‘Estamos capitalizando la oportunidad’: las petroleras estatales entran en acción

Por Clifford Krauss | The New York Times
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Petroleo

En Medio Oriente, África y Latinoamérica, las empresas públicas incrementan su producción de petróleo y gas natural cuando las compañías europeas y estadounidenses producen menos debido a las preocupaciones climáticas.

Después de años de bombear más petróleo y gas, los gigantes energéticos de Occidente como BP, Royal Dutch Shell, Exxon Mobil y Chevron están ralentizando su producción mientras cambian a las energías renovables o reducen costos después del impacto ocasionado por la pandemia.

Sin embargo, eso no significa que el mundo vaya a tener menos petróleo, porque las empresas petroleras de estados en Medio Oriente, el norte de África y Latinoamérica están aprovechando los recortes de las compañías petroleras privadas para aumentar su producción.

Este enorme giro podría revertir la tendencia de la última década caracterizada por el aumento en la producción de petróleo y gas que convirtió a Estados Unidos en un exportador neto de petróleo, gasolina, gas natural y otros productos del petróleo, y lograría que el país se vuelva más dependiente de los países de la OPEP, donde abundan los líderes autoritarios y los lugares con inestabilidad política.

La iniciativa de los gobiernos de aumentar la producción de petróleo y gas implica que podrían pasar décadas antes de que disminuyan los suministros mundiales de combustibles fósiles, a menos que haya una caída drástica en la demanda de esos combustibles.

El presidente Joe Biden ha aceptado la idea de que Estados Unidos dependerá más del petróleo extranjero, al menos durante los próximos años. Su gobierno ha recurrido a la OPEP y sus aliados para estimular la producción con el fin de bajar los precios crecientes del petróleo y la gasolina, aunque busca limitar el crecimiento de la producción de crudo y gas en tierras y aguas federales.

El enfoque del gobierno es el resultado de dos prioridades en conflicto: Biden quiere que el mundo se aleje de los combustibles fósiles y, a la vez, busca proteger a los estadounidenses de un aumento en los precios de la energía. A corto plazo, es difícil lograr ambas metas porque la mayoría de la gente no puede remplazar con facilidad los autos de motor de combustión interna, las estufas de gas ni otros productos basados en los combustibles fósiles con versiones que funcionen con electricidad generada en turbinas de viento, paneles solares y otras fuentes renovables de energía.

Las petroleras de Occidente también están bajo presión de los inversionistas y los activistas ambientales que están exigiendo una transición rápida a las energías limpias. Algunos productores estadounidenses han declarado que están reacios a invertir más porque temen que los precios del petróleo vuelvan a caer o porque los bancos y los inversionistas están menos dispuestos a financiar sus operaciones. Como resultado, algunos están vendiendo secciones de sus imperios de combustible fósil o simplemente invierten menos en nuevos yacimientos de petróleo y gas.

Esto ha creado una gran oportunidad para las empresas petroleras de propiedad estatal que no tienen tanta presión para reducir sus emisiones, aunque algunas también están invirtiendo en energías renovables. De hecho, sus amos políticos a menudo quieren que estas petroleras aumenten la producción para reducir la deuda, financiar programas gubernamentales y generar empleos.

Saudi Aramco, el principal productor de petróleo en el mundo, ha anunciado que planea aumentar al menos 1 millón de barriles al día a la capacidad de producción de crudo para llegar a 13 millones en 2030. Este año, Aramco aumentó en 8000 millones de dólares su inversión en exploración y producción, para alcanzar un total de 35.000 millones de dólares.

“Estamos capitalizando la oportunidad”, le comentó hace poco el director ejecutivo de Aramco, Amin Nasser, a un grupo de analistas financieros. “Por supuesto que estamos intentando beneficiarnos de la falta de inversiones por parte de los actores importantes en el mercado”.

Aramco no solo cuenta con enormes reservas sino que puede producir petróleo de manera mucho más barata que las empresas occidentales porque su crudo es relativamente fácil de extraer del subsuelo. Así que incluso si la demanda decrece por un cambio rápido hacia los autos y camiones eléctricos, Aramco probablemente podrá extraer petróleo durante muchos años o décadas más que muchas empresas energéticas occidentales.

“Las empresas estatales están tomando su propio rumbo”, dijo René Ortiz, exsecretario general de la OPEP y exministro de Energía en Ecuador. “No les importa la presión política a nivel mundial para controlar las emisiones”.

Las petroleras estatales en Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Irak, Libia, Argentina, Colombia y Brasil también planean aumentar la producción. Según los expertos en energía, si los precios del petróleo y el gas natural permanecen altos o aumentan, más naciones productoras se sentirán tentadas a incrementar el suministro.

En 2040, la participación en el mercado mundial del petróleo de las 23 naciones que pertenecen a la OPEP Plus, un grupo que dominan las empresas petroleras de algunos Estados de la OPEP y países aliados como Rusia y México, crecerá de un 55 por ciento a un 75 por ciento, según Michael Lynch, presidente de Strategic Energy and Economic Research en Amherst, Massachusetts, y asesor ocasional de la OPEP.

