La crisis de Rusia y Ucrania está sacudiendo los mercados y las carteras de valores

Por Jeff Sommer | The New York Times
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Los mercados globales por lo general se debilitan a medida que se aproximan las guerras, se fortalecen mucho antes de que estas terminen y reaccionan ante las calamidades de la humanidad con asombrosa indiferencia.

Al menos, ese ha sido un patrón común a lo largo de la historia. Y, con algunas importantes salvedades, parece que esto es lo que se está manifestando ante la agresión más reciente de Rusia contra Ucrania.

El presidente de Rusia, Vladimir V. Putin, ya ha sacudido los mercados de valores, bonos y materias primas en todo el mundo. El martes, se tambalearon las acciones de Estados Unidos y el índice S&P 500 cayó un uno por ciento en lo que Wall Street denomina corrección: un descenso de al menos diez por ciento desde su nivel máximo más reciente.

Este conflicto en ascenso ha modificado el valor de los fondos de inversión y los fondos cotizados en millones de cuentas de pensiones, incluso para personas que nunca han pensado mucho en Europa del Este y que nunca han invertido de manera directa en petróleo, gas u otras materias primas.

El anuncio que hizo Putin el domingo de que iba a reconocer la soberanía de dos regiones separatistas ucranianas dominadas por Rusia y ordenar el envío de soldados rusos significó un importante aumento del riesgo de que sucediera una guerra mucho más considerable.

No se sabe con exactitud hacia dónde podría encaminarse el conflicto, pero sí cuáles podrían ser las implicaciones a corto plazo para el mercado. “Las consecuencias para los mercados en el futuro cercano son relativamente sencillas”, señaló Claus Vistesen, economista principal de la eurozona para la empresa de investigación Pantheon Macroeconomics. “Los precios de los energéticos seguirán subiendo y las acciones seguirán cayendo”.

Desde luego que no todas las acciones han estado cayendo. Los precios del gas y del petróleo al alza han impulsado al sector energético que forma parte del índice S&P 500, el de mejor desempeño este año, y que hasta este lunes registraba un rendimiento del 21,8 por ciento. Esto se dio aun cuando el índice general, el cual casi siempre sirve como indicador del mercado de valores en su conjunto, ha caído 8,8 por ciento.

Las empresas energéticas como Halliburton, Occidental Petroleum y Schlumberger van a la cabeza en el S&P 500. Y los inversionistas estadounidenses tienen casi 140.000 millones de dólares guardados en fondos cotizados de materias primas, principalmente en los que se enfocan en la energía, como el fondo Energy Select SPDR de 35.000 millones de dólares, el cual registraba rendimientos del 23,4 por ciento hasta el día lunes.

Pero el mercado de valores general se ha visto afectado por una serie de problemas: temor de que suban las tasas de interés, de una inflación sofocante y de que siga habiendo cuellos de botella en la cadena de suministro. Es probable que las amenazas rusas contra Ucrania sacudan todavía más el mercado.

Aun así, los inversionistas a largo plazo con carteras bien diversificadas de acciones y bonos de alta calidad —ya sea que los posean de manera directa o a través de fondos cotizados y mutuos de bajo costo— tal vez puedan sortear esta crisis, como lo han hecho con muchas otras.

Aunque es común que, en medio de la turbulencia global, caigan las acciones, los bonos del Tesoro de Estados Unidos tienden a fortalecerse cuando los inversionistas buscan refugio y hacen subir sus precios. Los precios y los rendimientos de los bonos se mueven en dirección contraria y, debido a que las tasas de interés están al alza, los bonos del Tesoro han disminuido su valor este año. Pero en caso de una caída considerable de las acciones, casi siempre amortiguan los efectos a corto plazo en las carteras que los incluyen.

Sortear las tormentas en el mercado de valores ha sido una buena estrategia a largo plazo. Un año después del bombardeo de Pearl Harbor en 1941, el S&P 500 creció 15 por ciento; a un año de la invasión de Irak en 2003, subió 35 por ciento. La historia demuestra que tan solo un año después de la mayoría de las crisis que han sacudido el mercado de valores, el índice bursátil S&P 500 ha aumentado.

Las hostilidades rusas en Ucrania podrían ser el comienzo de algo mucho mayor: un cambio geopolítico que hunda al mundo en una Guerra Fría versión siglo XXI. Pero incluso si ese es el caso, las cifras duras sugieren que las implicaciones financieras para los inversores prudentes y diversificados que viven lejos de las zonas de peligro inmediato pueden no ser tan graves.

La Guerra Fría fue destructiva y debilitante para vastas poblaciones, pero fue un período excelente para los inversores en bolsa. Incluso durante las recesiones y las guerras regionales, el promedio industrial Dow Jones obtuvo un rendimiento extraordinario.

Aquí están los números, que calculé durante el largo fin de semana pasado por el feriado del Día de los Presidentes:

Desde el discurso del presidente Truman ante el Congreso, el 17 de marzo de 1948, en el que criticó lo que llamó la expansión del comunismo de la Unión Soviética en Europa del Este, hasta finales de diciembre de 1991, cuando la Unión Soviética dejó de existir, el Dow obtuvo un 10,05 por ciento, anualizado. En los aproximadamente 30 años transcurridos desde entonces, hasta el viernes, el Dow ha obtenido un 10,77 por ciento anual, un poco mejor que durante la Guerra Fría, pero no mucho.

