COP 20 deja los deberes para el último día

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Se sabía que la cumbre del clima que se celebra en Lima debía hacer en 12 días lo que no se había hecho en cinco años. Pero la situación es ahora aún más complicada: hay que conseguir en horas de negociación lo que no se ha podido lograr en diez días. Los delegados de los 196 países presentes han empezado a trasnochar desde el miércoles para tratar de consensuar un texto final sobre el que a estas alturas no hay nada acordado.

El objetivo de la 20ª Conferencia de las Partes (COP) de las Naciones Unidas es sentar las bases del acuerdo global contra el cambio climático que los países están obligados a firmar en 2015 en París para sustituir al ya obsoleto protocolo de Kioto. Pero a 11 días del inicio de la cumbre el borrador de cara a París se ha dejado aparcado mientras los países se centran en definir cómo serán los compromisos individuales que asumirá cada nación para luchar contra el calentamiento global.

“A solo un día parece que los negociadores se han olvidado de que están aquí para resolver una emergencia planetaria. Los esfuerzos para recortar emisiones antes de 2020 -fecha en la que la ciencia asegura que hay que reducir drásticamente las emisiones- parecen estar totalmente fuera del radar de los políticos”, critica Roberto Troya, director de WWF para Latinoamérica y Caribe.

El acuerdo no acaba de arrancar por el enfrentamiento entre países desarrollos y países en desarrollo, que chocan a la hora de las exigencias que cada bloque debe asumir. Los países en desarrollo, en virtud de un historial menos contaminante y por su alta vulnerabilidad a los efectos adversos del cambio climático, exigen a las mayores economías del mundo más compromisos en la reducción de emisiones y contribuciones financieras que les ayuden a enfrentarse al calentamiento global.

Las naciones ricas, por su parte, aseguran que están comprometidas a ayudar, pero no quieren que el monto ni la forma en la que se dará el dinero se incluya por escrito en el acuerdo. Para los países en desarrollo eso significa abocar el plan de ayudas al fracaso.

Para tratar de avanzar hacia un posible acuerdo, Estados Unidos quiso mostrar que las señales que ha dado este año en materia ambiental, como su compromiso de reducción de emisiones, no son un gesto aislado. El secretario de Estado de EE UU, John F. Kerry, representó este jueves a la administración de Obama en Lima y ofreció un largo un discurso en el que animó a todos los países a acercar posturas. “Sé que las discusiones pueden ser tensas. Sé que hay personas molestas porque los países más industrializados, entre ellos EE UU, hemos empeorado el planeta. Pero ya no tenemos tiempo de hablar de las responsabilidades. (…) Comprendemos nuestro papel de liderar esta lucha global, pero ningún país por sí mismo puede resolver el problema. No podemos pagar la cuenta solos”, advirtió.

Las palabras de Kerry, aplaudidas por algunas organizaciones no gubernamentales, no impiden que el optimismo que rodeaba a esta cita de Lima empiece a languidecer. En la sede de la COP ya nadie espera que las negociaciones acaben el viernes, como estaba previsto, y se sospecha que el texto final se conocerá a lo largo del sábado, un retraso que ya ha sucedido en otras cumbres pero que suena diferente esta vez. La necesidad de firmar un nuevo acuerdo global en París el próximo año que dé respuesta al reto de no superar los dos grados de aumento de la temperatura obligaba a hacer avances contundentes en Lima. “Teniendo en cuenta los progresos hasta ahora, parece que no se alcanzarán muchos acuerdos aquí y que el trabajo difícil se dejará para el año 2015”, resume Oxfam.

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