Franco Zeffirelli

0
406

Escenógrafo, poeta visual y sonoro, que supo hermanar el cine con la ópera, en un lenguaje de dramatismo lirico, en que la escenografía a su vez jugo un papel esencial. (La ópera del cine 1923 – 2019)

 

Dos nombres en una sola persona: el desconocido rostro de la censura y el aventurado director de cine. El conservador anticomunista y el osado artista que dio realismo y visiones contemporáneas a personajes de la literatura universal.

De Luchino Visconti heredó Zeffirelli toda su técnica y visión dinámica de hacer cine, al ser además su amante y discípulo por años. Entre los 60 y 70, fue uno de los directores italianos nominados al Oscar, y muy controversial para la época por su tendencia sexual, así como por sus declaraciones de corte ultra derechista.

Hijo ilegitimo de un comerciante de lanas, Ottorino Corsiuna, y de una diseñadora de moda, Adelaide Garosi Cipriani, Franco vino al mundo como un pecado prohibido. Es que todo en la vida de Zeffirelli, desde un inicio, fue un secreto a voces, tras su llegada al mundo en 1923.

Florentino de nacimiento. Hijo de padres adúlteros, Gianfranco fue fruto de una unión escandalosa. De la pasión de su madre por Mozart nació su nombre, que intento bautizarse como Zeffiretti, pero por un error de registro civil, termino siendo Zeffirelli.

Creció tras las telas y bastidores del negocio de modas de su madre, así como en el deambular de teatros itinerantes que llegaban de paso a la Toscana y le enseñaron sobre el movimiento del cuerpo, y las tensiones dinámicas de la anatomía trágica. Shakespeare se apodero de los espacios arquitectónicos que el imaginó, con estética barroca italiana. A la par de Shakespeare, la opera encendió la mecha de sus relatos.

De su tía aprendió el inglés.  Durante la Segunda Guerra Mundial, formó parte de la resistencia de la guerrilla italiana y fue traductor de un regimiento escoces. Tras el fin del conflicto bélico, estudió Arte y Arquitectura, al involucrarse de forma gradual en el espectáculo.

Daria sus incursiones en emisiones radiofónicas y en el cine, primero como asistente del director, Victor de Sicca, Roberto Rosellini y más adelante como aprendiz y colaborador del amor de su vida, Luchino Visconti.

Su aparición en “Crimen y castigo” del mismo director y su colaboración en la película “Terra Santa”, en “Senso”, o en “Como Gusteis” le propicio las suficientes armas para hacer cine y escribir historias.

La Prima Dona del Bel Canto, Maria Callas, sería su gran confidente y amiga. Al servir de inspiración para escenografías que él mismo reproduciría en producciones líricas de gran proyección.

Asimismo, se hizo cargo del diseño de los escenarios en distintas producciones operísticas. Su debut se dio así con “Camping” (1958) y “Maria Callas at Covent Garden” (1964). “Lucia di Lamermoor” sería el siguiente paso en 1960. La historia de los enamorados de Verona, Romeo y Julieta, se presentó en el Opera House de Londres. John Stride y Judi Dench protagonizaron el drama. Este trabajo lo hizo acreedor al premio Toni del teatro.

Esta apuesta fue llevada al celuloide con la producción, “Romeo y Julieta” de 1968, bajo el protagónico de Leonard Whiting y Olivia Hussey. Más adelante, “Mujer indomable”, junto a Elizabeth Taylor y Richard Burton. “Hermano Sol, Hermana Luna” (1972), “Jesús de Nazaret” (1977), “Campeon” (1979), “La Traviata” (1982), “Caballeria Rusticana” (1982), “Tosca” (1985), “Otello” (1986), “Don Carlo” (1982), “Hamlet” (1994) y “Te con Mussolini” (1999) fueron el sello de un arte actual clásico y a la vez innovador.

Senador del partido de Silvio Berlusconi,” Forza Italia”, fue católico y conservador. Pese a su inclinación sexual, detestaba la palabra gay y consideró en varias declaraciones que la actitud de la comunidad LBGT era sobreactuada, obscena y cursi, frente a la realidad de los homosexuales.

Seis décadas tras la gran pantalla y los telones de la ópera, le concedieron el privilegio de ser consejero de imagen del Papa, así como en realizar transmisiones televisivas para la iglesia exclusivas. Alabado por su clásica construcción artística, fue el primer italiano a quien la reina Isabel II condecoró como caballero del Imperio Británico en 2004.

En 2003, se abrió en una autobiografía sin filtro sobre la envidia manifiesta que los críticos han demostrado hacia su obra, al considerarla teatral y caduca para los nuevos cánones cinematográficos.

El director, que acaba de fallecer a los 94 años en Roma, dejo su fundación, como un legado de 70 años de carrera.

Bocetos, carteles, y fotografías con los consagrados actores del mundo, así como vestuario y elementos que se emplearon en sus películas, abre al público su fundación, “Internazionale per le Arti dello Spettacolo”. Los aspirantes al espectáculo podrán impregnarse del espíritu del director y seguir sus pasos.

 

EtiquetasCineopera