“Por favor, no salga de casa. Debe mantener el confinamiento”. “Atención, largas colas en el supermercado. Evite realizar compras ahora.” Avisos de este tipo, vía push, llegan masivamente a los móviles de los habitantes de todas las ciudades brasileñas, como parte de la lucha contra la pandemia del coronavirus. Los mensajes se envían según el perfil de cada ciudadano, ya sea un anciano que no debe salir de casa bajo ningún concepto o un adulto que está a punto de salir de su piso para adquirir los alimentos de la semana. O viva en un barrio central o en el extrarradio. El panorama descrito es el sueño de André Ferraz, CEO de In Loco, una startup brasileña que está empleando una tecnología de geolocalización para trabajar con el ayuntamiento de Recife y otros 11 Estados, en su intento de ralentizar la velocidad de los contagios de la enfermedad.
Ferraz desea aplicar su método, que se inspira en algunas prácticas del exitoso modelo de combate a la Covid-19 en Corea del Sur, nacionalmente. Para ello, tiene que, por ejemplo, convencer al Ministerio de Sanidad a incluir dicha herramienta en la aplicación para el nuevo coronavirus que la propia cartera facilita. Todo el experimento en la capital de Pernambuco se puso en marcha la semana pasada y posteriormente se expandió. La empresa afirma que consigue proyectar el nivel de aislamiento de cada barrio de la ciudad (cuánta gente no salió de su vecindad) y, en un segundo momento, enviar mensajes personalizados a cada uno a partir de la tecnología que ya viene incluida en los móviles. In Loco aseguró haber remitido informes a los Estados de Alagoas, Amapá, Amazonas, Maranhão, Goiás, Mato Grosso do Sul, Mato Grosso, Minas Gerais, Pará, Paraíba y Santa Catarina.
Funciona de la siguiente manera: las aplicaciones bancarias (como Santander) y de comercios minoristas (Magazine Luíza o Hering) ya incluyen un código de In Loco que permite rastrear dónde se encuentra exactamente cada propietario de un móvil en un determinado momento. El banco de datos de la empresa supervisa 60 millones de dispositivos: 700.000 de ellos solo en Recife, por ejemplo. En el Estado de São Paulo, la cifra asciende a 10 millones de aparatos. Ferraz afirma que la tecnología es 30 veces más precisa que el GPS y acaba dándole a cada persona una identidad única, a partir de su patrón de movimiento, pero sin estar vinculado a ningún un nombre o DNI. Normalmente, la empresa usa ese DNI geolocalizado para detectar comportamientos atípicos e impedir estafas bancarias o para enviar propaganda geolocalizada -área en la que la empresa dice estar “desinvirtiendo”-. Los números impresionan y demuestran cómo las empresas usan cada pequeño paso de cada uno sin que la gente tenga una dimensión real, a no ser una vaga idea mediante los términos de uso. Sea como sea, a esta cuestión ahora se le suma un nuevo ingrediente: la empresa quiere poner todo este arsenal al servicio del combate a la pandemia y afirma que se puede hacer respetando la privacidad.
“En el caso de Recife, lograron ver en qué barrio aún había mucho movimiento. Acto seguido, mandaron un camión de bomberos para dar un aviso”, contó Ferraz a EL PAÍS. Según cálculos de la empresa, por ejemplo, el 66% de los vecinos del barrio de Santo Amaro, en Recife, no salieron de su vecindad un día de la semana la semana pasada. La segunda etapa, asegura, es enviar alertas a todos los habitantes de Recife que tengan la aplicación del Ayuntamiento, siempre según su perfil epidemiológico.
La empresa también empezó a procesar datos de todos los estados brasileños para facilitar un “índice de aislamiento”, que se puede consultar en este enlace. En el caso de la ciudad de São Paulo, In Loco afirma que el 58% de la población, en media, se quedó en casa el miércoles 25 de marzo, por ejemplo, un día después de que entrara en vigor la cuarentena decretada por el Gobierno de João Doria. Esa tasa, sin embargo, ha variado bastante. Por lo general, en la zona más rica de la ciudad, el centro expandido, se produjo un movimiento mayor que en las afueras de la ciudad, según la empresa. “Los barrios de la periferia han sido los que más ha respetado el confinamiento, mientras que los de clase más alta han sido los que menos lo han respetado. Hemos visto ese patrón tanto Recife como en São Paulo”, dice Ferraz.
