Los años 50, la confección de un laberinto

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Foto: Cortesía Google

Escritores y conocedores de su obra, opinan sobre su trayectoria cuando publicó El laberinto de la soledad

El Universal.- Para algunos, Octavio Paz fue el primer intelectual mexicano netamente cosmopolita, para otros el primer mexicano que conquistó el mundo de las letras con una constante labor autocrítica y una posición tutelar en la literatura mexicana.

Al morir, el 19 de abril de 1998, el Nobel mexicano dejó un amplio trabajo como ensayista, poeta, narrador y editor, que a la fecha es un referente de la literatura mexicana.

Al responder cuestiones sobre la trayectoria y el lugar que ocupaba Octavio Paz al momento de publicar El laberinto de la soledad, escritores y conocedores de su obra, coinciden en que después madurar su propia voz, el entonces joven diplomático nunca pisó terrenos inexplorados, sino que abordó temáticas que acaparaban la atención de los filósofos, antropólogos e historiadores de su época.

El primer campanazo llega con El laberinto de la soledad, obra que no llegó sin beneficios posteriores para su autor y es además heredera de una tradición latinoamericana por la que habían transitado autores como Alfonso Reyes, José Enrique Rodó y Samuel Ramos, explican.

“El éxito que con el paso de los años adquirió esta serie de ensayos, se debe a que construyó un importante enfoque sobre la identidad del mexicano e intuiciones y posiciones tan valiosas como controvertidas sobre política nacional e internacional”, considera el poeta y ensayista Armando González Torres.

Javier Rico Moreno, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y que ha estudiado la obra ensayística de este autor, señala que para esas fechas Paz inició su propia indagación acerca del mexicano como parte de una ola de estudios sobre caracteriología que habían cobrado importancia desde los años 30.

“Lo que diferenció a esta obra de los estudios hechos por autores anteriores fue que Paz emprenderá una indagación que hoy podríamos caracterizar como interdisciplinaria en la que conjuga perspectivas de la antropología, el psicoanálisis y la historia”.

Fueron además las conclusiones tentativas que acertó en cada uno de los textos agrupados bajo este título, los que lo acreditaron como un promotor de los estudios multidisciplinarios.

Rico Moreno detalla: “De esa exploración contenida en los primeros cuatro capítulos, concluirá el sentimiento de orfandad como fondo constante de nuestras tentativas políticas y de los conflictos personales, la oscilación entre lo abierto y lo cerrado, y la definición del mexicano como ruptura y negación”.

Esta serie de ensayos dio a Paz la autoridad de opinar, provocar el debate y divulgar en México las ideas de pensadores extranjeros.

“En Europa había una avidez por descubrir nuevos espacios e interlocutores, en México había un ánimo de modernización. En Europa, Paz representaba una voz hispanoamericana, moderna y teñida de universalismo; en México, su poderosa vocación, ambición y novedad artística despertaron una corriente de simpatía con muchos de los creadores inconformistas de las generaciones más recientes”, señala González Torres, autor de Las guerras culturales de Octavio Paz.

Ambos autores coinciden en que para esas fechas Paz había desarrollado una capacidad de diálogo con escritores representantes de otras tradiciones y que al paso de los años le permitieron hablar de la literatura mexicana en el exterior, y al mismo tiempo funcionar como un agente promotor que de sus maletas repartía en México obras y autores centrales de las discusiones literarias y políticas.

Álvaro Enrique, por su parte, ilustra la actividad de Paz en esos años con el hecho de que el autor de Posdata, El arco y la lira e Itinerario desarrolló una red de conversaciones que tal vez siempre aterrizaban en México, pero apuntaban primero hacia París y Nueva York.

“No creo que su interés fuera sólo práctico: veía el mundo como un tramado de ideas, corrientes históricas y discursos ideológicos y entendía muy bien que en México las cosas no sucedían al margen de lo que estaba pasando en el mundo”, refiere el escritor y también crítico literario.

 

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