Macri busca el apoyo de Brasil para cambiar la política latinoamericana

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Mauricio Macri y Dilma Rousseff salen de mundos muy diferentes, él es un millonario que viene de la derecha argentina y ella una exguerrillera y dirigente de la izquierda brasileña. Pero ambos parecen muy interesados en entenderse para dar un giro claro a la política latinoamericana. Macri coloca a Brasil como su prioridad absoluta. La posibilidad de un acuerdo de Mercosur con la UE es un objetivo prioritario de ambos para salir de la crisis. También coinciden en el alejamiento del venezolano Maduro, aunque Rousseff rechaza la propuesta de Macri de aplicar la cláusula democrática contra Venezuela.

Rousseff, Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores trabajaron muy fuerte para evitar la victoria de Mauricio Macri en Argentina. Lula estuvo una semana en Buenos Aires de campaña con Daniel Scioli, y la presidenta lo recibió en Brasilia y le prometió ayuda. Pero una vez consumado el inesperado éxito electoral de Macri las cosas están cambiando rápidamente en Latinoamérica. El argentino ha olvidado ya esa ayuda de Rousseff al kirchnerismo y ha puesto a su equipo, en especial a Fulvio Pompeo, su hombre clave en las relaciones internacionales, a trabajar para lograr que Brasil sea su socio estratégico. De hecho, Macri viajará a Brasil incluso antes de su toma de posesión, el próximo viernes.

A Rousseff le disgusta la estrategia de Macri con Venezuela porque cree que va demasiado rápido. El argentino, que quiere dar un giro de 180 grados a la política exterior de su país y acercarse a EE UU y a la UE, ha prometido que en la cumbre de Mercosur el próximo 21 de diciembre pedirá la aplicación de la cláusula democrática para Venezuela por el encarcelamiento de opositores como Leopoldo López. Rousseff no lo va a seguir hasta ahí, entre otras cosas porque eso supondría para ella aún más problemas internos en el Partido de los Trabajadores. “La cláusula no puede ser usada sobre la base de hipótesis. Para aplicarla a Venezuela tiene que haber hechos calificados”, aseguró la presidenta.

Macri corre el riesgo de quedarse solo al querer llegar tan lejos tan rápido. Pero Rousseff sí está marcando, por primera vez en su mandato, un alejamiento claro de Venezuela. Incluso ha enviado una carta a Maduro. Aunque el contenido no ha sido revelado, se sabe que escondía cierto tono crítico y preocupación por los rumbos de la política venezolana, algo inédito para Rousseff. El primer cambio se notó con el episodio del asesinato del opositor Luis Manuel Díaz, la semana pasada, durante un mitin en el Estado de Guarico. Exteriores hizo un comunicado en el que decía unirse a Unasur, rechazando “firmemente el recurso de cualquier tipo de violencia que pueda afectar el buen desarrollo del proceso electoral”, instando a las autoridades venezolanas “a investigar los hechos y castigar los responsables”.

Para Macri el asunto de Venezuela es simbólico, pero no prioritario. Con su batalla contra Maduro se convertirá rápidamente en un referente regional sobre todo para países como EE UU, eufóricos con la llegada del nuevo presidente argentino, como demuestra la llamada del estadounidense Barack Obama la semana pasada.

Referente de la derecha

Macri también busca ser un referente para países europeos gobernados por el centro derecha como Alemania, España o Reino Unido. Pero también Italia y Francia, en manos de la socialdemocracia, saludan su llegada. España se ha adelantado a todos con la visita del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, a Buenos Aires. Macri, que tomó muchas ideas del PP para fundar su partido, el PRO, es amigo de Mariano Rajoy y de José María Aznar. El expresidente español llegará a Buenos Aires el domingo y el lunes verá al presidente electo argentino, según confirman en FAES, la fundación de Aznar.

Al argentino lo que realmente le interesa, según fuentes de su entorno, es lograr acuerdos comerciales con la Unión Europea. La negociación UE-Mercosur se prolonga ya 16 años sin avances. Y a Brasil también le interesa mucho ese acuerdo. Macri y Rousseff, ambos con crisis económicas de distinta intensidad encima de la mesa, buscan inversores y acuerdos internacionales y también coinciden en la necesidad de abrirse a la Alianza del Pacífico, el acuerdo que han firmado Chile, Colombia, México y Perú y sigue avanzando.

Macri dejó claro al día siguiente de su victoria su interés en avanzar en acuerdos. José Augusto Castro, presidente de la asociación de empresas exportadoras de Brasil, clasifica a Venezuela como “un fardo para Brasil”. “En un momento en que el Mercosur negocia con la Unión Europea y se aproxima de la Alianza del Pacífico, la Venezuela del presidente Maduro se convierte en un retraso”, explica.

Se da así la paradoja de que dos Gobiernos tan diferentes como el de Brasil y el que tomará posesión en Argentina el 10 de diciembre pueden marcar juntos el giro del continente después de una década en la que Lula, el venezolano Chávez y los Kirchner lideraron la ruptura con EE UU que empezó en 2005 en la cumbre de Mar del Plata, en la que se enterró el proyecto de libre comercio del ALCA. Brasil y Argentina han protagonizado medidas proteccionistas, pero parecen encaminados a un cambio de política claro, aunque con cautela para no destruir la industria nacional.