¿Qué ocurriría si fracasa la Cumbre del Clima de París?

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Más de 160 países negociando contrarreloj para llegar a un acuerdo antes del próximo miércoles día 9 e intentar salvar el planeta del abismo del cambio climático. Esta es la situación que se vive desde ayer en la COP21, la Conferencia sobre Cambio Climático que se celebra en París con un gran objetivo: que la temperatura media de la Tierra no aumente en más de 2ºC de media de aquí a final de siglo. Los intereses de las grandes potencias son tan encontrados y dispares que en el ambiente ya empieza a flotar la pregunta: ¿y si el encuentro acaba en un acuerdo descafeinado, en puro papel mojado o, peor aún, no se produce acuerdo de ningún tipo?

El catedrático Xavier Labandeira, miembro del Quinto Informe de Evaluación del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) de la ONU, describe con una palabra las negociaciones que están teniendo lugar estos días: “complejísimas”. “Es un problema endemoniado: los países tienen muy pocos incentivos para adoptar una solución. Los beneficios se van a percibir en el futuro, en el largo plazo, pero el coste se tiene que soportar ahora. Ningún político quiere pedir a sus votantes que paguen hoy por algo de lo que no van a disfrutar mañana”, señala Labandeira a Teknautas.

Este experto explica con un ejemplo muy gráfico lo crítico de la situación. “El cambio climático es como una bañera: el obstáculo no es tanto que el grifo esté abierto, es decir, las emisiones, sino el nivel de agua que ya existe en la bañera. Está casi llena, el problema ya es una realidad. La solución pasa por lograr que ese grifo eche cada vez menos agua“. La pregunta del millón: ¿cómo?

Conseguir mantenerse por debajo de esa barrera crítica de los 2ºC de aumento de la temperatura media del planeta en 2100 requerirá reducir las emisiones de CO2 a una velocidad brutal. En algunos países, como EEUU o China, eso significaría reducir en hasta un 90% las emisiones de aquí al 2050. O lo que es lo mismo, requiere invertir fuertemente en energías renovables, instaurar medidas de eficiencia energética e incluso apostar (de nuevo) por las nucleares.

“Sin abandonar los modelos energéticos actuales, basados en el carbón, el petróleo o el gas, es imposible que podamos saltar a una economía limpia, basada principalmente en renovables“, explica a Teknautas Jonathan Gómez Cantero, geógrafo, climatólogo y miembro asesor del IPCC de la ONU. Es aquí donde las grandes potencias mundiales, con EEUU, China, la Unión Europea, India y Japón a la cabeza, tienen en su mano la llave del éxito o el fracaso de la cumbre. De sus bolsillos tendrán que salir gran parte de los más de 100.000 millones de dólares anuales que costará contener la situación, según lo acordado en la cumbre del clima de Copenhague de 2009. Y eso es justo de lo que muchos expertos dudan: ¿están de verdad dispuestos a pagar?

Países en desarrollo vs. potencias

Las negociaciones en París durante esta semana y la que viene discurrirán en un continuo tira y afloja entre dos frentes: el de los paises en desarrollo y el de las grandes potencias. Los primeros, con India, Brasil, Indonesia o México a la cabeza, intentarán forzar a los segundos (EEUU, China, Europa y Japón) a aceptar compromisos económicos y de reducción de emisiones mucho más ambiciosos de los tomados en Copenhague hace seis años. Está por ver si lo conseguirán.

Según Gómez Cantero, la clave del éxito o el fracaso de la COP21 girarán en torno a la voluntad de EEUU y China de dar su brazo a torcer. Hace un año dieron un gran paso: EEUU se comprometió a reducir sus emisiones con efecto invernadero un 28% para 2025 y China a dejar de aumentarlas cinco años después. Además, el país asiático aseguró que aumentaría el porcentaje de energía consumida proveniente de fuentes renovables hasta un 20% en 2030. Pero no va a ser tan fácil.

“Por un lado están los intereses económicos cruzados. Un 30% de las emisiones de China corresponden a empresas que no son de ese país, que tienen sede en EEUU o Europa. Por otro lado está la dificultad de medir que ambos países están cumpliendo de verdad sus promesas”, explica Cantero. Una investigación publicada la semana pasada en la revista Science exponía el problema: China utiliza un método de medición de sus energías renovables completamente diferente al del resto del mundo, un método que ni está bien documentado ni se explica de forma transparente. Imposible comprobar a ciencia cierta si, efectivamente, están cargándose el planeta un poco menos.

¿Y si no hay acuerdo o no es vinculante?

Por mucho optimismo que haya, surge una pregunta inevitable. ¿Qué pasará si se llega solo a un acuerdo de mínimos, o un acuerdo ambicioso pero no vinculante? Los científicos coinciden en que, si esto ocurre, las consecuencias serán catastróficas a largo plazo a nivel mundial en todos los frentes: económico, político, social…

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ya respondió a esta pregunta en varios informes. De no tomar medidas, de continuar con el ritmo actual de emisiones, la temperatura global del planeta subirá en 2ºC en la década de 2030. En 2100 podría dispararse incluso hasta en 5ºC.

Si un mundo con un incremento de 2ºC en la temperatura global ya supondría eventos climatológicos extremos, extinción de entre un 20% y un 30% de especies de animales y plantas y pérdida de un 30% del hielo Ártico, un mundo con un incremento de 5ºC desembocaría en catástrofe. El IPCC calcula que se producirían extinciones masivas de especies en todo el planeta, desaparecerían las costas actuales tal y como las conocemos y habría caos social y económico en prácticamente cualquier estado.

“De lo que mucha gente no es consciente es que no hablamos de un impacto lineal. Es decir, un aumento de 2ºC no implica que los problemas se vayan a multiplicar por dos; un aumento de 3ºC no implica que se vayan a multiplicar por tres, y así sucesivamente. Hablamos de impactos exponenciales. E impactos que no van a afectar a los países por igual. Todos saldremos perdiendo, pero unos más que otros, y eso creará una brutal inestabilidad en todo el mundo”, explica Xavier Labandeira a Teknautas.

Jonathan Gómez Cantero lo expone de forma más cercana. “El aumento de temperatura en más de 2ºC sería un punto de no retorno. Un país como España se vería ampliamente afectado. Imagina que desapareciese toda la industria del marisco en Galicia, por el aumento de las bacterias en el agua dada la mayor temperatura de los océanos; o que desapareciese la industria de los cítricos en Levante; o la del vino en la Ribera del Duero por la imposibilidad de establecer cosechas. Hablamos de un impacto social y económico incalculable. Y eso sin mencionar el derrumbe del turismo”, dice Cantero. No es exagerado: el futuro del planeta se decide en París.

 

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