FREDDY MAMANI. Del origen de los cholets en El Alto a la Fundación Cartier en Paris

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No ha pasado ni un mes desde que inauguró una impresionante exposición de la arquitectura neoandina en la Fundación Cartier en Paris, conocida como la construcción Cholets. Los días pasan entre llamadas y visitas de periodistas, arquitectos y sociólogos de varias partes del mundo, tratando de adentrarse y conocer más de la monumental arquitectura de Freddy Mamani. “Han llegado para hacer su maestrías, otros su doctorado, están trabajando conmigo y eso me parece interesante; a los profesionales de todo el mundo les impacta esta arquitectura y vienen a aprender lo nuestro a diferencia de antes cuando sucedía lo contrario”. Termina esta parte del dialogo con la siguiente constatación: “Tenemos que ser capaces de valorar lo nuestro”.

Faltando pocas semanas antes de la inauguración los ejecutivos de la Fundación había expresado al arquitecto boliviano que vive en El Alto su preocupación por que la obra no alcance el brillo que se habían propuesto. Una obra de esas dimensiones no se había construido jamás en la Fundación y resultó la sensación entre las obras de otros artistas latinoamericanos invitados a decorar el salón de vidrio que trasluce los colores relucientes del Cholet de Freddy Mamani.

Fue una enorme satisfacción para el arquitecto boliviano que tuvo que recurrir al Google para enterarse qué era la Fundación Cartier. De qué se trataba la invitación y quiénes estaban propiciando la incursión espectacular del artista al corazón de la ciudad luz. Entre idas y venidas a La Paz, mientras se desarrollaba el proyecto, Freddy Mamani destaca la tecnología que se empleó para levantar la estructura de su obra. “Están muy avanzados en términos de tecnología”, dice. Desde entonces no han dejado de contactarlo arquitectos de distintos países y hasta ha tenido la visita de varios de ellos, contagiados por el concepto novedoso que revolucionó los parámetros de la construcción tradicional, la que estábamos acostumbrados a ver en El Alto. Él dice que el centro primigenio de su obra tiene que ver con la observación de las costumbres del comercio aimara y la transformación del espacio.

 

¿Cómo recibiste la noticia de que irías a Paris a construir un Cholet? Ha sido una sorpresa porque me ha llegado la invitación mediante mi email dándome la posibilidad de construir una de mis obras en la Fundación Cartier. Yo no sabía que era la Fundación Cartier; de a poquito he comenzado a enterarme de que había sido una de las instituciones más prestigiosas de Europa, las ´tops´ donde invitan a diferentes personalidades del mundo. Sabiendo eso me he animado; mantuvimos negociaciones durante un año y una vez aceptada la invitación viaje a Paris a medir los espacios donde se iba a trabajar, había sido un edificio muy moderno construido por un famoso arquitecto. Creo que no ha sido una invitación fortuita sino algo bien estructurado; les ha llamado la atención mi arquitectura neoandina. Ellos muy entusiasmados me dijeron aquí vamos a construir un cholet.

 

¿Qué características tiene tu obra? Está ubicada en un área de 250 metros cuadrados sobre una altura de siete metros, era un espacio apropiado por los salones y la altura para acomodar las lámparas araña que tienen una altura de 2.50 metros. El espacio ha quedado muy apropiado para la construcción. El edificio de la fundación es de puro vidrio templado que te permite ver por afuera; nosotros trabajamos en una estructura metálica con un material que simulaba al yeso, hecho de láminas de madera, construido como un rompecabezas. La arquitectura que usamos es una fusión de lo tiwanacota. En el cielo raso lleva una especie de chacana que le da relevancia al conjunto; todo decorado con una iluminación de dicroicos, leds de colores, columnas diamantadas con degrades de colores; lo más sobresaliente en la obra eran el rojo y el naranja acompañados de tonos verdes.

