¿Qué va a pasar con los créditos millonarios que China otorgó a los países pobres?

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Foto: Adam Dean/ The New York Times

Sus economías sufren y las naciones deudoras quieren que Pekín perdone o renegocie los préstamos. Hacerlo sería costoso. Rehusarse puede dañar la imagen global del gigante asiático.

 

Cuando el coronavirus comenzó a propagarse por todo el planeta, el ministro de Relaciones Exteriores de Pakistán llamó a su homólogo en Pekín para hacerle una petición urgente: la economía del país iba en picada, por lo que el gobierno necesitaba reestructurar miles de millones de dólares en préstamos otorgados por China.

Pekín ha recibido solicitudes similares de Kirguistán, Sri Lanka y varias naciones africanas que desean reestructurar su deuda, prorrogar pagos o lograr la condonación de decenas de miles de millones de dólares en préstamos que vencen este año.

Cada una de estas solicitudes vuelve más contraproducente el deseo de China de convertirse en el mayor proveedor de servicios bancarios del mundo en desarrollo. Desde hace veinte años, China comenzó a otorgar préstamos globales a diestra y siniestra, canalizando cientos de miles de millones de dólares a distintos países con la intención de ampliar su esfera de influencia y convertirse en una superpotencia política y económica. Los deudores entregaron en garantía puertos, minas y otras joyas de la corona.

Ahora que se tambalea la economía mundial, cada vez más países le informan a Pekín que no pueden efectuar los pagos de su deuda.

China tendrá que tomar decisiones difíciles. Si reestructura los préstamos o condona las deudas, podría causar una gran tensión en su sistema financiero y enfurecer al pueblo chino, que ya sufre debido a su propia ralentización económica. Por otra parte, si China exige los pagos ahora que los países ya están enfadados con Pekín por su manera de manejar la pandemia, podría poner en riesgo su misión de convertirse en una nación con influencia global.

“En el ámbito político, China ya está a la defensiva”, dijo Andrew Small, investigador del fondo estadounidense German Marshall Fund. Añadió que si China ejerciera el derecho a tomar posesión de los bienes por incumplimiento de pago, “tendría en su poder activos estratégicos en países que ahora ni siquiera pueden darle de comer a su gente”.

La reputación global de China está en juego. Varios países han cuestionado abiertamente su papel en el brote del coronavirus, pues en un primer momento en enero los funcionarios chinos le restaron importancia a la gravedad y facilidad de contagio de la enfermedad. Pekín ahora vende y dona cubrebocas y otros equipos para ayudar a mejorar su imagen dañada. Una decisión equivocada podría causar un revés significativo en sus ambiciones globales.

Por otra parte, también los riesgos financieros son enormes. El Instituto Kiel, un grupo de investigación alemán, calcula que China otorgó préstamos al mundo en desarrollo por al menos 520.000 millones de dólares, la amplia mayoría en los últimos años. En tal caso, Pekín ha prestado más dinero que el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

El principal motivo de estos préstamos es la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda, el programa de un billón de dólares del presidente Xi Jinping cuyo objetivo es financiar proyectos de infraestructura en todo el mundo y ganarse algunos aliados en el proceso. Desde que arrancó el programa en 2013, China ha otorgado unos 350.000 millones de dólares a distintos países, la mitad de los cuales se consideran deudores de alto riesgo.

China ya descartó la idea de una condonación masiva de deuda, pero dio a entender que está dispuesta a negociar. En algunos casos, ya se han concretado acuerdos: el gobierno de Kirguistán anunció en abril que China convino en reprogramar el pago de 1700 millones de dólares de deuda, sin ofrecer mayores detalles.

Otros también esperan algún tipo de ayuda. “No solo le hemos pedido ayuda a China”, explicó en una entrevista S.R. Attygalle, el secretario del Tesoro de Sri Lanka, y habló de solicitudes hechas a Japón y al Banco de Exportaciones e Importaciones de China. Por lo pronto, dijo, el Banco de Desarrollo de China amplió una línea de crédito por 700 millones de dólares para ayudar a Sri Lanka a resistir, redujo la tasa de interés y retrasó dos años el programa de pagos.

Fuera de estas medidas, los funcionarios chinos todavía no han decidido cómo enfrentar el problema, según algunas personas enteradas de parte de las deliberaciones.

Reducir la deuda “no es fácil ni efectivo”, escribió Song Wei, funcionario de la división de investigación del ministerio de Comercio de China, en el Global Times, periódico controlado por el Partido Comunista. “Lo que podría hacer China para ayudar es revivir proyectos financiados con préstamos y concretar ganancias sostenibles, en vez de medidas sencillas como ofrecer cancelaciones de deuda”.

La Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda se había convertido en un tema delicado antes del brote. A las autoridades chinas les preocupaba que demasiados bancos y compañías invirtieron en los mismos países con escasa coordinación. El sistema financiero de China ya está bajo presión por la deuda que acumulan las empresas estatales y los gobiernos locales para mantener el crecimiento en marcha.

Algunas personas en China comenzaron a cuestionarse si su dinero ganado con tanto esfuerzo se desperdiciaba en el extranjero. A pesar de la creciente riqueza de China, sus hogares aún tienen ingresos inferiores a un cuarto de aquellos en los países desarrollados. Su economía también ha sido sacudida por el brote, lo que ha llevado a una contracción por primera vez desde la era de Mao.

Los préstamos también han sido objeto de escrutinio fuera de China.

Los préstamos de China difieren de casi todos los demás préstamos otorgados a los países en desarrollo, ya sea por naciones ricas o por instituciones como el Banco Mundial. Por lo regular, aplican tasas de interés más elevadas y plazos de vencimiento más cortos, por lo que deben refinanciarse cada dos años. Muchas veces, se utilizan activos nacionales como garantía o colateral. Debido a estas características, los bancos controlados por el gobierno de China tienen suficiente confianza para prestarles dinero a los países pobres.