Si ese pronóstico se cumple, Estados Unidos y Europa podrían volverse más vulnerables a la agitación política de esos países y a los caprichos de sus gobernantes. Algunos líderes y analistas europeos sostienen desde hace tiempo que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, utiliza las inmensas reservas de gas natural de su país como garrote, una queja que se volvió a mencionar hace poco porque los precios del gas europeo han alcanzado máximos históricos.

Otros productores de gas y petróleo como Irak, Libia y Nigeria son inestables y su producción puede aumentar o caer con rapidez según quién esté en el poder y quién intente tomar el poder.

“Con la adopción de una estrategia para producir menos petróleo, las empresas petroleras de Occidente les cederán el control del suministro a empresas nacionales de petróleo en países que podrían ser socios comerciales menos confiables y tener regulaciones ambientales más débiles”, comentó Lynch.

Depender en exceso del petróleo extranjero puede ser problemático porque puede limitar las opciones de los formuladores de política de Estados Unidos cuando se disparen los precios de la energía lo cual, en la práctica, obligaría a los presidentes a rogarle a la OPEP que produzca más petróleo. Y les da una mayor influencia a los países productores de petróleo sobre Estados Unidos.

“Ahora que las empresas estadounidenses de esquisto no responderán con inversiones frente a los precios más altos por razones económicas, dependemos de la OPEP, ya sea que esté dispuesta a liberar la producción de reservas o no”, comentó David Goldwyn, un alto funcionario de energía en el Departamento de Estado del gobierno de Obama. Goldwyn comparó el momento actual con el de 2000, cuando el secretario de Energía, Bill Richardson, “le dio la vuelta al mundo para pedirles a los países de la OPEP que liberaran la capacidad de reserva para aligerar la presión de los precios”.

Esta vez, las empresas energéticas estatales no solo buscan producir más petróleo en sus territorios, sino que muchas se están expandiendo al extranjero.

En meses recientes, Qatar Energy invirtió en varios yacimientos costeros de África, mientras que la empresa nacional de gas de Rumania le compró un bloque de producción costera a Exxon Mobil. Según los expertos en energía, si las empresas occidentales siguen vendiendo reservas contaminantes como arenas bituminosas de Canadá, se puede esperar que las empresas estatales intervengan.

“Hay muchas frutas maduras que pueden recoger las empresas nacionales”, comentó Raoul Le Blanc, un analista petrolero en IHS Markit, una firma de consultoría e investigación. “Es una oportunidad inmensa para que se conviertan en actores internacionales”.

Kuwait anunció el mes pasado que planeaba invertir más de 6000 millones de dólares en exploración durante los próximos cinco años para aumentar la producción de los 2,4 millones actuales a cuatro millones de barriles por día.

Este mes, los Emiratos Árabes Unidos, un importante miembro de la OPEP que produce cuatro millones de barriles de petróleo al día, se convirtió en el primer estado del Golfo Pérsico en comprometerse a cero emisiones netas de carbono para 2050. Pero el año pasado ADNOC, la empresa petrolera nacional, anunció que invertiría 122.000 millones de dólares en nuevos proyectos de petróleo y gas.

Irak, el segundo mayor productor de la OPEP después de Arabia Saudita, ha invertido fuertemente en los últimos años para impulsar la producción de petróleo, con el objetivo de aumentar la producción a ocho millones de barriles por día para 2027; su producción actual es de cinco millones de barriles diarios. El país está sufriendo disturbios políticos, cortes de energía y puertos inadecuados, pero el gobierno ha hecho varios acuerdos importantes con compañías petroleras extranjeras para ayudar a la compañía estatal de energía a desarrollar nuevos campos y mejorar la producción de los antiguos.

Incluso en Libia, donde las facciones en guerra han paralizado la industria petrolera durante años, la producción va aumentando. En meses recientes, el país ha estado produciendo 1,3 millones de barriles por día, el máximo de los últimos nueve años. El gobierno apunta a aumentar ese total a 2,5 millones en seis años.

Las compañías petroleras estatales de Brasil, Colombia y Argentina también están trabajando para producir más petróleo y gas y así aumentar los ingresos de sus gobiernos antes de que la demanda de petróleo caiga a medida que los países más ricos vayan reduciendo el uso de combustibles fósiles.

Después de años de frustrantes decepciones, la producción de petróleo y gas en Vaca Muerta en Argentina ha aumentado este 2021. El lugar nunca había suministrado más de 120.000 barriles de petróleo en un día, pero ahora se espera que termine el año con 200.000 diarios, según Rystad Energy, una firma de investigación y consultoría. El gobierno, que es considerado un líder climático en América Latina, ha propuesto una legislación que alentaría aún más la producción.

“Argentina está preocupada por el cambio climático, pero no lo entiende como su responsabilidad principal”, dijo Lisa Viscidi, experta en energía del Diálogo Interamericano, una organización de investigación de Washington. Y, para explicar el punto de vista argentino, agregó: “El resto del mundo a nivel mundial necesita reducir la producción de petróleo, pero eso no significa que nosotros en particular tengamos que cambiar nuestro comportamiento”.

 

Clifford Krauss es corresponsal nacional de negocios de energía con sede en Houston. Se unió a The Times en 1990 y ha sido jefe de la corresponsalía en Buenos Aires y Toronto. Es autor de Inside Central America: Its People, Politics, and History. @ckrausss