Putin calienta Cumbre Asia-Europa con amenaza de cortar gas
Los 53 jefes de Estado reunidos en Milán representan al 60% de la población mundial, la mitad del PIB y el 70% del comercio, pero el interés principal de la cumbre euroasiática -la décima de las que se celebran cada dos años desde 1996- se centra en la actitud de Vladímir Putin. Del líder ruso, que aterrizó en una Unión Europea asustada ante la posibilidad de una nueva fase de estancamiento económico, depende en gran medida que tanto ucranios como europeos no tiriten, y no solo de frío, el próximo invierno.
El objetivo de los principales líderes de la UE -que se reunirán con Putin antes de que éste se encuentre a solas con el presidente ucranio, Petró Poroshenko- es rebajar la tensión entre Moscú y Kiev. Solo así el gas ruso seguirá fluyendo hacia Europa a través de los gasoductos de Ucrania y, a modo de contrapartida, la UE podría aparcar unas sanciones económicas que están dañando tanto a Rusia -por la huida de los inversores ante el clima de desconfianza- como a la propia Unión Europea, que puede perder más de 40.000 millones de euros en 2014 y 50.000 en 2015.
Pero los presagios no son los mejores. Antes de llegar a Milán, Vladimir Putin lanzó desde Belgrado una amenaza en toda regla: “Si vemos que los socios ucranianos empiezan a tomar de forma no autorizada nuestro gas del conducto de exportación, entonces, como ya hicimos en 2008, reduciremos el volumen de la exportación en concordancia con el gas robado”. Rusia cortó el flujo de gas hacia Ucrania el pasado 16 de junio tras el conflicto político con Kiev.
El líder ruso añadió que, “si se produce una crisis en la cooperación energética, no será por culpa de Rusia, que siempre ha sido un socio de confianza”. Y, poco antes, la canciller alemana, Angela Merkel, defendió que las sanciones de la Unión Europea a Rusia eran “necesarias” aunque confió en que no impidan el diálogo. Merkel también llegó a la cumbre con una gran preocupación sobre Ucrania y admitió que la situación este país es “muy difícil”.
El momento clave de la cumbre será el encuentro -previsto para el viernes- entre Putin y Poroshenko con la presencia de los grandes líderes europeos: David Cameron, Merkel, François Hollande y Matteo Renzi. No estará Mariano Rajoy, que este jueves animó a los demás participantes en la cumbre a buscar más relaciones comerciales entre la UE y Asia porque ha sido el sector exterior el que ha sacado a España de la recesión, según explicó.
La situación ucraniana tendrá pues un gran protagonismo en la crisis. El alto el fuego alcanzado el 5 de septiembre ha permitido apaciguar un conflicto en el que, según datos de la ONU, se ha cobrado ya más de 3.600 muertos, pero el proceso de paz se encuentra atascado. De hecho, las refriegas entre fuerzas rebeldes y ucranianos pro-rusos continúan cobrándose víctimas a diario, sobre todo en el bastión separatista de Donetsk. Que no será fácil ya lo advirtió el propio Poroshenko antes de viajar hacia Italia: “No espero que las conversaciones sean fáciles. Pero estoy acostumbrado a esto, tengo mucha experiencia en sostener reuniones diplomáticas muy difíciles. En cualquier caso, soy optimista”.
No solo había malos augurios políticos para la cumbre. También económicos. La crisis europea, con los mercados de nuevo en tensión y todas las bolsas europeas bajando ante el riesgo de una nueva recesión, dominó las preguntas de los medios y las inquietudes de los líderes.
El italiano Renzi hizo una llamada contra la austeridad a toda costa y a favor de políticas para el crecimiento. Renzi explicó que la próxima semana, la cumbre de la UE en Bruselas deberá tratar ese asunto porque hay una “gran preocupación” ante la posibilidad de que economía europea entre en recesión. Y también el G-20 de noviembre, en Australia, estará dominado por la polémica entre austeridad y política expansiva que ha dominado Europa desde 2008.
“Necesitamos que Asia tire del crecimiento europeo con la condición de que Europa sepa organizar su política económica para que sea más favorable al crecimiento”, señaló el francés François Hollande. Angela Merkel, también presente en la cumbre, defendió sin embargo la política de austeridad. Aseguró que Europa tomó desde el principio el “camino correcto” para afrontar la crisis y exigió a todos los socios europeos que cumplan sus compromisos sobre la rebaja del déficit, un mensaje claro para Francia.