En algunos lugares, los préstamos se han disparado. Las deudas de Yibuti con China saltaron a más del 80 por ciento de su producción económica anual. La deuda de Etiopía con China equivale al 20 por ciento de su producción anual, mientras que la de Kirguistán es de alrededor del 40 por ciento.

El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump ha acusado a China de “diplomacia de la trampa de la deuda”, al prestar más dinero del que los países pobres podrían permitirse para apoderarse de activos estratégicos y expandir su huella militar y económica.

Pekín niega estas acusaciones, y muchos expertos chinos están de acuerdo. Argumentan que apoderarse de bienes en el extranjero en garantía es difícil. Los préstamos cuestan más porque los prestamistas chinos enfrentan la posibilidad real de no recuperar el dinero.

“Muchos de los préstamos deberían tener tasas de interés más altos, que deben reflejar el riesgo correcto”, dijo Chen Long, socio de Plenum, una firma de análisis económico de Pekín.

Pero una reacción negativa contra China ha crecido en los últimos años a medida que los países se esforzaban por pagar sus deudas. Los proyectos de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda a menudo han demostrado ser poco rentables, dejando a los contribuyentes con facturas abultadas. Cuando Pekín se apoderó de un puerto marítimo estratégico en Sri Lanka que había sido ofrecido en garantía, las naciones deudoras observaron con preocupación.

Algunos países deudores afirman que China también se valió de una red secreta de negociaciones bilaterales de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda para sobornar a funcionarios locales u obtener que acuerden términos poco razonables. Malasia rechazó un paquete de préstamos de 16 mil millones de dólares, presionando a Pekín a que lo reduzca a 11 mil millones de dólares.

Todo parece indicar que Pekín le restó importancia al riesgo de que todos los países en desarrollo pudieran llegar a experimentar problemas graves de crédito al mismo tiempo. China aún insiste en tratar caso por caso las deudas que tienen los distintos países. Sin embargo, los líderes de esas naciones han empezado a hacer cada vez más llamados para que se pongan en marcha amplias medidas globales para ayudarles a resolver sus problemas.

“China quiere mantener divididos a los países del Cinturón y la Ruta de la Seda, pues juntos son más fuertes que por separado”, afirmó Benn Steil, director de Economía Internacional en el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por su sigla en inglés).

En abril, el primer ministro de Pakistán pidió a las instituciones y los países ricos una reducción a la deuda de las naciones en desarrollo. Dos semanas después, el Grupo de los 20, al que pertenece China, anunció que congelaría los pagos de deuda de los países más pobres del mundo hasta fin de año.

No obstante, Song, el funcionario del Ministerio de Comercio, escribió en el Global Times que a los préstamos preferenciales del Banco de Exportaciones e Importaciones de China “no se les aplica ninguna reducción de deuda”. El Banco de Exportaciones e Importaciones de China es la alcancía del programa del Cinturón y la Ruta de la Seda, que ha dado financiamiento a más de 1800 proyectos con un valor de más de 149.000 millones de dólares, reveló el acreditante el año pasado.

La presión sobre China solo aumentará a medida que la crisis económica mundial se profundice. Funcionarios familiarizados con las negociaciones de la deuda dijeron que muchos países están exigiendo que China ofrezca reducción o condonación de la deuda, incluidos varios países africanos.

Etiopía, la economía de más rápido crecimiento en África, le ha pedido a China que cancele parte de su carga de deuda y está asumiendo un papel protagónico en nombre de las naciones africanas en las negociaciones, dijeron varios funcionarios.

“Estos son los primeros días. Pero sé que los chinos generalmente han reconocido los desafíos que los países enfrentan”, dijo el ministro de finanzas Eyob Tekalign Tolina en una entrevista, y agregó que un bloque de los países africanos “menos desarrollados” ha pedido la cancelación de la deuda. “Dado el impacto global generalizado y el efecto de la pandemia en el crecimiento, es un llamado de apoyo”, dijo.

Pero el ministro de finanzas de Ghana, Ken Ofori-Atta, dijo en una entrevista por video con el Centro para el Desarrollo Global que China necesitaba hacer más y “salir más fuerte”.

Los funcionarios chinos insisten en que seguirán realizando proyectos en el mundo en desarrollo. Pakistán autorizó la semana pasada un contrato de 5800 millones de dólares para la construcción de una presa a una alianza entre una empresa propiedad del gobierno chino y la unidad comercial del Ejército pakistaní. No se divulgó información detallada sobre el financiamiento.

El problema es que, si China adopta una postura intransigente, las naciones deudoras podrían ponerse de acuerdo para intentar formar un frente unido. Podrían divulgar los montos de sus préstamos de China, así como las disposiciones aplicables, lo que generaría todavía más atención en el problema. Otros países podrían cambiar la forma en que otorgan préstamos, y así forzar a China a cambiar sus métodos o relajar sus reglas.

“Es un momento clave para China”, señaló Scott Morris, investigador del grupo de expertos Center for Global Development.

“Debido a la variedad de países que podrían incurrir en incumplimiento, podría haber un gran riesgo para China. ¿Aceptarán una reducción inevitable en parte de estas deudas? ¿O estarán dispuestos a incautar los activos de esos países durante una época tan difícil?”.

 

Maria Abi-Habib is corresponsal en el sur de Asia, con sede en Delhi. Antes de unirse al Times en 2017, fue corresponsal itinerante en Medio Oriente de The Wall Street Journal. @abihabib