Una ópera prima, una editorial pequeña y un finalista argentino para el Pulitzer

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Foto: Sonny Figueroa/The New York Times

Håkan Söderström, el imponente héroe de la novela de Hernán Díaz, In the Distance, hace su entrada triunfal ascendiendo por la primera página a través de un vacío en forma de estrella sobre una planicie amorfa del níveo hielo de mar. Con cabello largo, barba cana, retorcido y desnudo, se impulsa para trepar el témpano y camina con las piernas encorvadas hasta una goleta atrapada en el hielo, cargando un rifle y un hacha. Estamos en alguna parte, en ninguna parte, en el norte congelado.

También es en ninguna parte donde al parecer surgió la primera novela de Díaz, In the Distance. No tenía agente cuando participó en la convocatoria abierta que lanzaba la editorial sin fines de lucro Coffee House Press de Minneapolis, que publicó la novela en octubre pasado. En abril, Díaz fue uno de los finalistas del Premio Pulitzer y el Premio PEN/Faulkner de ficción, con lo que logró que los críticos literarios de todo el país se preguntaran: ¿quién es?

Díaz es un académico de la Universidad de Columbia, criado en Argentina y Suecia; estudió en Londres y Nueva York y vive en Brooklyn. Su libro trata de un inmigrante sueco con una complexión inusual que viaja a través de la frontera desértica de Estados Unidos entre la Fiebre del Oro y la guerra civil.

Aunque gran parte de sus elementos son conocidos hasta el punto de ser un lugar común (cantinas, vagones de tren, indios y buscadores de oro), la novela no lo es. Díaz ha estudiado ampliamente la literatura estadounidense, gran parte de la cual surgió durante el siglo XIX, lo que le permitió desmenuzar hábilmente un género clásico. El mecanismo reconstruido es diseño propio y se mueve en direcciones inesperadas: del oeste al este, en círculos, debajo de la tierra y al norte hasta Alaska.

Todo eso convierte a In the Distance en un logro sin precedentes: un wéstern original.

“Se basa en trabajos previos muy importantes”, dijo Chris Fischbach, editor de Díaz en Coffee House Press: “Se trata de un libro modernista en el sentido de que absorbe todos estos fragmentos y los utiliza para recrear un nuevo mundo, una nueva obra de arte”.

“Se fundamenta en los hombros de muchos gigantes”, dijo Chris Fischbach, editor de Díaz en Coffee House Press: “Es un libro modernista en el sentido de que absorbe todos estos fragmentos y los utiliza para recrear un nuevo mundo, una nueva obra de arte”.

En una entrevista reciente en un apartamento soleado en Brooklyn Heights que Díaz comparte con su esposa, Anna, una cineasta, y su hija, Elsa, de 7 años, habló acerca del desconcierto que lo llevó a Håkan.

Dijo que le sorprendía la ausencia de novelistas de wésterns dentro del canon estadounidense. ¿Quién más, además de Zane Grey y Louis L’Amour y una olvidada hermandad de novelistas del género pulp? ¿Quién, además de Larry McMurtry y Cormac McCarthy? Y, si esos contemporáneos escriben antiwésterns, ¿dónde están los wésterns contra los que escriben?

“Escriben en contra de John Ford, supongo”, respondió Díaz.

Explica que es extraño que la novela wéstern no haya desarrollado todo su potencial, dada la manera en que el género acoge los mitos más poderosos de Estados Unidos respecto a sí mismo. Los wésterns, continuó, embellecen “los peores aspectos del impulso imperial del país” -la brutalidad en contra de la naturaleza, el racismo genocida, “todo el asunto machista, la posición de la mujer, la violencia frívola y así sucesivamente”-.

Debemos aclarar que Díaz es un escritor de wésterns que odia las armas. Afirmó que le molestó pensar que al contar la historia de Håkan tendría que imaginar y describir actos de violencia asesina. “Estuve a punto de no escribir el libro”, dijo. “Pero sabía que tenía que haberle sucedido algo muy malo para hacer de la trama algo verosímil”.

Håkan es un muchacho sueco que vive en un lugar remoto y que abandona su hogar junto con su hermano mayor, Linus, para dirigirse a la metrópolis estadounidense que llaman Nujårk. Sin embrago, pierde a Linus en un embarcadero en Portsmouth, Reino Unido, aborda el barco equivocado y termina en San Francisco. Decide reunirse con su hermano caminando a través de todo el continente, avanzando a contracorriente de la migración hacia el oeste y la conquista continental.

