Qué dice la semana trágica de América Latina sobre los problemas que amenazan a la región
América Latina cuenta sus muertos de distintas formas esta semana: los enfermos de covid-19, las víctimas de la violencia cotidiana, los que protestan en Colombia, los que caen en un metro de México.
A simple vista, parecen registros inconexos: ¿qué puede tener en común la matanza de 25 personas en una operación policial en una favela de Brasil el jueves con los decesos en un hospital de un país vecino desbordado por la pandemia?
Sin embargo, las tragedias que retuercen a América Latina estos días comparten algo más que su proximidad geográfica: todas muestran una región en una espiral de crisis por problemas irresueltos.
En tiempos de pandemia y desplome económico, los lastres latinoamericanos como la desigualdad, la violencia, la brutalidad policial, la falta de infraestructura, la inoperancia de los gobiernos o el desprestigio de la política parecen formar un cóctel explosivo.
“La pandemia y la respuesta de muchos de los gobiernos de la región han exacerbado la desigualdad, la discriminación, la violencia y la desconfianza en la capacidad de los estados de responder a las necesidades más apremiantes de la ciudadanía”, sostuvo Erika Guevara-Rosas, directora para América de Amnistía Internacional.
“Desde los efectos devastadores de nuevas olas del virus con planes de vacunación que no dan una pronta salida, hasta la represión violenta en contra de protestas en Colombia, los ataques a la institucionalidad y el Estado de derecho en El Salvador y hasta la tragedia del accidente en el metro de la Ciudad de México, un evento que a la luz de la evidencia era prevenible, muestran un deterioro persistente y profundo en el ejercicio de derechos humanos en toda la región, y una distancia cada vez más marcada de los gobiernos con su ciudadanía”, señaló Guevara-Rosas a BBC Mundo.
“Muy preocupante”
Mientras algunas naciones ricas ya planean su reapertura post-pandemia gracias a la vacunación masiva de sus poblaciones, América Latina aún sufre de forma peculiar los efectos del coronavirus.
Uruguay se volvió el jueves el país con más muertes per cápita de covid-19 en el mundo, de acuerdo al promedio móvil de los últimos siete días de Our World in Data.
Otros cuatro países sudamericanos estaban en los primeros 10 lugares de ese ranking: Paraguay, Brasil, Colombia y Argentina.
Esto es atribuido en parte a la expansión por la región de una variante agresiva del virus denominada P.1 y descubierta primero en Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro buscó minimizar los peligros del covid-19 desde el año pasado.
“En esta etapa de la pandemia, el panorama es muy preocupante para Latinoamérica y el Caribe. Los países batallan varios frentes, tienen dificultades para conseguir suficientes vacunas (…) y operan en el contexto de una enorme crisis económica que ha hecho aumentar la pobreza”, advirtió días atrás Ciro Ugarte, director de emergencias sanitarias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Frente a este panorama y una contracción económica de 7,7% promedio en la región, algunos gobiernos han adoptado medidas polémicas.
“Aprender de ello”
En Colombia, el presidente Iván Duque propuso una reforma tributaria para aumentar la recaudación y reducir el déficit.
Pero en un país que ya había tenido protestas callejeras en 2019 -al igual que Bolivia, Chile, Ecuador, Nicaragua y Perú- los colombianos se lanzaron de nuevo a las calles para protestar contra los cambios tributarios y la desigualdad social.
El gobierno retiró sus planes reforma fiscal, pero también envió a policías y militares a reprimir. Y el saldo de los enfrentamientos ha sido de al menos 24 personas muertas y decenas de heridos y desaparecidos.
Además de dejar en una posición difícil al gobierno de Duque, la violencia en Colombia expuso otro problema: la falta de preparación de las fuerzas de seguridad, entrenadas en el combate de guerrillas y narcos, para lidiar con protestas civiles.
De hecho, la reforma policial se volvió otra demanda de los manifestantes colombianos.
Y algunos señalaron lecciones para países con problemas semejantes.
