Un minuto de silencio: El documental sobre Goni

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Gonzalo Sánchez de Lozada calló durante una década. Ha roto el silencio en el documental “Un minuto de silencio”, que se exhibe en Santa Cruz y que hace un repaso de los acontecimientos de 2003, que acabaron con su salida del Gobierno. En Massachusetts y en Washington, a Goni se lo ve en diferentes momentos: vestido con un abrigo, una chalina y una sudadera en una primera aparición, con ropa informal en su estudio en la segunda y con un traje formal en un tercer escenario.En todos, con algunos kilos menos que cuando dejó el Gobierno y con la huella de los años en el rostro.

El Gobierno y el FMI

Tanto Sánchez de Lozada como Alfonso Revollo, su ex ministro de Capitalización, revelan que el Gobierno soportó presiones de la embajada de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional.

Goni recuerda que, cuando Evo obtuvo la segunda mayor votación en las elecciones de 2002, se produjo una corrida de dólares de los bancos y la gente dejó de tributar, poniendo en aprietos a su Gobierno. Por eso, le pidió un crédito de $us 150 millones a Estados Unidos, a través de su presidente George Bush. En ese momento, en las calles se rechazaba la posibilidad de exportar gas a California a través de Chile. No obstante, Alfonso Revollo admite que voceros del FMI presionaron al Gobierno de Bolivia para que concrete la exportación de hidrocarburos a cambio del dinero que se había solicitado a EEUU. Goni complementa que el FMI presionaba siempre al Ejecutivo.

Expiando culpas

Goni, de quien su Vicepresidente afirma que no tuvo una buena lectura de la realidad, expía culpas: “Debí escuchar, darme cuenta de que había cambios. Ir pueblo por pueblo para escuchar”, afirma el expresidente y concluye que, aunque tuvo la oportunidad de gobernar desde Santa Cruz, donde tenía respaldo, optó por irse para evitar una guerra civil. “Vi que habíamos perdido y renuncié”, señala.

Diferente es la mirada de su exministro de Gobierno, Carlos Sánchez Berzaín, que se declara culpable de no haberse quedado. “El error más grande fue dejar el poder. El mayor delito fue abandonar la democracia. Había que resistir, porque la democracia se defiende”. Los exministros de Goni: Carlos Sánchez Berzaín y Javier Tórrez Goitia coinciden en que hubo una acción deliberada para sacarlos del poder y argumentan que nunca se anunció oficialmente la exportación de gas por Chile y que a pesar de eso, las protestas rechazaron esa posibilidad y se llamaron la guerra del gas.

Por su lado, los exvicepresidentes Carlos Mesa y Víctor Hugo Cárdenas expresan su mirada crítica. El primero relata cómo fue la ruptura de su relación con el Gobierno, el día que hubo 27 muertos en los enfrentamientos, cuando le dijo a Goni que haga una consulta para exportar gas y llame a una Constituyente y tuvo como respuesta una negativa. Cárdenas, por su lado, no se explica por qué Goni buscó un segundo mandato que empañó los éxitos del primero.

La voz de los que protestaron

En el documental también se escucha la voz de Felipe Quispe, que revela que aconsejó que los campesinos usen las armas, antes de que se produzcan los enfrentamientos y habló de las estrategias de protesta: primero pulga y después hormiga. A su vez, Roberto de la Cruz admite que la estrategia tenía como fin la expulsión de Goni.

El vicepresidente Álvaro García Linera refiere que los gobiernos neoliberales eran discriminadores y que el pueblo se dio cuenta que podía pasar de gobernado a gobernante.

En el filme se pone énfasis en el poder de los cocaleros, cuyo máximo representante es precisamente Evo Morales.

Tipnis

El documental muestra la lucha de los indígenas del oriente para frenar la construcción de la carretera que atravesaría el Tipnis. Junto con imágenes de la represión, se ven testimonios de mujeres, hombres y niños que cuentan cómo los golpearon la del 25 de septiembre de 2011.

Se exhibe en Cinecenter y en el cine Bella Vista. Comienza y acaba con un minuto de silencio, el que pidió Evo Morales, cuando fue posesionado como presidente de Bolivia, en honor a los muertos de 500 años de lucha de los indígenas por llegar al poder

Se elogia los testimonios de Vincentini

Después de ver Un minuto de silencio, el documental de 88 minutos dirigido por el italiano Ferdinando Vicentini, queda una sensación de que todo cambia para que nada cambie en el público promedio, no ligado a la política ni a su análisis. “Eso es lo triste y deprimente: antes, Goni estranguló al país y, de ahí para adelante vino Evo, el MAS y sus planes de ampliar el sembradío de coca por el Tipnis”, dice un espectador que asistió al estreno y que está ligado más a la cultura que a la política.

Otro, un empresario, cree que la cinta de 88 minutos es importante “por el hecho de desmitificar el régimen” y de alentar a la gente “a perder el miedo” al Gobierno de Evo Morales.

Visiones

Vicentini relata con testimonios primiciales cómo cayó el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, cómo llegó al poder Evo Morales y luego salta hacia la represión de Chaparina.

Esto, para el analista político Pablo Javier Deheza, es una interesante provocación en un año electoral. Deheza elogia los testimonios conseguidos por el italiano y logra identificar cuatro voces narrativas: los que detentaban el poder hasta 2003, los que eran contrapoder en ese entonces y cómo se transforman las visiones y voces cuando los roles se invierten.

“Tal vez la moraleja del director sea que la parte excluida, la porción de la sociedad históricamente relegada, sigue siendo tratada igual por los que tienen el poder. Es una visión discutible”, explica Deheza.

Para Hugo Siles, concejal suplente por el MAS, es interesante ver a Goni, al exministro de Capitalización Alfonso Revollo y a Carlos Sánchez Berzaín explicando por primera vez el proceso de caída de su Gobierno. También cómo queda al desnudo el poder de la embajada de EEUU en su momento. Cree que la película trata de hacer un paralelismo entre la caída de Goni y Chaparina, pero critica que no se tome unos minutos para hablar de las conquistas alcanzadas en el Gobierno de Morales, ni cómo cambió la relación entre Bolivia y EEUU tras su llegada al poder.

“Así lo hubiera sentido más equilibrado”, opinó Siles