Cárcel y 1.000 latigazos al bloguero que difundió sus ideas

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Foto: Amnistía Internacional

La decisión del Tribunal Supremo es un jarro de agua fría para la movilización internacional contra la sentencia

Arabia Saudí ha ratificado la condena a 10 años de cárcel y 1.000 latigazos a Raif Badawi, según ha anunciado Amnistía Internacional y ha corroborado su esposa, Ensaf Haidar. Badawi, un librepensador que defiende la separación de Estado y religión, se encuentra en prisión desde mediados de 2012. Hace un año fue declarado culpable de “insultar al islam a través de medios electrónicos” por haber difundido sus ideas a través de Internet.

“El Tribunal Supremo ha confirmado la decisión de castigar a Raif con 10 años de cárcel, 10 años de prohibición de salir del país y 1.000 latigazos”, ha declarado Haidar a la agencia France Presse, desde Canadá donde vive. “Es una decisión final e irrevocable”, ha añadido sorprendida por la decisión.

En una reciente entrevista con EL PAÍS, la esposa de Badawi dejaba entrever su esperanza de que la presión internacional influyera para que el rey Salmán se mostrara indulgente con él. “Ruego al nuevo rey de Arabia Saudí que libere a mi marido y le deje viajar fuera del reino, para encontrarse con su familia y abrazar a sus hijos”, pedía Haidar antes de subrayar la importancia de la movilización internacional. “Claro que influye (…) Doy las gracias a todos los gobiernos, instituciones e individuos que le defienden, y alzan su voz para que sea liberado”, afirmaba a principios de mayo al cumplirse un año de la ominosa sentencia.

Badawi recibió sus primeros 50 latigazos el segundo viernes del pasado enero, en una plaza pública de Yeddah, la segunda ciudad de Arabia Saudí. La siguiente tanda de azotes fue suspendida por “recomendación médica” y desde entonces la aplicación de la sentencia ha quedado retrasada sin explicación oficial.

La condena internacional ante la desproporcionada sentencia se vio amplificada con la difusión de un vídeo de la flagelación grabado con un móvil. Las imágenes, aunque borrosas, muestran cómo un miembro de las fuerzas de seguridad azota al bloguero. Desde entonces, cada viernes hay concentraciones ante las embajadas saudíes en numerosas capitales europeas, así como en EE. UU. y Canadá.

Las autoridades saudíes han rechazado esas críticas. El pasado marzo, el Ministerio de Exteriores incluso emitió un inusual comunicado tachándolas de interferencia en sus asuntos internos. No obstante, en lo que parece un intento de reducir esa presión, filtraron que el Supremo estaba revisando el caso, aunque con el habitual secretismo del Reino del Desierto ni siquiera su esposa recibió información oficial al respecto. Tampoco ayuda que el abogado de Badawi, su cuñado Walid Abualkhair, también haya sido encarcelado.

Arabia Saudí se escuda en su particular interpretación de la ley islámica para prohibir cualquier oposición política. Desde el estallido de la primavera árabe, el puño represor se ha cerrado aún más y la llegada de un nuevo monarca el pasado enero no parece augurar ningún cambio en ese terreno.