El nombre elegido

Por Redacción dat0s
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Novela boliviana del narcotráfico. Reciente obra del escritor Homero Carvalho.

El escritor boliviano Homero Carvalho pone el dedo en la llaga con su nuevo título este que escribe desde las páginas de la historia para dar vida a la lúgubre resonancia del mundo del narcotráfico en la década de los ochenta. Como el mismo autor explica en la época que la comunidad internacional denominó a Bolivia un “narcoestado”.

Homero Carvalho, escritor boliviano

Hay que destacar los escritos ya que para remontarse a los 80´ es ineludible sumergirse a los hechos testimoniales que cobran vida en un escenario muchas veces sangriento que se las identificó como “novelas de narcotráfico”. La trayectoria de Homero da para eso y más. Dice: “En este tipo de novelas prima el testimonio que, por momentos se extrapola en una especie de ensayos literarios, tomando las historias violentas y sus infames personajes como protagonistas; de esa manera se mezcla, la crónica periodística, la novela de no-ficción y la novela moderna convirtiéndose en un fenómeno cultural. América Latina asistió, en las dos últimas décadas, a la fiesta sangrienta del fenómeno narcocultural, tanto en literatura, música, telenovelas, películas y, hasta, turismo macabro; Colombia y México son los países portaestandartes de este fenómeno que algunos críticos denominan como “narcorealismo mágico”.

Novela premiada

El nombre elegido, título de la obra, ganó la primera versión del Premio Jesús Lara 2023 y es finalista en un concurso internacional. Carvalho tiene sus propios matices para anotarla. “Es una novela que se sumerge en ese mundo y hace del narcotráfico y la política los protagonistas principales que se encarnan en varios personajes, algunos de ellos con nombres ficticios y otros con sus nombres reales, porque en esta obra me convertí en un exégeta de la época en la que el país vivió en el abismo. La época de Roberto Suárez, en Bolivia, y de Pablo Escobar, en Colombia, por eso mismos la trama recorre varios países latinoamericanos”.

La novela se construye en los diálogos y los testimonios de la que mucho se ha podido decir y hablar, pero que ha quedado como una deuda pendiente de buen tamaño que al no juntar cables pisando tierra, ha dejado un vació de hipocresía; quizá, esta sea la mayor virtud de la novela. Por principio ha sido una vergüenza para los actores reales su incumbencia en este drama que no han querido filtrar los hechos violentos, indecorosos o zigzagueantes en los que se involucraron a lo largo de ese periodo. No reconocerlo es una debilidad porque generacionalmente la desconecta y queda la sensación del olvido de una parte de la historia que ha hecho temblar y angustiar a muchos de sus actores: los directamente involucrados en la producción y comercialización de cocaína, los que de una u otra manera han sido testigos mudos de la trama y los consumidores.

“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo…”, en Bolivia por un “jale” o por una pipa de pasta base; se la debía a mi país que sufrió en la década de los ochenta el inicio de una pandemia narcótica que no cesa, que se han vuelto crónica; así como de mi pueblo, Santa Ana del Yacuma, que quedó estigmatizado por los narcos que allí nacieron y se convirtieron en mitos”, afirma el autor que para escribir El nombre elegido se transmutó en narrador-autor-escritor, recurriendo a meticulosas investigaciones sobre el tema del narcotráfico que pocos conocen desde su interior.

Sin duda se trata de un gran mérito, es parte de un drama no solamente nacional, pero hay la parte anterior, los sueños frustrados a golpes de una generación anterior que se sumergió en un cambio para construir un mundo más idealista y mejor, muchos de los que en ese mismo tránsito –la generación de los sesenta y setenta- no lograron conectar la envergadura de ese sueño con el presente. Nos han dejado un vació de vergüenza sin más contar que eclipsa el verdadero entendimiento de cualquier sociedad. Es justo también decirlo.

 

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