Coronavirus y crimen organizado: cómo se adaptan las mafias de América Latina a la pandemia de covid-19

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Foto: Reuters

En la tarde del 7 de abril, cuando Colombia ajustaba su décimo cuarto día consecutivo de cuarentena nacional, un concurrido cortejo fúnebre avanzaba por las calles de Bello, un sector de clase trabajadora al norte de la segunda ciudad del país, Medellín.

La procesión fúnebre, llevada a cabo en abierta violación de las reglas de aislamiento social, acompañaba al cuerpo de Edgar Pérez Hernández, alias “El Oso”, el supuesto jefe de la poderosa banda criminal Niquia-Camacol, quien había fallecido el día anterior de un infarto mientras estaba en la cárcel.

“Además de que se hacían disparos, también se aplaudía”, reportó el diario local El Colombiano el 7 de abril.

Las estructuras del crimen organizado en América Latina, desde las bandas criminales colombianas a las “milicias” urbanas brasileñas y los carteles mexicanos, han seguido demostrando su poder en medio de la pandemia.

Y si bien algunos analistas señalan que, como cualquier otra empresa en esta crisis global sin precedentes, los grupos criminales latinoamericanos enfrentan una crisis existencial por cuenta de la severa interrupción de sus cadenas internacionales de suministros, otros observadores subrayan la resiliencia y continua influencia de estas organizaciones a lo largo de la región.

Menos oferta y menos demanda

El narcotráfico, la piedra angular financiera de los imperios criminales latinoamericanos, ha sufrido restricciones a la demanda y la oferta por cuenta de la pandemia.

La venta de droga en Estados Unidos cayó. Los precursores químicos procedentes de China dejaron de llegar a los puertos mexicanos. Al mismo tiempo crecieron las dificultades para el contrabando de drogas a lo largo de la frontera, por lo que el precio de los enervantes ha incrementado”, sostenía el columnista mexicano Héctor de Mauleon en un editorial publicado por el diario El Universal el 13 de abril.

“Este coctel anuncia un salto en los índices de violencia entre grupos rivales. Los narcos van a pelear por las pocas oportunidades criminales disponibles”, añadía de Mauleon.

El 1 de abril, el diario mexicano Mileno titulaba: “Marzo: el mes con mas homicidios en 13 años”.

Medios locales mexicanos reportan tendencias similares. En la fronteriza Ciudad Juárez, el periódico El Diario anunciaba el 30 de marzo que la ciudad había tenido 153 homicidios ese mes, la mayor cifra desde agosto de 2018.

Las maras en cuarentena

En El Salvador, medios locales hablan también de cambios por parte de las pandillas salvadoreñas conocidas como maras.

El 31 de marzo, el sitio de noticias salvadoreño El Faro aseguraba en una crónica que la cuarentena en todo el país había afectado la principal fuente de financiación de las maras, la extorsiónpero que, sorpresivamente, los pandilleros estaban apoyando con su poder de intimidación el mantenimiento de esa cuarentena decretada por el gobierno.

El Faro citaba a miembros no identificados de las pandillas salvadoreñas acerca de la razón para esta inesperada solidaridad con las autoridades.

“Uno argumentó que estaban convencidos de que si la epidemia de coronavirus desata en El Salvador su peor escenario, ningún hospital destinará un respirador para un pandillero. Teme que se les niegue atención médica. Otro explicó que es porque no quieren aumentar la presencia policial en sus barrios debido a gente que incumpla la cuarentena”, indicaba El Faro.

Narcosubmarinos en abundancia

Pese a los sobresaltos en los negocios, los carteles latinoamericanos siguen intentando enviar volúmenes enormes de drogas a través de las fronteras.

“El crimen organizado siempre es más ágil y flexible que los propios gobiernos”, le dice a BBC Mundo Jeremy McDermott, codirector y cofundador de Insight Crime, un centro de estudios sobre el crimen organizado latinoamericano.

“Ellos tienen la posibilidad de cambiar su modus operandi con rapidez”, agrega.

El 11 de abril, el diario colombiano El Tiempo anunciaba que en lo corrido del año las fuerzas de seguridad del país habían participado en operaciones que llevaron al decomiso de 112 toneladas de drogas ilícitas.

El 31 de marzo, la marina colombiana interceptó en aguas costeras del pacifico un “narcosubmarino” con una tonelada de cocaína abordo.

