El juego a dos bandas de Lula Da Silva

Por Noticias con dat0s
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Brasil, Lula en EEUU
Foto: REUTERS - EVELYN HOCKSTEIN

El escaso apoyo económico de Biden se revirtió tras el encuentro del mandatario brasilero con Ji Xinping. El peligro del abrazo chino.

Cuando Lula partió de Washington en febrero pasado, en su primer viaje al exterior, sus compatriotas no pudieron ocultar su decepción por el deslucido apoyo de Estados Unidos a la prioridad más crítica de su presidente: juntar US$50 millones para ayudar a detener la deforestación en la Amazonía. Joe Biden demostró poco interés por Brasil y la política latinoamericana, insisten los analistas brasileros, hasta que Lula se mostró en complicidad con el presidente Xi Jinping en Beijing, y con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, en Brasilia.

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Ahora, luego del viaje a China, y de que Lula marcara nuevamente que Washington y Kiev comparten la responsabilidad de la guerra en Ucrania (algo que motivó el enojo del presidente Volodomir Zelensky), la administración Biden respondió con una oferta de US$ 500 millones para el Fondo Amazonía, creado por Lula en 2008 durante su segundo mandato, para atraer apoyo internacional a su agenda ambiental. El error del mandatario norteamericano pretende ser enmendado, aunque hay más de un analista que dice que es tarde.

Dólares

Brasil agradeció, pero en contramano descubrió una estrategia geopolítica para generar apoyo para el desarrollo de Brasil: simplemente explotar el miedo ilimitado de Washington a Beijing.

Biden finalmente comprende que Brasil es un socio potencialmente vital que podría ayudar a abordar las muchas de las crisis que surgen en todo el hemisferio sur, desde Venezuela y Haití hasta el río de migrantes que huyen de México a Honduras. Pero acabó comprendiendo que la competencia con China es real.

Durante las dos décadas en las que EEUU partió hacia la guerra en el Medio Oriente, giró hacia Asia y volvió a girar para ayudar a pelear otra guerra en Europa, China se convirtió en el mayor socio comercial de América del Sur, y en el principal financista. Si Estados Unidos quiere mantener su influencia, debe invertir más recursos y atención en el continente. Y Brasil no es un mal lugar para empezar. Lula lo sabe por lo tanto debería tener cuidado de no exagerar. El abrazo de China podría fácilmente volverse demasiado apretado para su comodidad.

Economía

En tanto, los analistas políticos brasileños explican que las prioridades internas de Lula son mucho más urgentes que cualquier agenda de política exterior. Necesita crecimiento económico para apuntalar la disminución de apoyos (su popularidad cayó en 10 puntos desde que asumió), y debe sembrar lazos con la agroindustria brasilera, que en su mayoría es partidaria de su rival Jair Bolsonaro.

China, el mayor mercado de exportación para Brasil, al que vendió soja, carne de res y otras materias primas por valor de 60.000 millones de dólares en 2020, puede ayudar a cumplir con ambos. La visita de Lula a Beijing produjo 15 acuerdos comerciales, desde semiconductores hasta energía, por un valor de alrededor de US$  10.000 millones. Y BYD de China está negociando para comprar una fábrica brasileña de Ford que está inactiva desde 2021 para fabricar automóviles eléctricos allí.

La experiencia de Brasil no ha sido la excepción. De los US$ 68 mil millones que Brasil exportó a China en 2020, US$ 60 mil millones corresponden a materias primas. Y de los US$ 66 mil millones de inversiones chinas en Brasil entre 2008 y 2022, según un estudio del American Enterprise Institute, China gastó muy poco de ese monto en desarrollar la base manufacturera de Brasil: un 75% fue a parar a proyectos de energía.