El servicio de In Loco no es único. Algunas empresas de telefonía están trabajando con los Gobiernos de Rio y São Paulo, por ejemplo. No obstante, para que este modelo funcione a escala, hay varias circunstancias que no se dan en Brasil. En el caso de Corea del Sur, el Gobierno solo logró efectuar una vigilancia cibernética sin precedentes de infectados y de toda la cadena de infección porque puso en marcha el trabajo con bastante antelación (aún no había casos de la denominada transmisión sostenida, cuando ya no se sabe quién infectó a quién). Además, Corea del Sur obligó, por ejemplo, a todo el mundo que entró en el país a descargarse una aplicación específica de la Covid-19. A los enfermos también se les obligó a instalársela y, si vulnerasen el confinamiento, se les multaba. Por no hablar de un punto más delicado si cabe: sus leyes más débiles en lo que a protección de privacidad se refiere.
¿Por qué aceptarían los brasileños ser controlados de esta forma? Ferraz dice que esta herramienta es mejor que la surcoreana porque permite el anonimato. “Es la única solución de geolocalización que anonimiza los datos. Hemos conseguido equilibrar la cuestión de lograr hacer un buen seguimiento protegiendo al mismo tiempo la libertad individual, la identidad de las personas, para que ese lado no se use contra ella”, garantiza el CEO.
Según él, la empresa solo le entregó al Ayuntamiento de Recife un informe estratégico, sin la identidad de ningún usuario. “Es una tecnología anónima, privada, voluntaria y puede llegar a tener una efectividad gigantesca”, afirma, animado, el cofundador de In Loco que empezó a desarrollar esta tecnología hace 10 años, cuando era estudiante en la Universidad Federal de Pernambuco. “Somos una empresa de 120 personas. Nos consideramos una startup porque, por ejemplo, hasta hace dos semanas, éramos una empresa puramente de seguridad cibernética y tecnología de localización. Y, desde hace solo una semana, hemos descubierto que nuestra solución de seguridad también se puede emplear para contener pandemias. La clave del hallazgo aún es válida.”
Para sortear los temores en cuanto a la privacidad, la empresa de Ferraz pone a disposición una app para que la persona desactive la herramienta de georreferenciación, en el caso de que lo desee. La cuestión es que, incluso el dato de que tal persona no quiso ser controlada, puede ser valioso para la inteligencia del estado, por ejemplo. ¿Una herramienta de hoy contra la pandemia puede emplearse mañana contra las manifestaciones? El debate es crucial y afecta al mundo entero: ¿la pandemia hará que el mundo se relaje aún más en lo que a control de dados se refiere, un área ya considerada fallida? “El riesgo es que se pongan en práctica sistemas no regulados e impenetrables al escrutinio público -no solo durante el tiempo necesario para hacer frente a la covid-19- sino como base para sistemas de vigilancia masiva y de explotación de datos a largo plazo”, critica la ONG Privacy Internacional, acerca del uso de tecnologías en países como el Reino Unido. “Ya hemos visto cómo los datos de telefonía móvil, tales como metadatos de ubicación, se han usado para rastrear a visitantes en lugares públicos, para el seguimiento de mujeres en protestas, etc.”, prosigue la organización, que también pone en cuestión la seguridad sobre la anonimización de los datos.
Este viernes, el Senado aprobó un proyecto que pospone al año que viene la vigencia de la Ley General de Protección de Datos (LGPD), que entraría en vigor en agosto de este año. El texto aún necesita el visto bueno de la Cámara antes de que entre en vigor, pero ya ha desatado las críticas de instituciones que luchan por la protección de los datos, quienes critican el aplazamiento.
Ferraz dice que, sea como fuere, su tecnología ya respeta la LGPD. El CEO es optimista. Además de querer ver su invento en el país, afirma que tiene un sueño aún más grande: que la herramienta ayude a encontrar “un término medio” científicamente seguro para ir reduciendo el aislamiento social.