Una nominación a los Oscar para cambiar la historia de humillaciones y mentiras de los indígenas en Hollywood

El País
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Los asesinatos de la luna

Lily Gladstone hará historia cuando camine este domingo por la alfombra roja de los Oscar, más allá de si abandona o no el teatro Dolby de Los Ángeles con una estatuilla en la mano. La sola presencia de la actriz, de 37 años, con sangre de las etnias Siksikaitsitapi y Niimi’iipu, es un nuevo capítulo en la tortuosa y larga relación entre Hollywood y los indígenas estadounidenses. Una conexión, escrita en la memoria cinematográfica a base de wésterns, también marcada por humillaciones, manipulaciones y mentiras.

Gladstone interpreta en Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese, a Mollie Kyle, una mujer de la tribu osage de Oklahoma que se casa con un hombre blanco, en una historia inspirada en hechos reales. Kyle ve cómo la tragedia comienza a golpear a su familia tras conocerse que su reserva indígena está sobre unos depósitos petroleros. El wéstern de Scorsese, el primero en la legendaria carrera del director de 81 años, es una de las cintas favoritas, con 10 nominaciones, solo superada por Pobres criaturas y Oppenheimer. Gladstone tiene más probabilidades de triunfar en las categorías de actuación.

Aunque salga derrotada de la gala del domingo, Gladstone no se irá de la temporada de premios con las manos vacías. Ganó un Globo de Oro y el reconocimiento del sindicato de actores, el SAG-AFTRA. “Esto es para todo infante en las reservas, para todos los niños urbanos y para todos los pequeños niños nativos que tienen un sueño”, dijo tras recoger el premio en enero.

La frase reflejaba mucho de la experiencia personal de la actriz, quien vivió hasta los 11 años en una reserva de pies negros en Montana. Su familia se mudó entonces a un suburbio al norte de Seattle, donde se apasionó por el ballet y comenzó a vincularse a grupos de teatro comunitario. En 2016 formó parte del elenco de Certain Women, de Kelly Reichardt, una celebrada cineasta independiente. Allí fue donde Scorsese vio su potencial después de que Ellen Lewis, su directora de casting, le recomendara la película.

Gladstone es la primera nativa estadounidense que llega a la categoría de Mejor Actriz, y la tercera indígena nominada, después de la neozelandesa Keisha Castle-Hughes, por Whale Rider, y la mexicana Yalitza Aparicio, por Roma. Su presencia en la gran noche de Hollywood es una anomalía estadística. Los indígenas nativos apenas tienen representación en la industria. Han tenido solo 133 papeles con parlamentos entre unos 62.000 roles en películas de los últimos 16 años. Es el 0,25%, de acuerdo a un informe de diversidad publicado por la Universidad del Sur de California, que califica el porcentaje entre “descorazonador y trágico”. Esto a pesar de que el 2,8% de los estadounidenses, unos 9,6 millones de personas, aseguran tener algún tipo de herencia indígena.

Algo similar iba a suceder con Gladstone. Mollie, su personaje, aparecía solo en tres escenas en el primer guion que vio, en 2019. Pero Scorsese aprovechó la pandemia para cambiar el punto de vista de la historia y centrarlo en el matrimonio con Ernest, interpretado por Leonardo DiCaprio. En la ceremonia también estará presente Scott George, quien interpretará en directo el tema final de la cinta, Wahzhazhe, que está nominada a mejor canción.

Los indios estadounidenses no han sido convidados a la supuesta gran fiesta de la diversidad puesta en marcha por la industria. El estudio universitario asegura que solo 64 actores de etnias indígenas trabajaron en las 1.600 películas realizadas entre 2007 y 2022. Hombres fueron 45 y mujeres 19. Hubo un solo protagonista en ese periodo. “Los asesinos de la luna tiene una importancia más allá de lo que puede informar la prensa. Representa una oportunidad crítica para poder ver una historia centrada en la experiencia de una mujer nativa y para todas las que desean trabajar en Hollywood”, asegura la autora del informe, Stacy Smith.

Si Gladstone sube al escenario será la primera gran noche estelar de los indios estadounidenses en los Oscar desde 1973, cuando Sacheen Littlefeather se colocó bajo los reflectores de la ceremonia para rechazar el premio que Marlon Brando había obtenido por El Padrino. “Aquella noche hubo una conmoción detrás del escenario”, contó la activista en 2022, cuando la Academia del cine le organizó un homenaje para pedirle disculpas. Brando boicoteó los premios por el tratamiento de la industria a los nativos americanos y por la instalación de una base militar en un territorio sioux de Dakota del Sur. El periodista de The New Yorker Michael Schulman recuerda brevemente el episodio en su libro Oscar Wars, publicado el año pasado. “Aunque fue ridiculizado, el ardid fue un triunfo para el activismo tipo guerrilla, y abrió la puerta a décadas de discursos políticos en la noche de los Oscar”, escribió.

La historiadora y crítica del cine Farran Smith Nehme discute la versión de que John Wayne estuvo a punto de abalanzarse contra Littlefeather en la ceremonia. Pero Clint Eastwood, quien ha tomado el testigo de Wayne como el conservador de Hollywood, se mofó del gesto al entregar el último Oscar de la noche: “No sé si debo presentar este premio en memoria de todos los vaqueros que han sido asesinados en las películas de John Wayne”.

Hay que remontarse a 1971, dos años antes del episodio de Littlefeather, para encontrar al primer nativo estadounidense reconocido por Hollywood. El canadiense Dan George, jefe de la tribu tsleil-waututh, fue nominado como Mejor Actor de Reparto por Pequeño Gran Hombre, pero perdió. Pasaron décadas hasta que otro indio, Graham Greene, volviera a ser nominado por Bailando con lobos, que arrasó en 1991 con siete estatuillas. Greene se fue en blanco. La categoría de actor secundario fue para Joe Pesci, Goodfellas (Uno de los nuestros).

Indios que no lo son

Littlefeather murió en octubre de 2022, semanas después del homenaje que le hizo la Academia. El San Francisco Chronicle publicó más adelante una entrevista con las hermanas biológicas de la supuesta activista apache. “Es un fraude. La familia de mi padre vino de México y mi papá nació en Oxnard (al noroeste de Los Ángeles)”, aseguró Trudy Orlandi. “En su mente era más prestigiosa ser una india estadounidense que hispana”, añadió al diario.

Esta controversia no es poco común en Hollywood, donde la identidad puede ser un factor para diferenciarse en un ambiente muy competido. Lo mismo sucedió con Iron Eyes Cody, actor fallecido en 1999 que participó en un centenar de wésterns, entre ellos Toro Sentado (1954) y Rostro Pálido (1948), además de un popular anuncio televisivo de 1971 donde se le veía derramar una lágrima ante un paisaje lleno de basura y contaminación. Una investigación periodística reveló en 1996 que no tenía ningún vínculo con tribus indias y que, en realidad, era hijo de migrantes sicilianos nacido en Luisiana.

Uno de los casos más recientes sucedió en marzo del año pasado. Una organización llamada Alianza Tribal contra los fraudes denunció a Heather Rae, una productora independiente que aseguró durante décadas tener sangre cheroqui, una afirmación que la ayudó a formar parte del Programa Indígena de Sundance y de otro de la Academia enfocado en la diversidad. El grupo activista aseguró que Rae venía de seis generaciones de blancos, lo que la forzó a someterse a análisis genéticos y modificar su narrativa para considerarse ahora “aliada” de las etnias.