tanto ese texto como el que mereció en 2016 otro galardón importante, el Ortega y Gasset. Estamos, por tanto, ante un volumen que ha ido creciendo lentamente hasta alcanzar 130 páginas trabajadas y pulidas obsesivamente.

Aunque se trate de un libro en el que predominan los perfiles -es decir, los retratos de personas que se convierten en personajes: el activista Edwin Chota, la agricultora Máxima Acuña y el niño Osman Cuñachí-, sus figuras no se agotan en sí mismas, sino que nos ayudan a comprender América Latina a través de tres vectores conceptuales: el oro, la madera y el petróleo. Porque esos tres materiales resumen la historia del continente, su conquista imperialista y su presente neoimperial.

Como dice Philip Roth en Los hechos, la literatura siempre parte de ellos. Desde las biografías, los cuerpos y las violencias particulares que sufren Edwin, Máxima y Osman, Zárate se eleva hasta las abstracciones monetarias y la explotación macroeconómica; pero vuelve a bajar, una y otra vez. Porque, como dice Svetlana Alexiévich en el epígrafe que inaugura el volumen: “Eso es a lo que yo me dedico desesperadamente: a disminuir la historia hasta que toma una dimensión humana”.

 

El dolor de los demás. Miguel Ángel Hernández

Después de Intento de escapada y de El instante de peligro, dos ficciones que indagan en cómo las instituciones culturales contemporáneas moldean de un determinado modo las relaciones humanas, el escritor y profesor de historia del arte Miguel Ángel Hernández abre un paréntesis en su trayectoria novelística con esta crónica autobiográfica sobre un capítulo turbio de su adolescencia y primera juventud, acertadamente titulada El dolor de los demás.

Antes de que lograra huir de la asfixia rural donde se crió, su mejor amigo mató a su propia hermana. Aunque el acercamiento al caso recurra a las herramientas de la novela de no ficción que también ha investigado crímenes, el clímax conceptual llega gracias a la aplicación de la teoría del arte a la interpretación de los hechos. Mata así dos pájaros de un tiro: la poética de Hernández asegura su coherencia y el lector agradece que la literatura del yo y de la memoria, tan en boga, explore un camino distinto.

38 estrellas. Josefina Licitra

El nuevo libro de la cronista argentina Josefina Licitra comienza con cuatro mujeres jugando el truco sobre una alfombra, en una celda de una prisión de Montevideo. Bajo la alfombra hay un agujero. El agujero es la boca del túnel. El túnel forma parte de una fuga. La que ocurrió el 30 de julio de 1971 y que se reconstruye en 38 estrellas: la mayor fuga de una cárcel de mujeres de la historia.

La 38 protagonistas de la Operación Estrella eran militantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Por eso el libro se mueve con agilidad entre la épica, el thriller carcelario y el ensayo político. A diferencia de otros libros argentinos recientes que también han explorado críticamente la militancia de izquierdas, como Las teorías salvajes de Pola Oloixarac, u Oración de María Moreno, Licitra no se centra en su país, sino que dedica sus esfuerzos a narrar los problemas con la utopías del país vecino.

Ese descentramiento geográfico -que le asegura el desapego- es uno de los muchos desplazamientos que el proyecto ejecuta con acierto (del yo a los otros, del mundo masculino al femenino, de las presas a las carceleras monjas, de una voz a otra hasta lograr el gran retrato coral).

 

Ordesa. Manuel Vilas

Aunque sea el libro menos ficcional de Manuel Vilas, Ordesa no está exento de ficción; pero supura verdad. El narrador se retrata a sí mismo sin misericordia: no fue un buen hijo; no fue un buen marido; no fue un buen padre. Pero no se trata de encontrar la redención a través de la escritura (tal vez sí tenga lugar una reconciliación post mortem con sus padres, los protagonistas de Ordesa y de toda la obra del autor; pero sin duda no ocurre lo mismo con su exesposa ni con sus hijos); sino de hablar de las adicciones y de su superación huyendo de la terapia y creyendo en la poesía.

