Detrás de cada resolución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay ciencia, pero no solo ciencia. Sus recomendaciones son universales y, pese a no resultar vinculantes para los Estados, cada palabra plasmada en un documento suyo está medida milimétricamente porque puede provocar cambios en las políticas de salud de todo el planeta. Es una de las razones por las que, pese a que numerosas evidencias muestran que la transmisión aérea del coronavirus es posible desde hace meses, solo ha reconocido esta eventualidad esta misma semana. ¿Cómo se traduce, a efectos prácticos?
Es muy probable que en poco o nada, según acuerdan varios expertos consultados. El documento donde admite la posibilidad de que las gotitas que exhalan quienes portan el coronavirus queden en el aire, otra persona las respire y se infecte está tan lleno de matices que no conlleva medidas adicionales a las que se vienen recomendado. “Básicamente implica tres cosas: refuerzo del uso de mascarillas en espacios cerrados y siempre que no se pueda mantener la distancia de seguridad, ventilar aún más si cabe los espacios cerrados y mucha limpieza y desinfección en los sistemas de aire acondicionado de circuito cerrado de los edificios de oficinas, empresas, etcétera. En realidad, nada que no se haya dicho antes”, señala Alberto Infante, experto en salud pública.
Los matices también son ciencia. Juan Ayllón, virólogo de la Universidad de Burgos, lo explica así: “La OMS asume la posibilidad de transmisión por aire en parte porque lo venían pidiendo un grupo de científicos. La mayoría son químicos, que no saben mucho de virus, pero sí de cómo se transmiten las partículas en el aire. Enfrente tienen a los epidemiólogos, a quienes les importa más la influencia real que tiene este tipo de transmisión. Y en medio está la OMS, a la que se le exige transmitir información a toda velocidad”.
Ayllón viene a recordar lo que dice el propio documento de la organización: que el hecho de que sea posible una transmisión por aire en determinadas circunstancias (entornos médicos con manipulación de pacientes o lugares cerrados con mucha gente y mala ventilación) no significa que sea ahí donde esté el mayor foco de contagio. Al contrario, el consenso científico sigue señalando el contacto próximo con personas infectadas como el mayor riesgo. Los casos documentados en lugares donde recirculaba aire (como autobuses o restaurantes), coros, o clases aeróbicas serían, según la teoría de la OMS, excepciones, no la regla general. Porque incluso sabiendo que el SARS-CoV-2 puede quedar suspendido, cada pequeña gota tiene una cantidad viral muy pequeña, de forma que para inhalar la suficiente como para que se produzca una infección se tienen que dar una serie de circunstancias no muy frecuentes.
Esto se demuestra, según explicaba el jueves Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, observando cómo las medidas que se han tomado para frenar la epidemia en todos los países del mundo han funcionado sin cautelas que tuvieran en cuenta una transmisión aérea significativa. “Hay evidencias de que puede existir en alguna situación concreta, pero no muchas ni muy sólidas. Si se demostrase habría que tomar muchas medidas que no se han adoptado hasta ahora”, explicó Simón.
No obstante, los científicos están abiertos a nuevas evidencias que les hagan cambiar de opinión. “Se necesita una investigación urgente de alta calidad para dilucidar la importancia relativa de las diferentes rutas de transmisión; el papel de la transmisión aérea en ausencia de procedimientos [médicos] de generación de aerosoles; la dosis de virus requerida para que ocurra la transmisión; la configuración y los factores de riesgo para eventos de supercontagiadores; y la extensión de la transmisión asintomática y presintomática”, dice el nuevo documento de la OMS.
Jesús Molina Cabrillana, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, se muestra partidario de mantener la vigilancia y no adoptar medidas más restrictivas. “Ya se han tomado muchas; ante un avance del virus lo que habría que hacer, como estaba previsto, es dar marcha atrás y volver a limitar ciertos movimientos o aforos”, subraya.
En lo que insisten los expertos es en respetar las cautelas que ya se proponen, sin necesidad de aplicar más. Si viene a recordar algo el documento de la OMS es, en opinión de María del Mar Tomás, microbióloga de la Sociedad Española Enfermedades Infecciosas Microbiología, que en interiores hay que ser especialmente cuidadoso, mantener la mascarilla y evitar lugares mal ventilados. Y, las reuniones sociales, preferentemente al aire libre, donde el riesgo de contagio baja drásticamente, ya que incluso aunque el virus permanezca suspendido en el aire, la dispersión hace muy complicada la infección.