La brecha de género nace en casa, no en el trabajo, y otras 5 enseñanzas de la premio Nobel de Economía

Inma Benedito | Business Insider
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Claudia Goldin
Foto: Harvard University

Las mujeres siempre han trabajado, aunque no siempre les pagaron por ello. Las tareas del hogar constituyen un empleo fuera del circuito laboral remunerado, y por eso es en casa, y no en la empresa, donde nace la brecha de género.

Es una de las conclusiones del trabajo de la estadounidense Claudia Goldin (Nueva York, 1946), catedrática de Economía en la Universidad de Harvard, que ha recibido hoy el premio Nobel de Economía 2023, otorgado por la Real Academia de las Ciencias sueca.

El jurado reconoció a Goldin por sus estudios pioneros sobre la brecha de género y por “avanzar nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral”. En las 55 ediciones de los premios Nobel, solo otras dos mujeres habían obtenido el galardón de Economía (Elinor Ostrom y Esther Duflo), y Goldin es la primera que lo recibe en solitario. Una prueba más de la brecha de género.

Pero, ¿qué es lo que dice Goldin?

1. El primer relato completo de las mujeres en el mercado laboral

A pesar de la modernización de la economía a lo largo del siglo XX, del crecimiento económico y del aumento del número de mujeres en el mercado laboral, la brecha salarial es una realidad patente todavía a día de hoy.

Según la academia sueca, Goldin “ha proporcionado el primer relato completo de los ingresos de las mujeres y la participación en el mercado laboral a lo largo de los siglos”.

“La brecha salarial de género siempre ha existido. Hasta la Biblia la mencionaba, así que no soy la primera que la descubrí. Las diferentes en los empleos de hombres y mujeres, en su preparación, y su experiencia previa han sido extremadamente importantes en el pasado”, decía Goldin en esta entrevista

Fue a finales de los 90 cuando la catedrática de Economía publicó Understanding the gender gap – An Economic History of American Women (Entendiendo la brecha de género, una historia económica de las mujeres estadounidenses), un estudio en el que analiza la brecha salarial en EEUU con una perspectiva histórica.

La cuestión, reflexionaba Goldin, es que hoy en día hombres y mujeres tienen niveles similares de educación. Por lo tanto, se preguntaba, ¿por qué la brecha de género sigue existiendo si cuando entran en el mercado laboral parten de la misma casilla de salida?

2. Una crítica a la explicación tradicional

Una de las aportaciones de Goldin en ese estudio fue poner en tela de juicio la versión hegemónica sobre por qué existe la brecha salarial entre hombres y mujeres.

“Los factores cruciales que han reducido las diferencias de género tienen que ver con lo que está ocurriendo en el entorno de los individuos, más que con los propios individuos. Sobre todo, se debe a cambios educativos que dan a las mujeres el empoderamiento necesario para desarrollar sus carreras profesionales”, dice Goldin.

3. La brecha nace en casa…

Precisamente la explicación tradicional sitúa el origen del sesgo de género en el mercado laboral. Pero Goldin matiza este argumento: “No hay duda de que existen muchos malos comportamientos en nuestros lugares de trabajo y deberíamos hacer todo lo posible para eliminarlos, pero esta no es la causa principal de la desigualdad salarial de género”. 

En lugar de eso, “la causa es la misma que produce la inequidad en la pareja. Si una pareja tiene hijos que requieren cuidados, uno de los miembros de la pareja se suele responsabilizar de atender sus necesidades en casa, mientras que el otro está más pendiente de las necesidades del trabajo”. 

Por lo general, las mujeres han asumido el papel de atender las necesidades del hogar, mientras que los hombres han estado más volcados en el trabajo. Esta situación se agrava con la llegada de la maternidad: 

“Hemos averiguado que buena parte de esa diferencia es debido al parón de las mujeres cuando tienen hijos. Algunos sectores y ocupaciones penalizan las jornadas de menos horas y o el menor nivel de experiencia acumulada que otros”.

Para Goldin, la solución no solo pasa por políticas de empresa, sino por el reparto de cargas en casa: “sugiero que los hombres deben decirles a sus empresas que no quieren perderse el partido de fútbol de los domingos de su hija o el concierto de sus hijos del sábado por la tarde. Cuando los hombres se pongan firmes con eso, sus empleadores encontrarán otra forma de gestionar sus empresas que asume que los trabajadores deben tener horarios racionales”.

4.  … pero creció más con el boom del empleo de oficina

Las investigaciones llevaron a Goldin a concluir que la brecha de género ha crecido todavía más al calor del boom del empleo de oficina. Su trabajo recorre la evolución de la participación de las mujeres en el mercado laboral, y cómo esta cambió con el auge y caída de varios sectores, como la agricultura, la industria o los servicios.

El crecimiento de los trabajos administrativos, un mundo donde se valora el presentismo por encima de las horas productivas, aumentó esos desequilibrios entre empleados y empleadas: “Los hombres están desproporcionadamente disponibles para hacer largas jornadas en el trabajo, mientras que las mujeres están desproporcionadamente disponibles para dedicarse a tareas del hogar”, decía Goldin.

Estos desequilibrios, cuando hablamos de la maternidad y conciliación, se agravan en algunos sectores: “lo que vemos es que los sectores empresariales y financieros son los que más penalizan esos parones o los que no ofrecen empleos con horarios controlados”.

5. El impacto de la píldora anticonceptiva en la educación

Goldin también ha estudiado el impacto de la píldora anticonceptiva en mujeres de todas las edades. “En su día analizamos el impacto en las mujeres jóvenes y en las solteras. En Estados Unidos esas mujeres consiguieron incluso obtener recetas para la píldora antes de que estuviera aprobada como anticonceptivo y se usara de forma más habitual”. 

“Encontramos una clara relación causal entre la posibilidad de una mujer de usar la píldora y la edad a la que contraía matrimonio por primera vez y también su empeño en obtener educación superior. A más accesibilidad de la píldora, los primeros matrimonios se producían a una edad más alta y las mujeres accedían en mayor medida a estudios superiores”.

Claudia Goldin es licenciada en Economía por la Universidad de Cornell y doctorada por la Universidad de Chicago. 

En su extensa carrera docente, Goldin ha pasado por Wisconsin, Princeton, Pensilvania y, desde 1990, es profesora en Harvard. También es integrante de la prestigiosa Oficina Nacional de Investigación Económica desde hace más de tres décadas, donde cuenta con publicaciones sobre otras brechas como la tecnológica, la educativa o la migratoria. En 2019 recibió el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas.