El Jefe de la CIA no era de piedra

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Quién es la mujer que desató el mayor escándalo en la CIA. Sexo y espionaje en la agencia de inteligencia número 1 del mundo

Ya se sabe desde hace años. El correo electrónico es el medio menos seguro de comunicación. Será el más cómodo, pero es el menos seguro. Sino pregunten a las autoridades bolivianas que se han mostrado molestas por los comentarios ofensivos que se disparan en la red contra la gestión del presidente Morales. El extremo es tan cierto que hasta estuvo en Bolivia un experto de la compañía Google que además de referirse a que el servicio en Bolivia es uno de los más caros del mundo, también explicó sobre el daño que provocan los correos con insultos y la posibilidad de que se los borre de los archivos. Ese es el grado de preocupación y de susceptibilidades que de un tiempo a están provocando los e-mails.

Los mensajes y cartas, sean de negocios o de amor, quedan registrados durante años aunque uno crea haberlos borrado. Y un sistema de búsqueda digital los encuentra bien ordenaditos. En Bolivia, hay cierto tipo de expertos poco frecuentados que pueden hackear el contenido de los e-mails. Solo cabe imaginar lo que harán ciertas autoridades con (o sin) orden judicial.

LA ABSURDA CAÍDA

En Estados Unidos el tema se cruza, con la absurda caída en desgracia del general David H. Petreaus y su renuncia a la dirección de la agencia nacional de inteligencia CIA. Petreaus era el militar más distinguido de los Estados Unidos y una suerte de héroe nacional, hasta que se le atravesó en el camino Paula Kranz de Broadwell. Que surgiera un romance entre el general y su biógrafa era casi inevitable. Cuando Broadwell viajó por primera vez a Afganistán hace 3 años para entrevistar a Petreaus tuvo acceso inmediato y sin precedentes al hombre más importante de la seguridad planetaria.

Petreaus y Paula se habían conocido en Harvard en el año 2006, él como una celebridad visitante y ella, a sus 34 años, como una destacada alumna del John F. Kennedy School of Government. Ex reina escolar de belleza, lucía la hermosa estampa atlética (gimnasta, corredora, paracaidista en caída libre, kick boxing, etc.) que hoy se aprecia y sumaba un grado de teniente coronel de la reserva y distinciones en tiro al blanco. Una verdadera efectividad de mujer.
Se graduó en West Point con honores, estudia para un doctorado en el King’s College de Londres, es escritora y conferencista en temas internacionales, militares y de seguridad nacional.

Petreaus, que le lleva exactamente 20 años, se debe haber sentido atraído intelectual y físicamente por ella. Y el destacado general resultó irresistible para su proactiva biógrafa. Pero la relación carnal fue de lenta maduración y de corta duración. Según las versiones que circulan y que se han hecho públicas la relación entre el general y la conspicua dama se concretó en septiembre del 2011, cuando Petreaus ya había pasado al retiro y terminó a mediados del 2012, cuando era director de la CIA.

En el camino, en enero, Paula Broadwell presentó la biografía “All In. The Educaction of David Petreas” (Todo Adentro. La Educación de David Petreaus). El libro se vende actualmente como pan caliente y un crítico literario considera que el título es muy apropiado.

Moralistas públicos

Ahora bien, en estos temas los gringos se pasan de moralistas públicos y añaden hipocresía y veneno político. Crean escándalos mediáticos cuyas consecuencias sobrepasan algún eventual juzgado de divorcios.

Lo que en Francia sería una situación personal que motiva en extraños una sonrisa. No está lejos el caso del director del FMI el francés Strauss Khan a quien se lo condenó por un incidente de sexo con una camarera de un hotel de cinco estrellas donde se alojaba en Nueva York. El director del fondo fue detenido en el aeropuerto y luego trasladado y detenido en una celda de la ciudad neoyorkina; tuvo que pasar un buen tiempo para ser puesto en libertad tras pagar una millonaria fianza, después de haber perdido el puesto en el FMI y la nominación a la presidencia por el partido Socialista de Francia en las elecciones que se celebraron este año en el país europeo.

