La Guerra del gas europeo

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El conflicto que se vive en los ex territorios soviéticos alienta declaraciones de guerra. El drama ruso y la ansiedad europea.

VARIOS FACTORES JUEGAN HACÍA UN empeoramiento de la situación en Ucrania después de que el  presidente ruso Vladimir Putin amenazara con paralizar los envíos de gas a Ucrania y a pagar en un mes la millonaria deuda que mantiene con Rusia. Esas dos sentencias al mismo tiempo, fueron leídas por Arseny Yatseniuk, presidente ucraniano, como una advertencia que  corría el velo hacía un escenario de guerra. Yatseniuk dramatizó señalando que Rusia quería comenzar la Tercera Guerra Mundial ocupando Ucrania “militar y políticamente” y creando un conflicto  que se extendería al resto de Europa.

Si bien las declaraciones parecen exageradas, lo evidente es que el conflicto seguía en marcha sin que las potencias occidentales llegaran a acuerdos compartidos para exigir a Rusia el cese de hostilidades en Ucrania. Se sabe que el poderío económico ruso, del que ahora echa mano su presidente, se afinca en sus reservas de petróleo que suministra a varios países europeos.

“El mundo todavía no ha olvidado la Segunda Guerra Mundial, pero Rusia ya quiere empezar la  tercera”, dijo enfadado Yatseniuk que siguió reforzando la idea: “los intentos para un conflicto militar en Ucrania llevarán a un conflicto militar en Europa”. Es evidente que en Europa esas declaraciones fueron leídas con preocupación pero al mismo tiempo con cautela. Alemania se ha recusado a hacer pronunciamientos públicos porque si bien militarmente podría definir el  peso de la balanza en cualquier guerra, no deja de ser cierto que gran parte de su actividad  industrial es movida por los recursos energéticos rusos. Hay varias cartas que el presidente Putin está jugando en este conflicto. Desde que retomó el poder político, que no lo ha perdido desde hace 15 años, su retórica ha fragmentado a las facciones opuestas y ha conformado un poderoso círculo en el que se juegan todas las lealtades para volver a convertir a Rusia en la potencia que alguna vez fue, antes de la caída del Muro de Berlín. El presidente ucraniano  identificado con Occidente, advierte en tono de dramatismo que “lo que quiere Rusia es arruinar las elecciones en Ucrania, sacar al Gobierno pro  Occidente y pro Ucrania y ocupar tanto política como militarmente los ex territorios de la ex Unión Soviética”.

Ucrania planea realizar elecciones presidenciales el 25 de mayo para reemplazar a Viktor Yanukovich. Ningunas elecciones podrán realizarse en estado de guerra. A la zona Este del país, ruso-parlante, han llegado militantes pro-rusos que han tomado la ciudad de Slaviansk y edificios públicos en otros lugares, demandando ser anexados por Rusia como Crimea. Rusia niega estar involucrada en las manifestaciones, pero ha denunciado al Gobierno ucraniano como ilegítimo, y ha amenazado con proteger a las personas de la etnia rusa y a los rusófonos en Ucrania.

La campaña contra Rusia Este cuadro es propicio para alentar una  vigorosa campaña de desprestigio contra el presidente Putin. Yatseniuk llamó a Moscú a deponer las armas bajo un acuerdo firmado en abril en Ginebra por ambos gobiernos, del que también participaron los  Estados Unidos y la Unión Europea, aliados de Kiev. “El apoyo de Rusia a los terroristas y  bandidos que torturan a ciudadanos pacíficos es un crimen internacional. Es un  crimen de lesa humanidad”, atacó el primer ministro Yatseniuk.

