Del Imperio Romano a la NSA: la historia del espionaje internacional

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Las revelaciones de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, (NSA, por su siglas en inglés) ha provocado la ira de muchos gobiernos a nivel mundial.

Sin embargo, el espionaje gubernamental no es nada nuevo.

El general chino Sun Tzu, famoso por su libro “El arte de la guerra”, escribió: “Los dirigentes brillantes y los buenos generales que sean capaces de conseguir agentes inteligentes como espías asegurarán grandes logros”.

Robar cartas, interceptar comunicaciones, escuchas clandestinas: he aquí algunos ejemplos de espionaje a lo largo de la historia, algunos brillantemente ejecutados, otros, no tanto.

Los espías del César

En la antigua Roma, los principales políticos tenían su propia red de vigilancia, la cual les proveía información acerca de las intrigas en las distintas escalas del poder en el imperio.

El famoso orador Cicerón se quejaba frecuentemente de que sus cartas eran interceptadas.

“No puedo encontrar un mensajero leal”, le escribió a su amigo Ático. “Son muy pocos los que son capaces de llevar una carta sin caer en la tentación de leerla”.

Julio César también construyó una red de espionaje que lo tenía al tanto de los complots en su contra. De hecho, es posible que él supiera acerca de la conspiración en el Senado que acabó con su vida.

Muchas veces, ni siquiera la mejor red de espionaje puede detener un cuchillo.

Información en la Inquisición

En la Edad Media, la Iglesia Católica tenía mucho más poder que algunos gobernantes. Y, por supuesto, una poderosa red de vigilancia.

El obispo francés Bernard Gui fue un escritor notable y uno de los arquitectos de la Inquisición durante los siglos XII y XIV.

Durante 15 años, Gui sirvió como jefe de inquisidores en Toulouse, donde juzgó a por lo menos 900 personas por herejía.

Como escritor detalló en el libro “La conducta de la Inquisición dentro de la depravación de la herejía”, de 1324, la forma en que se identificaba, interrogaba y castigaba a los herejes.

Isabel I, un paso adelante

La corte de Isabel I fue un campo fértil de intrigas y el trabajo de Francis Walsingham fue el de tener a la monarca un paso adelante de sus adversarios.

En mayo de 1582, Walsingham logró interceptar correspondencia del embajador de España en Inglaterra, Bernardino de Mendoza, en la que se describía una conspiración para invadir la isla e instalar en el trono a María, la reina de Escocia.

Mientras María estaba confinada en Chartley Manor, Walsingham logró una manera de probar lo que ya sabía, pero sin ponerse en evidencia.

Le hizo creer a María que tenía una correspondencia secreta con sus aliados a través de cartas que él mismo escribía y le hacía llegar escondidas en un barril de cerveza.

De ese modo, Walsingham logró obtener la evidencia de que María estaba conspirando para asesinar a Isabel I y provocar una rebelión. La reina de Escocia fue juzgada y sentenciada a muerte.

Los vigilantes de Robespierre

Durante la Revolución Francesa, Maximiliano Robespierre y sus colaboradores vigilaban con atención a la gente y reprimían con violencia cualquier disidencia interna.

En 1793, el gobierno revolucionario estableció 12 “comités de vigilancia” por todo el país. Estos comités estaban autorizados para identificar, monitorear y arrestar a cualquier sospechoso, ya fuera un antiguo noble, un extranjero, un francés que hubiera llegado hacía poco al país, funcionarios públicos suspendidos y muchos más.

Los historiadores calculan que al menos medio millón de personas en Francia fueron objetivos de los comités de vigilancia, que fueron bastante crueles en algunos pequeños poblados del país.

Cuando los vecinos tienen el poder de espiar, los resultados pueden ser trágicos.

En los siglos XVIII y XIX, algunos gobiernos dieron nivel burocrático a la vigilancia. En Europa se establecieron departamentos oficiales llamados “cámaras negras” (del francés, cabinet noir) para leer las cartas de individuos sospechosos.

Las oficinas, ubicadas en los edificios del servicio postal, empleaban diversas técnicas para abrir, copiar y volver a cerrar las misivas, para reenviarlas a las direcciones sin dejar un rastro de sospecha.

Esta práctica provocó un escándalo en el gobierno británico cuando en 1844 fue revelada la forma en que el personal de la cámara negra estaba leyendo de forma secreta la correspondencia del escritor italiano exiliado en Londres, Giusseppe Mazzini.

Algunos británicos culparon al gobierno de pasar información a los napolitanos, que la usaron para ejecutar a compañeros revolucionarios de Mazzini.

En Europa, la Revolución Industrial también significó una reingeniería en las técnicas del espionaje.

Negociación con espionaje

En 1922, EE.UU. acogió una conferencia de desarme naval en Washington, en la que estuvieron incluidos Reino Unido, Francia, Italia y Japón.

En medio de las conversaciones, se espiaron a los japoneses y otros equipos de negociación, mediante la interceptación de comunicaciones entre los delegados y sus países de origen.

Gracias a este conocimiento, provisto por la Oficina de Criptografía del gobierno, fundada en 1919, EE.UU. fue capaz de lograr acuerdos que le permitieron ponerse al frente de la carrera armamentística naval.

En 1929, la Oficina de Criptografía fue clausurada por el Secretario de Estado, Henry Stimson, quien dijo: “Los caballeros no leen los correos de los demás”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses decidieron que los caballeros necesitaban una red de vigilancia permanente.

Detrás de la Cortina de Hierro durante la denominada Guerra Fría, la vigilancia de la población fue parte de la vida diaria.

En ninguna parte se notó más que en Alemania Oriental. Durante 40 años, el servicio de inteligencia del ministerio de Seguridad (conocido como la Stasi, por su abreviatura en alemán) monitoreó y registró las actividades de sus ciudadanos, usándola para sofocar revueltas y posibles disidencias.

Por el tiempo de la caída del muro de Berlín, la Stasi tenía 91.000 efectivos con una red de informantes cercana a las 200.000 personas.

Alemania Oriental utilizaba tecnología moderna junto una enorme cantidad de personal para expandir el espionaje del gobierno a una escala nunca antes vista.

EE.UU. entró de lleno en estas prácticas inmediatamente después de que finalizó la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a revisar cada telegrama que entraba o salía del país, como parte del proyecto Shamrock.

También creó una lista de vigilancia de ciudadanos estadounidenses sospechosos de actividades subversivas, archivadas bajo el proyecto Minaret.

Ambas actividades fueron recogidas por la NSA, que colabora con el FBI y la CIA. Los proyectos fueron cerrados por el Congreso en 1975.

Casi 28 años después, la NSA ha reconstruido el proyecto Shamrock, pero utilizando la tecnología de la nueva era.

Y el resto, como dicen, es historia.