No habla inglés y por momentos el lector está tan desorientado como Håkan. Palabras aisladas flotan en un río de jerigonza fronteriza: Frawder thur prueless rare shur per thurst. Mirtler freckling thow. Pero Håkan aprende rápido. Conoce a algunas personas: una misteriosa mujer que viste un corsé y tiene el cabello ambarino y labios rojo oscuro, como una prostituta con corazón de carbón; un minero demente; un ecologista obsesivo que se sumerge en piscinas alcalinas buscando protoorganismos imaginarios; hacendados, veteranos de la guerra civil vagantes y un alguacil siniestro.

Håkan se muere de hambre y sed. Sobrevive y crece, hacia una dolorosa sabiduría y, de manera inexplicable, hasta alcanzar un tamaño colosal. A pesar de los asesinatos y mutilaciones que comete y de convertirse en un notable forajido, está harto y destruido por su propia violencia.

El lector, absorto, se plantea preguntas urgentes. ¿Acaso el perdido Håkan sorteará el Misisipi y superará a Huckleberry Finn yendo hacia el lado contrario? ¿Encontrará a Linus en el ennegrecido bullicio del Brooklyn de Walt Whitman o la vorágine de inmigrantes de Five Points? ¿Cómo es que termina en Alaska?

Y en primera instancia, ¿cómo pronuncias Håkan? Haz boca de pescado y deslízate por las vocales: [Ju-o-ak-kan].

Díaz nació en Buenos Aires en 1973. Su madre era psicoanalista; su padre, un cineasta que se involucró en la política trotskista, lo cual puso en peligro a la familia luego del golpe de Estado en Argentina, cuando Hernán tenía 2 años. Huyeron a Estocolmo. Mudarse a ese lugar y luego regresar a Argentina de niño le dio a Díaz una dosis doble de distanciamiento inmigrante; las secuelas emocionales del aislamiento y el acoso escolar parecen hacer eco en la historia del solitario Håkan.

A diferencia de su héroe imponente, Díaz tiene una complexión delgada, una amplia sonrisa y una expresión que cobra intensidad a medida que escucha y sopesa sus palabras, las cuales pronuncia con una veloz precisión. Es director adjunto del Instituto Hispánico en Columbia, donde edita la Revista Hispánica Moderna, o RHM. Su libro más reciente fue un estudio sobre Jorge Luis Borges: Borges, Between History and Eternity.

Entre las ideas que Díaz combate con In the Distance está aquella de que para escribir convincentemente acerca de un lugar en algún momento tienes que visitarlo.

Él no lo hizo. No alquiló un auto ni llevó un GPS: “Había algo que me parecía corrupto y deshonesto respecto a vivir la experiencia del sufrimiento del protagonista, pero con aire acondicionado”, dijo. “Defiendo la idea de leer en lugar de investigar, que sigue todo un protocolo que no creo que se aplique a la literatura, que tiene su propia relación con la verdad”.

En lugar de eso leyó bastante y a conciencia, y escribió el libro en Brooklyn y Manhattan. Sabía que trabajaba dentro una vieja tradición. Muchos de los primeros wésterns fueron escritos por hombres para quienes “ir hacia el oeste” significaba cruzar el río Rin. Entre ellos está el escritor alemán de wésterns con receta, Karl May, y Franz Kafka (América). Arthur Conan Doyle situó parte de Estudio en escarlata en el estado mormón de Utah.

Díaz tuvo en cuenta los riesgos de cometer errores históricos garrafales (Kafka imaginó a la Estatua de la Libertad sosteniendo una espada) y los consideró tolerables. Creó una historia extraña que transporta al lector, una historia que se acerca al realismo mágico, pero jamás entra en su reino. Håkan es un sueco descomunal, pero no es un gigante bíblico. Montado sobre un caballo suficientemente grande para él, puede avanzar lentamente por la calle principal sin causar pánico.

Algunos personajes se desvían hacia el anacronismo, como el opulento enólogo, una especie de Francis Ford Coppola finlandés que vive en una propiedad sacada de Architectural Digest, o Asa, el tipo bueno de una pandilla de malos y que ama cocinar. Él comparte con Håkan algunas escenas ambiguamente tiernas de apego masculino, así como su receta para el asado de codorniz.

Extraño. Pero hay que concederle lo siguiente a Díaz: es una rareza ante la que el lector está dispuesto a rendirse, gracias a la poderosa belleza de sus palabras y a su capacidad para mantener las extrañas aventuras de Håkan en algún lugar dentro de lo posible. De este modo, cuando te enfrentas a una oración como la siguiente: “Håkan intentó ordeñar al león”, la lees sin detenerte a pensarlo.

La gran virtud de In the Distance es su extrañeza conmovedora, además de las desgarradoras evocaciones de la soledad y el sufrimiento de su personaje principal, así como su capacidad de crear refulgentes paisajes mentales de espacios abiertos, a partir de vacíos que nunca lo están.

“Todo podría suceder”, afirmó Fischbach. “Probablemente no sucedería”.