“Quienes llevamos años viajando e investigando cómo funciona la metapolítica en Colombia sabemos que un país que no erradica el estado policiaco y la paramilitarización, repite sus errores. México tiene que aprender de ello”, tuiteó la periodista y escritora mexicana Lydia Cacho el martes.
También en Brasil llueven críticas a la policía después que al menos 25 personas (24 civiles y un uniformado) murieran el jueves en una operación contra narcos que acabó en fuego cruzado en la favela de Jacarezinho, en Río de Janeiro.
La policía afirma que actuó de acuerdo a las reglas, pero hay denuncias de excesos y el operativo ocurrió tras una orden judicial de limitar las acciones policiales en barrios pobres de Río durante la pandemia.
Después que el Supremo Tribunal Federal emitiera esa orden en junio, en las favelas cayeron las muertes por tiroteos que suelen tener a negros y jóvenes como víctimas.
Ahora, la operación policial del jueves es considerada la más letal en la historia de Río.
“Síntomas”
En Ciudad de México, el accidente del metro el lunes dejó un saldo similar al que se conoce hasta ahora de la violencia en Colombia o el tiroteo en Río: 25 muertos y decenas de heridos.
La tragedia llevó a muchos a recordar la historia de irregularidades y fallos de esa misma Línea 12 del metro, inaugurada menos de una década atrás como la más moderna de la ciudad.
Por eso, algunos creen que el colapso del paso elevado por donde circulaba el tren pudo haberse evitado.
Otros señalaron que la política de austeridad fiscal del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la propia ciudad dificultan el mantenimiento de la red de transporte público.
La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, del mismo partido que el mandatario, salió al cruce de esas versiones el jueves: “El metro ha tenido recursos suficientes”, afirmó.
No obstante, la falta de inversión en infraestructura es otro problema que arrastra América Latina.
Un artículo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indicó el año pasado que “la inversión en infraestructura es baja” en la región y que en 2017 la mitad de los países del subcontinente la redujo aún más, pese a ser vital para expandir la economía y reducir la desigualdad.
México figuró entre los países de la región que menos inversión pública destinó en promedio a infraestructura entre 2008 y 2017, antes de la pandemia.
“Lo que estamos viendo esta semana, estas tragedias en secuencia, son síntomas de una región donde nunca ha habido un desarrollo completo de las economías o de los pueblos: en ningún momento los gobiernos han hecho las inversiones que tendrían que haber hecho, en infraestructura, en el entrenamiento de las policías…”, dijo Paulo Velasco, profesor de política internacional en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, a BBC Mundo.
“La culpa”
El escenario latinoamericano genera crecientes advertencias sobre la estabilidad política de la región.
“En un contexto como el actual, con un golpazo económico severo que han sufrido en mayor o menor medida casi todos los países de América Latina (…) las corrientes electorales que vamos viendo en los últimos tiempos dan cuenta de cierta polarización. Los centros se van desvaneciendo y los extremos se vuelven más atractivos“, observó Diego García-Sayán, relator especial de las Naciones Unidas sobre la independencia de magistrados y abogados, en una entrevista.
Este excanciller peruano criticó en particular la destitución del fiscal general y los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, votada el sábado por un Congreso que domina el partido del presidente Nayib Bukele.
Bukele y sus partidarios defienden como legal el cese de los magistrados, los cuales habían tachado de inconstitucionales medidas como el envío de soldados y policías para detener personas que incumplieran con la estricta cuarentena ordenada por el gobierno.
Pero García-Sayán y otros críticos advirtieron que lo que ocurrió en El Salvador tiene características de un golpe de Estado desde dentro del propio aparato de gobierno.
Velasco también indicó que la polarización y el surgimiento de “oportunistas diciéndose salvadores de la patria” son peligrosos para la región.
“La lección es entender que no se trata de derecha o izquierda: la derecha es culpable, la izquierda también, y el centro también. Lo importante es que se elijan a los líderes y gobernantes con un poco más de conciencia”, sostuvo. “Porque parte de la culpa, desafortunadamente, la tenemos nosotros”.