Era la decima segunda nave de ese tipo descubierta en el primer trimestre de 2020.

“Los contenedores, aviones y el transporte comercial internacional están muy reducidos”, dice McDermott, por lo que las mafias responden con alternativas como los narcosubmarinos.

No obstante, la pandemia igualmente ha generado dificultades a los productores colombianos de cocaína.

Los narcotraficantes en el oriente colombiano han sufrido por la escasez de gasolina que antes llegaba de contrabando de Venezuela, una materia prima esencial para el proceso de refinar la cocaína, indica McDermott.

Y las medidas de control fronterizo siguen haciendo mella en el negocio.

“Hay mucho producto que no se puede mover, pero eso era un problema desde antes del coronavirus”, apunta el experto, recordando que hoy, “Colombia produce mas cocaína que nunca”.

Respuesta política

Los carteles de la droga también han respondido políticamente a la crisis actual.

Buscan el apoyo popular creando redes informales de apoyo a las comunidades que enfrentan la ruina por la pandemia y guardan pocas esperanzas de recibir ayuda estatal.

El 11 de abril los medios mexicanos informaban de pistoleros, supuestamente pertenecientes al Cartel Jalisco Nueva Generación, entregando comida en la población de Cuautitlán.

Acciones similares han sido atribuidas al Cartel del Golfo en el estado nororiental de Tamaulipas y a “los Viagras” en Michoacán, entre otros.

Las mafias incluso han mediado en la respuesta de salud publica con la que se ha enfrentado a la epidemia en algunas partes de América Latina.

Los medios brasileños reportaron el 9 de abril que el entonces todavía ministro de Salud Luiz Henrique Mandetta decía que el gobierno federal trabajaba en un plan piloto en una favela cuyo nombre no fue especificado, buscando un “diálogo” con milicias narcotraficantes.

Quería obtener la cooperación de los criminales en la lucha contra la expansión del coronavirus en ese rincón urbano de Brasil.

En declaraciones a O Globo, el ahora exministro decía que ese dialogo era necesario.

“Entiéndase que esas son áreas donde el Estado esta frecuentemente ausente, en donde narcotraficantes y milicias están a cargo… ¿Cómo construimos ese puente en nombre de la vida? Diálogo por la salud, sí, con traficantes, con la milicia, porque también son seres humanos y también tienen que colaborar, ayudar, participar”, decía Mandetta.

Debilidad

Algunos comentaristas sugieren que, pese a sus intentos de adaptación, los carteles enfrentan un momento de vulnerabilidad.

“Es posible que en las próximas semanas o meses se alcance un punto de enorme debilidad para el crimen organizado, justo en el momento en que, como resultado de la emergencia, el Estado va a ampliar sus facultades”, aseguraba el 23 de marzo el experto mexicano en temas de seguridad Alejandro Hope en declaraciones a El Universal.

“En la medida en que se normalice la vida del país, regresaran los viejos patrones de trafico ilícito y actividad criminal”, añadió.

“Pero tal vez sea posible aprovechar este momento de excepción para poner al Estado donde nunca ha tenido presencia, desmantelar las principales bandas del crimen organizado, subvertir su legitimidad y modificar la relación entre la ciudadanía y el aparato de seguridad y justicia”, alegaba Hope.

Jeremy McDermott le dice a BBC Mundo, sin embargo, que muchas mafias latinoamericanas todavía pueden aguantar gracias a su flexibilidad y no están a punto de quedarse sin dinero efectivo.

“Las organizaciones criminales en Colombia ya no son como los antiguos carteles de Medellín o de Cali que tenían grandes ‘nóminas’. Hoy muchos operan con un modelo de subcontratación“.

También, indica McDermott, estas organizaciones tienen “portafolios muy diversificados” en sus actividades criminales.

“Si no hay suficientes ingresos por ahora en la exportación de droga, ellos podrían recurrir a la venta de medicamentos falsificados, trata de personas, extorsión y otras actividades”, apunta.

Independiente del impacto a largo plazo que la pandemia pueda tener sobre los carteles, en el corto plazo, sus esfuerzos para sobrellevar la crisis del Covid-19 probablemente traerán violencia y el reto persistente a unas autoridades estatales ya debilitadas por la emergencia sanitaria que golpea a América Latina.