María Esther Ballivián: tras la huella de la creación

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La Galería Altamira tuvo la gran idea de dedicarle espacio a una de las grandes artistas nacionales.

En 2017 se cumplieron 40 años del fallecimiento de María Esther Ballivián. Prominente artista de la pintura boliviana que desde mitades del siglo XX se caracterizó por el arte del desnudo, así como por la diversidad de su técnica y la vastedad de su creación artística. Sus obras se encuentran en distintos museos, al revelar una versatilidad de estilos que corresponden a sus viajes por el mundo.

Por entonces su hija, Marie France Perrin de Peró decidió en 2017 realizar una retrospectiva de su obra en la Casa Melchor Pinto de Santa Cruz. Misma que ya habría tenido lugar en 2009, con motivo del Bicentenario de La Paz; en el Museo Nacional del Arte y en el Palacio Portales de Cochabamba.

Tras la muerte de su madre, Perrín procuró sostener su legado de dos décadas. Así la escritora y comunicadora social  descubrió que el arte de su madre aún “da de qué hablar y mantiene viva la capacidad de conmover”.  Por lo que  este asombro no tardó en motivar  también a Ariel Mustafá, dueño de la Galería Altamira,  a mostrar una faceta intima de la artista. “Once meses fue el tiempo que tomó armar la muestra”, comenta. Trabajo cuidadoso que contó con  la supervisión de Perrin.

El resultado revela el proceso creativo de Ballivián en la cotidianidad del hogar y de su taller.  Escenarios donde fue capaz de visualizar las  siluetas y formas de sus cuadros  a todas horas del día, cuando elaboraba bocetos de manera incansable. Obras en bruto que, sin enmarcar, Marie France descubrió en un baúl del taller de su madre. Espontáneos trazos visuales que su madre iniciaba antes de la elaboración de un cuadro, en ese recinto de cerámicas prehispánicas y fósiles.  “Ella solía realizar miles de ensayos antes de entrar al lienzo.”, sostiene.

La gestación creativa de Ballivián es el  aporte de Marie France Perrin en esta muestra. 26 piezas se reúnen en Altamira. Tres de ellas son de colecciones privadas, mientras que otras 23 son bocetos a la venta. Uno de los cuadros, que están fuera de venta,  habría ganado en 1975 la bienal INBO. Curiosamente,  retornaría la pieza  a manos de Marie France Perrin 40 años después.

Ariel Mustafá destaca las tres etapas de Ballivián  en su arte. En la primera; el costumbrismo nativo estuvo presente; en la segunda; lo abstracto, mientras que en la tercera; el desnudo. “El cambio político del 1952 afectó la obra de la artista”.   La revolución representó un cambio de paradigma simbólico para Bolivia. De pronto el indígena y el blanco eran hermanos. La unión entre ambos fue el mestizo. Resultado de una toma de conciencia y reconocimiento al nativo tras la Guerra del Chaco.

María Esther Ballivian, en su juventud, fue testigo de  este proceso histórico. Otra de sus influencias fue el maestro Juan Rimsa. Con el aprendizaje de nuevas técnicas y posibilidades de moldear la luz, la artista se dejó atrapar por la visión  antropológica del artista letón. Por lo cuál su primera etapa  sería más observadora hacia las costumbres, ritos y hábitos de una nación.

Ya en los 70, junto a Maria Luisa Pacheco, Enrique Arnal, Gil Imaná, Gildaro Antezana, Ricardo Pérez Alcalá, formó parte de un colectivo que buscó redefinir la realidad boliviana, a través .de objetos que representasen una colectividad ignorada “Es importante destacar que por entonces la presencia de una mujer artista era algo impensable en l arte”, destaca Mustafá, quien considera que el desnudo es la cumbre del trabajo de Ballivián, tras su paso por el abstracto. Evolución que muestra a una artista observadora de la realidad, siempre en constante ejercicio de superación artística. CHDV