 

¿Tuviste que trasladar a tu equipo a Paris? Todo ha sido construido con tecnología y mano de obra de ingenieros y profesionales, todos de allá.

 

¿Cómo te entendiste con ellos? Nuestros diálogos por el idioma eran imaginativos, nuestro entendimiento ha sido complejo pero no imposible.

 

¿Cuál ha sido la reacción cuando terminaste la obra? Ha sido algo inexplicable, incluso el director de la Fundación el señor Herbes, estaba bastante preocupado al finalizar la construcción, me decía ´Freddy es la primera vez que traemos un arquitecto de Bolivia y me preocupa que la gente no reaccione´. Yo también preocupado porque sentía que la estructura no era la apropiada. Las dos últimas semanas antes de la inauguración fueron intensas para lograr texturas, colores, algunas figuras geométricas como la Cruz Andina, el Puma Punku, el Cóndor y otros elementos. Finalmente quedó algo muy impresionante. Vinieron las cholitas paceñas propuestas para mostrar la cultura boliviana. Nosotros queríamos hacer algo más grande pero lamentablemente no tuvimos el apoyo de las autoridades de Culturas; gracias también a Ana Palza conformamos un conjunto que nos salió muy bien. Y todo el equipo de la fundación quedo impresionado.

“Me han escrito diciendo que tiene mucho éxito”. Además, la exposición incluye una película sobre la biografía del arquitecto boliviano. Un documental con reacciones de la crítica, gente común y expertos académicos, docentes de la universidad, sociólogos que opinan sobre la construcción de los cholets.

 

¿Qué experiencia te ha dejado esto en el plano personal para seguir creciendo? He visto que uno puede hacer su propia política si es que lo sabe hacer. Quiero hacer una escuela en la que pueda ayudar a los niños y jóvenes; también a los maestros albañiles que han construido El Alto. Esto en respuesta porque los arquitectos se han formado en una elite para ganar dinero y han dejado el vacío de acercarse a las necesidades del pueblo. Yo he trabajado ese aspecto y gracias a eso y a los usuarios que han creído en mí he podido aplicar este concepto

 

¿Cuantos edificios has construido? En El Alto unas 70 obras y sumando las construcciones en capitales y departamentos, provincias y en exterior (Perú y Brasil) quizá llegue a un poco más de 100 construcciones.

Freddy Mamani ha salido profesional de la UMSA, tiene seis hermanos de los cuales dos le han seguido sus pasos en la arquitectura. Dice que a las universidades les falta la materia de investigación de nuestras culturas ancestrales. “Se ocupan de enseñarte arquitectura universal, me parece que eso no nos hace tan bien. Es un criterio personal pero creo que he llenado un vacío”.

 

¿Cómo nació en ti el adentrarte a estos espacios poco explorados? Porque en El Alto hay grandes migraciones del campo, alrededor del 65%, entonces el comercio prevalece en recuperar su inversión, por eso he construido estas edificaciones que generan dinero. Otro aspecto es que la gran mayoría es folklorista, he visto como hacen sus ensayos en las calles, a ellos les faltaba espacio para sus matrimonios, sus prestes, sus quinces; de esa manera he visto de intervenir construyendo edificios que se integren a sus actividades. Por otra parte, estos mismos espacios los puedes integrar a tiendas y galerías. Ahora estoy pensando en hacer grandes mercados que lleven todo el confort necesario con una buena planificación del espacio; un ejemplo de la mala planificación es el Mercado Lanza. Este tipo de proyectos hay que realizarlos pero muy adecuados a la sociedad; donde las edificaciones atraigan a la gente, para que no los espante. Estoy dispuesto a trabajar con mercados; las canchas por ejemplo, una gran cantidad de espacios verdes y canchas están privatizados y bajo llave generando gran inseguridad en la población. Es un error terrible. Los jóvenes no tienen lugares donde divertirse. Por eso en mi obra me preocupo por interiores con canchas, espacios que se dan forma para acomodarse a las necesidades de la población.