El servicio de seguridad estatal de Ucrania ha acusado a la inteligencia militar rusa y a los líderes separatista en Slaviansk de estar involucrados en la tortura y asesinato de un consejero local del partido Batkivshchyna de Yatseniuk. “Si Estados Unidos, la Unión Europea y toda la comunidad internacional siguen unidas y actúan juntas para obligar a Rusia a cumplir sus obligaciones, entonces mantendremos la paz, la estabilidad y el sistema de seguridad internacional que Rusia quiere destruir”, advirtió Yatseniuk. Además, el Gobierno de Kiev acusó a Rusia de llevar a cabo una “desvergonzada injerencia” en cuestiones internas de Ucrania y exigió a Moscú que aleje de inmediato sus tropas de la frontera. “Moscú debe poner fi n a sus presiones y amenazas permanentes”, dice el presidente interino Alexander Turchinov después de que las tropas rusas iniciaran una amplia maniobra militar en la frontera con Ucrania.

“Rusia apoya a nivel estatal el terrorismo en nuestro país en un momento en que los ciudadanos rusos sufren continuamente ataques terroristas en su propio territorio”, ha señalado la autoridad.

Por su parte, el viceministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Danylo Lubkivsky, acusó a Rusia de exportar terroristas a su territorio y dijo que la campaña de propaganda de Moscú supera incluso los niveles de la Guerra Fría.

“Rusia exporta terroristas a Ucrania”  Este slogan se ha convertido en un lema que pretende  denostar la imagen de Putin colocándolo en el papel de un simple villano. Las autoridades de Kiev han estado actuando en base a un libreto que en Moscú ha sido identificado como aliado del terrorismo internacional. Aseguran que la muerte de cinco milicianos pro-rusos en Ucrania podría incrementar la ola de violencia. La supremacía militar rusa hace temer

un fatal desenlace. El ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigu, advirtió que “la maquinaria  militar desplegada por Kiev en la frontera común debe detenerse para evitar una gran cantidad de muertos y heridos”.

Además de los duros calificativos contra Putin al que lo tachan de “gángster”, las autoridades de Kiev lo apuntan, además, por no cumplir con las obligaciones adquiridas en los recientes acuerdos de Ginebra. “En el comunicado de Ginebra decía claramente que todas las partes implicadas deberían usar toda su influencia para obligar a los separatistas a evacuar los edificios, entregar las armas y reducir la tensión”, dijeron las autoridades de Kiev.

El presidente ruso, Vladimir Putin, “es impredecible”, afirmó el viceministro de Exteriores ucraniano, quien aseguró que no descarta “el peor de los escenarios posibles”. Y es que Rusia cruce la frontera.

Insistió en que dada la gravedad de la situación es urgente que EEUU y Europa impongan “todas las medidas económicas, políticas y todo tipo de medidas para que Rusia pare la agresión.

El punto es que Rusia ha cruzado ya una línea inadmisible”, concluyó. El ultimátum de Putin

Entretanto, Putin presiona a Ucrania para que pague sus deudas millonarias contraídas por la venta de gas. La ex república soviética debe pagar a Rusia 16.600 millones de euros. Las deudas hicieron además que el gigante energético estatal ruso Gazprom, aumente el precio del gas a Ucrania. Putin ya  había amenazado el 10 de abril con la posibilidad de cortar el    suministro a raíz de las deudas y reconoció que la situación podría repercutir en el flujo de gas a Europa.

Rusia acusó a Ucrania de interceptar ilegalmente gas de los gasoductos que transportan el energético ruso hacia Europa. Y aunque Kiev lo niegue, Rusia llamó a sus “socios  occidentales” a ayudar a rescatar la economía ucraniana y consideró que no basta con  garantías bancarias. Europa es vulnerable porque gran parte del gas que compra a Rusia fluye por Ucrania. Además, una tercera parte del gas que importa la Unión Europea proviene de gasoductos rusos.

La Unión Europea pidió a Rusia que evite medidas que pudieran afectar al suministro de gas, una advertencia reiterada en una carta enviada por el presidente de la comisión europea, José Manuel Durao Barroso a Putin. “Le  pedimos firmemente que se abstenga de tomar medidas que pudieran crear dudas sobre su intención de ser visto como un suministrador fiable de gas a Europa”, dice la carta. La misiva argumenta que “está en juego la fiabilidad contractual (de Rusia) como suministrador de gas”.

Pero Putin no parece dispuesto a ceder. Sabe que está jugando una carta de la que dependerá la estabilidad de su Gobierno, pero además del resto de la UE.