El truco de marketing detrás de ‘Carmen Mola’ muestra un problema profundo en el mundo literario

Por María Ramírez | The Washington Post
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Premio Planeta 2021 Carmen Mola
Foto: Quique Garcia/EPA-EFE/REX/Shutterstock

En 2018 se publicó en España una oscura novela policíaca llamada La novia gitana. Contaba la historia de dos hermanas torturadas hasta la muerte y la posterior investigación realizada por la mujer más inteligente y peculiar del departamento de Policía. La novela dio inicio a una exitosa serie de tres libros que ha vendido cerca de 400,000 copias hasta el momento y que ha sido traducida a casi una docena de idiomas.

La novia gitana fue escrita por “Carmen Mola”, descrita por una casa editorial propiedad de Penguin Random House como una profesora universitaria de cuarentitantos años que vivía en Madrid con su esposo y tres hijos. Mola concedió entrevistas en las que ofreció detalles sobre su vida y carrera. “No quería que mis colegas de la oficina, mis cuñadas o mi madre supieran que había escrito un libro en el que alguien asesina a una mujer introduciéndole larvas de gusanos en el cráneo. Para mi círculo, soy mucho más convencional”, le dijo supuestamente Mola a su agente, según le contó al diario francés Le Figaro.

Ahora sabemos que nada de eso fue cierto. “Carmen Mola” era en realidad tres hombres, más conocidos como guionistas y deseosos de vender libros en un mercado donde las mujeres son las principales consumidoras. Sus novelas se convertirán en una serie de televisión en Atresmedia, un grupo de comunicación propiedad de Planeta, uno de los mayores grupos editoriales de España. Planeta acaba de entregarle a los autores detrás de “Carmen Mola” un premio literario de un millón de euros (alrededor de 1.16 millones de dólares).

Los autores hicieron comparaciones con Elena Ferrante, el seudónimo de una popular escritora italiana, y se les ocurrió el nombre en broma: “Carmen mola” también puede entenderse como “Carmen es genial”, en la jerga española. Ferrante da entrevistas por correo electrónico, al igual que solía hacer Mola, pero no afirma tener un perfil determinado, habla principalmente sobre el oficio de escribir y evita discutir detalles sobre quién está detrás de las novelas.

Sin embargo, en el caso de Mola, tanto los autores como su agente (una mujer) alimentaron una campaña de mercadeo en torno a una identidad falsa, basándose en clichés como el de la idea de que las mujeres no escriben thrillers sangrientos y que, de hacerlo, probablemente les daría vergüenza admitirlo. Algunos lectores ahora dicen que siempre pensaron que Mola era un hombre debido al nivel de crueldad plasmado en los libros. Otros escritores afirman haber sabido esto desde hace un tiempo y culpan a la prensa española por no hacer bien su trabajo. Una librería feminista ubicada en Madrid llamada Mujeres y Compañía decidió enviar las novelas de Mola de regreso a la editorial. “Mola más que los señores no lo ocupen todo”, escribieron en un tuit.

Esta no es la primera vez que lectores y periodistas caen en un truco de mercadeo, pero sigue siendo decepcionante que algunos de los nombres más prestigiosos en el mundo editorial no hayan sentido la necesidad de seguir estándares básicos de la verdad. Mola no fue un seudónimo creado para proteger a alguien de una reacción negativa o para lograr que los autores tuvieran más libertad para escribir.

Es cierto que lo que está en juego quizás no sea tan crucial. No estamos hablando de una figura que vaya a cambiar la historia de la literatura o que provoque empatía del mismo modo que lo hicieron George Eliot, Jane Austen o Ferrante. Pero en este mundo solitario, en el que las personas buscan respuestas en palabras e historias, la ficción no es irrelevante. Y en esta era llena de falsedades y manipulaciones por parte de políticos, plataformas y anunciantes, la confianza en las editoriales de ficción y no ficción es una moneda valiosa.

De alguna manera, ciertos hombres están utilizando ahora esa farsa para alegar que las mujeres escritoras tienen ventaja en la industria editorial. Este argumento parece erróneo, ya que los hombres siguen siendo los autores de la mayoría de los libros publicados en España: más de 60%, según las cifras oficiales de los autores individuales de 2020.

Las grandes editoriales siempre parecen estar listas para publicar a cualquier autor dispuesto a atacar el feminismo y el movimiento #MeToo, o a advertir sobre las falsas amenazas de la “cultura de la cancelación”. Al mismo tiempo, el revolucionario libro She Said de las ganadoras del Premio Pulitzer Jodi Kantor y Megan Twohey fue publicado en España por una pequeña editorial independiente, Libros del K.O.

A pesar de lo que los hombres detrás de “Carmen Mola” insinuaron a modo de chiste, las mujeres son autoras exitosas por derecho propio y no están atadas por los límites de los estereotipos y géneros literarios. No hay necesidad de ocultar identidades por miedo a ser juzgada o no leída. Sin embargo, el malestar generado por este episodio podría provenir del hecho de que en una industria con tantas escritoras, editoras y agentes mujeres, muchos de quienes determinan qué persona es publicada o premiada siguen siendo hombres. Quizás este truco publicitario ayude también a resaltar eso.

 

María Ramírez es subdirectora general del medio de noticias español elDiario.es.