¿Quién se ocupa de la seguridad del Papa?

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Foto: L'Osservatore Romano

 

Finalizando la Edad Media, Europa sufría diversas convulsiones, fruto del fenómeno cultural del Renacimiento: nacían nuevos estados y se disolvían otros. Los Estados Vaticanos, para defender sus fronteras, crearon un ejército formado principalmente por mercenarios.

Fue el Papa Julio II, el que encomendó al cardenal Mateo Schinner que solicitara a los cantones suizos de Lucerna y Zurich, el envió de soldados helvéticos que por aquella época gozaban de la fama de valerosos y experimentados guerreros.

El contingente llegó a Roma el día 21 de enero de 1506 y el día 22, fecha del nacimiento oficial de la Guardia Suiza, se creaba el cuerpo de la Guardia Pontificia compuesto por ciento cincuenta valerosos suizos al mando del capitán Gaspar von Silenen.

Pasados los años, en 1527, surgió el conflicto político entre Carlos V de Alemania y Francisco I de Francia por quién el Papa Clemente VII tenía preferencias. El emperador Carlos V trató de saquear Roma para dar al Papa Clemente VI un “escarmiento” por tener una política pro-francesa.

El 6 de mayo de 1527 es el día más recordado de la Guardia Suiza Pontificia, ya que demostraron su valor y su fidelidad al Papa hasta defenderlo con la propia vida. Ese día, el ejército Imperial de Carlos V de Alemania del que formaban parte unos 20.000 soldados, muchos de ellos mercenarios españoles y alemanes luteranos, tomaron al salto Roma invadiendo las cercanías del actual Estado del Vaticano y la Basílica de S. Pedro.  La Guardia Suiza y las pocas tropas romanas resistían desesperadamente. De los 189 soldados suizos sólo se salvaron 42, los que -en el último momento- acompañaron al Papa Clemente VII a refugiarse en el castillo de Sant’Angelo. La salvación de Clemente VII y sus hombres fue posible gracias al “Passetto”, un corredor secreto que comunica el Vaticano y el Castel Sant’Angelo.

Durante ocho días, los mercenarios del ejército imperial dieron rienda suelta al saqueo de Roma con todo tipo de abusos, robos y sacrilegios

Clemente VII tuvo que rendirse y aceptar las fuertes condiciones impuestas, entre ellas, la sustitución de  la guarnición  del Papa  por cuatro compañías  de  alemanes y españoles.

El Papa consiguió que los suizos sobrevivientes fueran incluidos en la nueva Guardia, pero sólo 12 de ellos accedieron.

El Papa Pablo III (1536-1549) volvió a formar la Guardia Suiza Pontificia en 1548 con 225 hombres, uno de cuyos destacamentos fue enviado por San Pío V (1566-1572) a combatir contra los turcos en Lepanto, donde consiguieron arrebatar dos banderas enemigas.

Tras más de doscientos años sin tener que entrar en combate, los problemas regresaron: en 1798, el emperador Napoleón Bonaparte obligó al Pontífice Pío VI a exiliarse y disolver la Guardia Suiza para estar seguro de que el Vaticano no le daría ningún problema.

Es, por tanto, puso fin a un largo período de siglos en los que, a causa del poder temporal de la Iglesia, era necesario contar con un ejército de empleados por el Sumo Pontífice. A partir de ahora, la Guardia Suiza sólo tiene la tarea de garantizar la seguridad de la persona física del Papa, la seguridad de los edificios en el Vaticano y la villa pontificia de Castel Gandolfo

Poco después, en 1801, Pio VII volvió a formarla pero con un total de sólo 64 soldados. León XII (1823-1829) lo aumentó a 200 en 1824 y siguió cumpliendo la misión originaria de la defensa del Papa.

En julio de 1870 estalló la guerra franco-prusiana que marcó el fin del poder temporal de la Iglesia, ya que Napoleón III tuvo que llamar a la guarnición francesa a casa. El gobierno italiano había asegurado al Papa que los acuerdos se mantendrán en septiembre de 1864, y en su lugar, tan pronto como la fortuna de Napoleón comienza a fallar, el territorio papal está rodeada por el ejército del Reino de Italia

Después de la derrota de Sedán y la proclamación de la República Francesa, el anillo se aprieta y las tropas italianas entran en Roma. Pío IX con el fin de evitar un derramamiento de sangre, había dado órdenes al general Kanzler, el comandante en jefe de las fuerzas papales, para limitar la defensa a lo estrictamente necesario para demostrar que cedía a la fuerza. Al día siguiente las tropas papales fueron despedidas y sólo permaneció la Guardia Suiza en el Vaticano.

Se pone así fin a un largo período de siglos en los que, a causa del poder temporal de la Iglesia, era necesario contar con un ejército de empleados por el Sumo Pontífice. A partir de ahora, la Guardia Suiza sólo tendrá la tarea de garantizar la seguridad de la persona física del Papa, la seguridad de los edificios en el Vaticano y la villa pontificia de Castel Gandolfo.

Además de la Guardia Suiza, el Vaticano contó con otros tres cuerpos militares:

1. La Guardia Palatina de Honor. Fue fundada en 1850 por el Papa Pío IX, y su misión era la vigilancia del Vaticano.

2. La Guardia Noble del Cuerpo de Su Santidad. Fue fundada por el Papa Pío VII en 1801, juntando la Guardia de Caballeros Ligeros y el Cuerpo delle Lanze Spezzate (“Cuerpo de la Lanza Rota”).

3. Gendarmería Pontificia, fundada también por Pío VII y que también era conocida como Carabinieri Pontifici, es decir, la policía del Estado del Vaticano.

Estos tres cuerpos fueron disueltos en el año 1970 por el papa Pablo VI, quien quiso que no hubiera ningún cuerpo militar en el Vaticano salvo la Guardia Suiza.

La última reorganización de la Guardia Suiza la hizo S.S. Juan Pablo II el 5 de abril de 1979.

 

 

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