La “otra” entra en acción

Como se sabe también, en la trama entró a tallar otra mujer: Jill Kelley. Anfitriona de sociedad radicada en Tampa, Florida y vinculada con su esposo (médico, como el de Paula) a la oficialidad de una base aérea importante local, también es conocida en los altos círculos de Washington y del Pentágono.

Los correos anónimos que comenzó a recibir Kelley y de los que avisó a un amigo de la FBI, rastrearon a Broadwell y también a Petreaus, porque compartían el mismo casillero de nombre ficticio leyendo sus mensajes en la misma carpeta de borradores. El problema de ese subterfugio es que elementos terroristas lo usan a menudo y tanto el FBI como la CIA lo conocen de memoria.

Otro problema es que Petreaus y Broadwell no se habían dado el trabajo de cambiar el IP (o la identidad) de sus ordenadores. Bastó que el FBI se llevara la laptop de Broadwell para que quedara todo al aire. Ahora hay indicios que Paula empezó a enviar esos mensajes a Jill cuando todavía estaba con Petreaus. En todo caso, el impulso posesivo de ella quedó marcado y puede haber sido la razón del alejamiento del general. Una cosa es enfrentarse al Talibán, otra a una amante celosa. En las redes se asegura que en un mensaje de la hasta entonces anónima Paula le decía a Jill que se le había visto tocar una rodilla castrense debajo de la mesa.

El agente amigo al que recurrió para que la ayudara a rastrear los e-mails anónimos, Frederick Humphreys II, le había enviado una foto de su aristocrático torso desnudo. Y después está la cuestión de las 20.000 o 30.000 páginas de e-mails que el general John Allen, el sucesor de Petreaus en Afganistán y actual comandante de las tropas OTAN, se habría escrito con Jill entre el 2010 y el 2012.

Esos mensajes son descritos como “inocuos” por unos e “inapropiadamente cariñosos” por otros, pero como dijo con humor Mario Vargas Llosa, de ser cierto ese volumen de correspondencia, con razón la guerra en Afganistán anda tan de capa caída. Este asunto no ha terminado, por cierto y ha entrado a tallar tanto el Senado norteamericano como la Fiscalía de la Nación,

En realidad, fue el Attorney General Eric Holder (el Fiscal de la Nación) quien le dijo a Petreaus que se había descubierto su relación extramarital y que tenía que renunciar a la CIA. Por otro lado, ahora se examina con lupa la versión que dio Paula Broadwell en una conferencia que ofreció en octubre en la universidad de Denver. Allí dijo que en el perímetro de la embajada norteamericana en Benghasi, Libia, había un centro de detención secreto.

Esa embajada, como se recuerda, fue atacada por elementos de Al Qaeda causando la muerte de cuatro norteamericanos, incluyendo al embajador Christopher Stevens. Ha surgido entonces la posibilidad, explotada sobre todo por los republicanos en el Congreso, que su relación con Petreaus haya comprometido información clasificada.

Es decir, lo de nunca acabar. Y por una pista de correos electrónicos.

Las involucradas

Conozca a las personas envueltas en el escándalo de la CIA

HOLLY PETRAEUS, La oficial

Casada con Davis hace 38 años con quien tiene dos hijos, hija de militar. Ella trabaja como directora asistente  de la Agencia de Protección al Consumidor. El matrimonio se conoció durante un partido de fútbol. Holly de 60 años estaría furiosa por la traición.

PAULA BROADWELL, La amante

Reservista del Ejército de 40 años de edad, conoció al general Petraeus en 2006 y se le aproximó en Afganistán en 2010 para escribir su biografia. Según los testimonios la aventura comenzó en  2011 y duró 9 meses. Paula es casada y tiene dos hijos.

JLII KELLEY, La rival

Amiga íntima de la familia Petraeus. Jill de 37 años es hija de inmigrantes libaneses y participa en trabajos voluntarios para las Fuerzas Armadas. El junio alertó al FBI de que estaba recibiendo e-mails amenazantes. Casada es madre de tres niñas.

 

 

 

 

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