La extraña combinación de músicos fue una de las peores ideas de la historia.
El documental de ficción Spinal Tap, que se hizo famoso por satirizar los excesos del mundo del rock, tendrá una secuela, cuyo estreno está previsto para septiembre. En la primera película, una de las escenas más divertidísimas es la decoración del escenario, que tiene de fondo una réplica de Stonehenge (uno de los monumentos más famosos del Reino Unido, considerado un icono cultural. Ha sido un monumento protegido desde la promulgación de la Ley de Protección de Monumentos Antiguos de 1882). Esta original idea. Sin embargo, en el estreno del espectáculo, la banda descubre que, debido a un error de escala, el monumento era ridículamente pequeño, lo que provocó risas.
El pasaje se inspiró en la fase en la que Black Sabbath tenía al líder Ian Gillan. Tanto el álbum como la gira que siguió a su lanzamiento quedaron marcados como un fiasco de proporciones de Stonehenge. Al recordar el comienzo de esta historia, queda claro cuán destinada estaba al fracaso.
Un día, todavía atrapado en la cama con una resaca monumental, Ian Gillan, el legendario cantante de Deep Purple, se despierta con una llamada de su manager:
- Si vas a tomar decisiones sobre tu carrera, ¿no sería mejor que me consultaras primero?
Como contó en varias entrevistas, de buen humor, Gillan tardó unos minutos en entender de qué se trataba. Una vez más, el empresario intentó refrescar su memoria:
- ¡Aparentemente ayer aceptaste convertirte en el nuevo cantante de Black Sabbath!
Poco a poco, a la mente de Gillan acudieron vagos recuerdos de un encuentro en un pub con dos miembros de Black Sabbath, el guitarrista Tony Iommi y el bajista Geezer Butler. Sabbath, la banda que prácticamente inventó el heavy metal, se quedó sin cantante y conocer a Gillan, alimentado por rondas y rondas de alcohol, resolvió el problema.
- Acepté unirme a Sabbath cuando estaba completamente borracho, recuerda Gillan.
El encuentro que daría origen al nuevo disco de Sabbath causó gran sorpresa en el mundo del rock. Aunque tenían un sonido ruidoso en común, Deep Purple y Black Sabbath eran como agua y aceite. Purple tenía un pedigrí de hard rock respetado por la crítica, con influencias
blues y música clásica. Mientras tanto, Sabbath fue habitualmente criticado en las reseñas de las principales revistas musicales, cuyos periodistas no tomaban en serio el estilo de riffs pesados y letras macabras.
Después de muchas rondas de whisky, los rockeros de fuera de temporada pensaron que sería una gran idea unir fuerzas, sin considerar las consecuencias de la improbable combinación. Gillan en Sabbath sonaba tan raro como si Mick Jagger decidiera unirse a los Bee Gees. Pero lo peor de esta combinación aún estaba por llegar.
Las canciones grabadas en Inglaterra estuvieron lejos de hacer justicia al pasado glorioso de todos los involucrados. Con su voz de cantante de blues profundo, Gillan no encajaba en el furioso fuego de la guitarra de Iommi. La portada elegida representaba una especie de tumba para esta extraña combinación: sobre un fondo azul, presentaba una tosca ilustración de un bebé diablo. Al ver el arte final, Gillan dijo que sintió ganas de vomitar.
El escenario con una réplica de Stonehenge tenía 12 metros de altura y la actuación comenzó con un enano disfrazado de bebé diablo gateando hasta caer de espaldas. Entre bastidores se colocó estratégicamente un colchón para amortiguar la caída, hasta que llegó el día en que la producción se olvidó de esta protección. Resultado: el mini extra cayó al suelo.
Según el periodista Mick Wall, autor de la biografía de Black Sabbath, Gillan abandonó el grupo poco después para participar en el resurgimiento de Purple y Sabbath tardó décadas en recuperar su reputación como banda seria.
Moraleja de la historia: no bebas demasiado cuando hables de formar un nuevo grupo.
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