Más allá de esa dimensión literaria y confesional, que emparienta Ordesa con Mortal y rosa, de Francisco Umbral, el último libro de Vilas es también una reactualización de la vieja pregunta noventayochista acerca del sentido de España. Al igual que ocurrió en años anteriores con Anatomía de un instante, de Javier Cercas, o con La España vacía, de Sergio del Molino, es esa necesidad de los lectores españoles por entender su contexto nacional la que explica que Ordesa, además de una autosemificción poderosa, se haya convertido en un superventas. Paradójicamente, en nuestra época global en cada país lideran las listas de más vendidos casi siempre títulos nacionales.

 

Buscando Mercy Street: el reencuentro con mi madre. Linda Gray Sexton

Linda Gray Sexton sufrió los nueve intentos de suicidio de su madre, Anne Sexton. La décima fue la vencida. “Su suicidio me aterrorizaba y lo anhelaba a partes iguales”, escribe en Buscando Mercy Street, y añade: “Deseaba librarme de la tiranía de las múltiples neurosis”. Linda tenía 21 años cuando murió su madre. Tuvo que digerir en paralelo el duelo, el alivio culpable y un exceso de información. Porque de pronto era su albacea literaria y debía leer los textos que había dejado inéditos, como el diario en que la poeta y artista registraba las veces en que se había desahogado físicamente con ella. O incluso que había decidido ahogarla.

Este libro es durísimo. No solo por lo que se narra; también porque la razón última de nuestra lectura no es la simpatía con las víctimas, Linda y su hermana, Joy, sino el interés en la figura de la victimaria (y víctima también), la poeta maldita Anne Sexton. Seguimos intoxicados por la figura del genio destructor.

Por suerte a Linda Gray Sexton no le ha ocurrido como a María Pilar Donoso, quien se suicidó tras publicar Correr el tupido velo, el libro en el que contó la oscuridad de su padre adoptivo, José, y su experiencia al leer sus diarios y papeles inéditos. Allí descubrió los apuntes de una novela en la que él imaginaba que su hija leía sus diarios y después se suicidaba.

La luna. Símbolo de transformación. Jules Cashford

En paralelo al avance de la digitalización del mundo y del poder de los algoritmos, se han consolidado varias tendencias editoriales vinculadas con el mundo natural, la artesanía y la espiritualidad. Es lógico que así sea: la tecnología nos obliga a pasar buena parte de nuestras vidas en las pantallas y está poniendo en jaque las nociones tradicionales de “condición humana” y de “alma”.

En el catálogo de la editorial Atalanta encontramos varios libros de referencia para comprender la importancia de la mitología y su vigencia en el siglo XXI, como ámbito académico en que llevar a cabo una historia cultural de la consciencia. Entre los recientemente publicados destacan los tres volúmenes de Las máscaras de Dios de Joseph Campbell y La luna. Símbolo de transformación, de Jules Cashford.

La traductora de los himnos homéricos y experta en mitos comienza hablando de la Luna y los ritmos vitales en su exhaustivo estudio de la presencia de lo lunar en las culturas y las artes, desde el Paleolítico hasta la modernidad, y acaba con el eclipse, la muerte, el renacimiento y la transformación. Entre ambos extremos, las más de 600 páginas de este volumen apasionante repasan la etimología de la palabra “luna”; analizan la presencia del satélite en los mitos egipcios, griegos, precolombinos o cristianos; y comentan la Capilla Sixtina de Miguel Ángel o Macbeth de Shakespeare para entender la polisemia de un cuerpo celeste que ha sido el espejo simbólico en que los hombres se han visto reflejados desde siempre.

 

21 lecciones para el siglo XXI. Yuval Noah Harari

Doctor en historia por la universidad de Oxford y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, nada en la carrera de Yuval Noah Harari apuntaba hacia su trepidante transformación en un influenciador global. Pero, de pronto, la publicación en 2014 de Sapiens le cambió la vida. Ha sido traducido a cincuenta idiomas y ha vendido más de diez millones de ejemplares. Tanto ese como su siguiente libro, Homo Deus, te los encuentras en todas las librerías y aeropuertos del mundo. Como no hay dos sin tres y sus dos primeros libros abordan, respectivamente, el pasado y el futuro de la humanidad, ahora ha publicado 21 lecciones para el siglo XXI, su examen del presente.

