Marea pro Europa en Ucrania
Duros y continuos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes culminaban la noche de este lunes en el centro de Kiev la jornada de protesta contra la decisión de congelar el acuerdo de asociación con la Unión Europea adoptada el viernes por el Consejo de Ministros de Ucrania. Los incidentes se desencadenaron cuando los manifestantes asaltaron un microbús en el que creyeron detectar a un grupo de individuos con equipos de escuchas telefónicas.
En los enfrentamientos, según la agencia de prensa Unian, participaron no solo manifestantes, sino también diputados de la Rada Estatal (el Parlamento ucranio) como Arseni Yatseniuk, el jefe del grupo parlamentario de la encarcelada ex primera ministra Yulia Timoshenko, y también Yuri Lutsenko, que fue ministro del Interior en el gabinete de esta y que, a diferencia de Timoshenko, fue puesto en libertad.
Desde la clínica de Jarkov donde se halla internada, Timoshenko se declaró en huelga de hambre indefinida y exigió al presidente Víctor Yanukóvich que firmara el tratado de asociación y el acuerdo de libre comercio con la UE.
Pese a la decisión del Gobierno de Ucrania, la UE hizo saber oficialmente este lunes mediante un comunicado conjunto del presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, y el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, que el acuerdo de asociación está “todavía sobre la mesa” y que “exige” una “voluntad política” y “acciones decididas” por parte de los dirigentes ucranianos.
En un intento de justificar su posición, el presidente Yanukóvich transmitió un mensaje a sus conciudadanos que fue difundido por su servicio de prensa junto con la promesa de una próxima entrevista televisiva para explicarse con más detalle y para “responder a todas las preguntas”. Yanukóvich va a acudir a la cumbre de Vilna, según hizo saber el Ministerio de Exteriores de Ucrania.
El presidente, al que la calle ha dejado de creer, insiste en mantener vivas las esperanzas de los partidarios de la integración en Europa, que son el sector predominante en el país, según las encuestas. “Quiero subrayar que no hay alternativa a la construcción de una sociedad de estándares europeos en Ucrania”, dijo en su mensaje el jefe del Estado ucraniano. “Mi política en este camino siempre fue y seguirá siendo consecuente. Las reformas que realizamos son la confirmación de que vamos por el camino europeo”, dijo. “Nadie nos robará el sueño de una Ucrania donde haya igualdad de oportunidades, de una Ucrania europea. Igualmente nadie nos apartará del camino recorrido que conduce a este sueño”, afirmó, para subrayar que lo más difícil en este camino son los “problemas económicos”.
La calle sin embargo tenía su propia dinámica al margen de las declaraciones de los políticos. Los manifestantes empleaban porras y barras metálicas, según el corresponsal de la agencia Unian, y la policía empleó bombas de humo y gas lacrimógeno. Efectivos de los Berkut, las fuerzas especiales antidisturbios, reforzaban posiciones en el centro de Kiev y tomaban posiciones para la custodia de edificios oficiales, como el Ministerio de Exteriores, algo alejado del centro de las protestas.
El mensaje de Timoshenko fue leído en el Euromaidan (nombre que se le ha dado a la acción en la que se asocian las palabras Europa y maidan, plaza), que sirvió para designar las manifestaciones de la Revolución Naranja en noviembre de 2004. Timoshenko dijo estar feliz porque “centenares de miles de ucranios salieron al Euromaidan en Ucrania y en todo el mundo” para “no permitir a la mafia en el poder que mate nuestra elección europea, que destroce nuestra vida”. La ex primera ministra dijo estar orgullosa de pertenecer a un pueblo que pudo “sobrevivir a la hambruna y las torturas soviéticas”, que “pudo levantarse y conquistar su libertad durante la Revolución Naranja” y que “encontró fuerzas en sí mismo para levantarse hoy” en todos los “maidanes europeos para vencer de nuevo”.
Una parte de los que acuden a manifestarse lo hacen de forma espontánea, ya que la actitud favorable a la integración europea no se limita solo a la oposición, sino que ha sido también la política del partido de las Regiones y del Gobierno del primer ministro, Nikolái Azárov, hasta que este ha dado marcha atrás a última hora por temor a las consecuencias que la firma del tratado de asociación pueda tener para las importantes relaciones económicas con Rusia.
Durante varios meses Rusia ha tomado medidas punitivas contra las importaciones ucranias y el presidente Vladímir Putin ha indicado claramente que Moscú tomaría serias represalias contra la economía de su vecino eslavo si Kiev firmaba el tratado de integración con la Unión Europea. Ucrania, que atraviesa una grave situación financiera y necesita de nuevos préstamos para pagar los antiguos, depende de los suministros del gas ruso, que obtiene a precios más caros que sus vecinos debido a los gravosos contratos firmados en 2009 bajo los auspicios de la entonces primera ministra Yulia Timoshenko.