El precio del petróleo ya es exorbitante: está cerca de los 100 dólares por barril, en comparación con los 65 dólares de hace un año, y es probable que suba más, sobre todo si Rusia lanza una invasión a gran escala y, en respuesta, Estados Unidos y sus aliados le imponen sanciones económicas severas.

Los precios del petróleo ya están afectando a los consumidores. Se reflejan en el costo de la gasolina, el principal indicador de la inflación en Estados Unidos, la cual, de acuerdo con la Asociación Estadounidense del Automóvil (AAA por su sigla en inglés), ya llegó a 3,53 dólares en promedio por galón. La inflación en Estados Unidos ya alcanzó el 7,5 por ciento, el nivel más alto en el país en 40 años.

Como escribió Caroline Bain, economista principal de materias primas en la empresa Capital Economics, el 16 de febrero: “Mucho dependerá de si Occidente impone sanciones a las compañías de energía rusas y/o si Rusia decide negarle a Occidente el suministro de energía”. Bain señaló que, en el peor de los casos, “los precios del gas y del petróleo fácilmente podrían aumentar al doble de manera temporal y el impacto en los precios del gas podría ser más perdurable”.

Dicho esto, Capital Economics y muchos otros analistas consideran que esa perspectiva tan preocupante es poco probable. Incluso si los precios de los energéticos siguen aumentando —en gran medida por la especulación en los mercados financieros—, es posible que, con base en la ley de la oferta y la demanda, desciendan con rapidez, explicó Edward L. Morse, director de investigación de materias primas a nivel global en Citigroup y exsecretario de Estado adjunto de política energética internacional.

Morse señaló que era poco probable que hubiese un “trastorno significativo y duradero en el suministro del petróleo o de gas natural rusos”, sobre todo porque ni a Rusia, ni a los consumidores europeos ni a Estados Unidos les conviene interrumpir el flujo de las exportaciones rusas.

Morse prevé un descenso en los precios del petróleo para fines de este año a menos de 65 dólares por barril y anticipa un suministro adicional que tal vez provenga de Irak, Venezuela, Estados Unidos, Canadá y Brasil. Además, con un acuerdo diplomático entre Estados Unidos e Irán, podrían añadirse más de un millón de barriles diarios.

Si la Reserva Federal y otros bancos centrales siguen adelante y endurecen la política monetaria para contener la inflación, la economía se desacelerará y disminuirá la demanda de energía. Lo anterior impulsaría aún más la reducción de los precios de los energéticos, explicó Morse.

El daño económico provocado por este conflicto podría escalar de maneras inesperadas. “Por supuesto que el mayor peligro son las consecuencias indeseadas que veremos”, comentó Morse.

Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos, Rusia no es solo una potencia en la producción de energía, sector en el que ocupa el tercer lugar en petróleo (detrás de Estados Unidos y Arabia Saudita) y el segundo lugar en gas natural (detrás de Estados Unidos).

También es uno de los productores más importantes del mundo de diamantes, minerales y metales, como el platino, el níquel, el aluminio, el cobalto, el cobre y el oro. Los precios de estas materias primas han estado subiendo, pero eso es lo de menos. El desabastecimiento de las materias primas rusas podría provocar más cuellos de botella en la cadena de suministro en Estados Unidos.

Por ejemplo, Rusia está en el primer lugar de la producción de paladio, un componente indispensable de los convertidores catalíticos que se requieren para reducir las emisiones contaminantes de los automóviles que usan gasolina, cuyos precios al alza ya han contribuido al aumento de la inflación en Estados Unidos. La empresa Norilsk Nickel, que podría entrar en la lista de sancionados por Occidente, se encarga de la extracción de gran parte del paladio ruso.

El martes, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, suspendió el gaseoducto de gas natural Nord Stream 2 que conecta a Alemania con Rusia. Pero será complicado para los legisladores proponer otras sanciones y políticas monetarias que satisfagan los objetivos geopolíticos de Occidente sin perjudicar la economía global.

Dejando a un lado la economía, los agravios de Rusia con Occidente ya han propiciado un acercamiento parcial a China. Si esto se convierte en una fuerte alianza, cambiaría el equilibrio del poder mundial en una dirección que generaciones de estrategas occidentales han tratado de evitar.

“Esta crisis es un viaje de volver al futuro”, dijo Ian Bremmer, presidente y fundador de la consultora de riesgos Eurasia Group, en una conversación por vídeo desde la Conferencia de Seguridad de Múnich la semana pasada. Las acciones de Rusia han acercado al mundo a un conflicto militar entre grandes potencias como nunca antes desde el final de la Unión Soviética.

La posibilidad de un enfrentamiento entre las fuerzas de la OTAN y Rusia, con su arsenal nuclear, aumenta los riesgos de la crisis de Ucrania más allá del cálculo racional.

Aun así, los mercados realizarán esos cálculos de todos modos.

La historia nos enseña que cuanto más difíciles se ponen las cosas, más valiosos parecen el dinero en efectivo y los bonos del Tesoro. También enseña que los partidarios de la Guerra Fría que se aferraron al mercado de valores terminaron con carteras de inversión muy nutridas.

Es probable que ese también sea el caso en el futuro, pero es imposible estar seguros.

Jeff Sommer escribe Strategies, una columna de mercados, finanzas y economía. También edita noticias de negocios. Antes fue editor en la sección Nacional. En Newsday fue editor internacional y corresponsal en Asia y Europa del Este @jeffsommerFacebook