Un presente que según el ensayista se caracteriza por la ausencia de un gran relato (“En 1938 a los humanos se les ofrecían tres relatos globales entre los que elegir, en 1968 solo dos y en 1998 parecía que se imponía un único relato; en 2018 hemos bajado a cero”), la paulatina transferencia de la autoridad de los seres humanos a los algoritmos y dos grandes revoluciones del conocimiento: la de la biotecnología y la de la infotecnología. El análisis es interesante, pero no sorprende como sí lo hicieron Sapiens y, en menor medida, Homo Deus. Eso no significa que no tenga muy buenas ventas. Sus fanáticos son globales y están sedientos de explicaciones de la realidad más compleja y sin sentido de la historia de la humanidad.

 

El vértigo horizontal. Una ciudad llamada México. Juan Villoro

El vértigo horizontal constituye un esfuerzo superheroico por domesticar en 400 páginas el caos urbano que nació de un ecocidio: el secamiento de un lago. No hay ciudad tan salvaje, tan monstruosa como la capital de México. Y pocos escritores la conocen con la precisión y la pasión de Juan Villoro, que la ha retratado tanto en centenares de artículos y crónicas como en sus cuentos y novelas. Ya en El disparo de Argón, de hecho, nos reveló cuál es su clave para interpretarla: alternar la mirada a ras de suelo con la mitología del conjunto, el ojo humano con los relatos de los dioses (caídos).

Pero el libro no es solo una gran crónica metropolitana, en la que la prosa y la estructura narrativa sintonizan la misma frecuencia rizomática y laberíntica de la realidad que intentan representar: también es un proyecto curatorial. Seleccionadas por Roselin R. Espinosa, incluye reproducciones de alta calidad de fotografías de, entre otros, Yolanda Andrade, Paolo Gasparini, Francisco Mata Rosas o Adam Wiseman. Y el diseño del volumen y sus cartografías son obra del artista y diseñador Alejandro Magallanes (que ha hecho de las portadas y cubiertas de la editorial Almadía una obra personal de largo aliento).

Villoro sabe que las ciudades son obras colectivas. Y que sus mejores cronistas pertenecen siempre a una tradición. Por eso el libro está dedicado a Sergio González Rodríguez, cronista de la generación del autor que falleció antes de tiempo, e incluye fotos de Sonia Madrigal o de Oswaldo Ruiz, artistas de la generación siguiente. El mismo año en que ha ganado los premios Manuel Rojas y Jorge Ibargüengoitia, el autor de El testigo ha demostrado que sabe recibirlo y pasarlo.

 

El asesino tímido. Clara Usón

El nuevo libro de Clara Usón, que ha merecido en México el prestigioso premio Sor Juana Inés de la Cruz, recuerda por su argumento su celebrada novela La hija del Este. Si en en esta la autora llevaba a cabo la reconstrucción de la vida de Ana Mladic, la hija del general y criminal de guerra Ratko Mladic, que se suicidó con la pistola de su padre, en el contexto del conflicto de los Balcanes; en El asesino tímido la protagonista es Sandra Mozarovski, una actriz menor del cine erótico español de los años setenta, hija de un diplomático ruso, que supuestamente también se suicidó y cuyo caso tampoco fue aclarado.

Pero los auténticos escritores nunca repiten una fórmula: Usón nos sorprende con un proyecto híbrido en que esa muerte no es más que el eje central desde el que brotan sucesivas digresiones. Tanto autobiográficas, en que la autora nos confiesa su extravío moral durante la juventud o su tensa relación con su madre, como ensayísticas, con páginas muy personales sobre Albert Camus, Ludwig Wittgenstein y Cesare Pavese. Supongo que al cabo es una novela autoficcional, pero yo la he leído como documental. Que cada lector decida la naturaleza de su pacto.