Divagaciones entorno a la idea de trabajo. El amanecer de la paranoia

Mikio Obuchi
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IA y trabajo, mercado laboral
Foto: AdobeStock

“Trabajo” es una palabra con varios significados, pero no me voy a remitir al diccionario, simplemente quiero pensar qué significa ahora para la gente que camina por la calle. Uno de sus sentidos y el primordial es dinero y con este está la idea de supervivencia (casa, comida, salud, según estas tres cosas el trabajo es un bien de primera necesidad), para otros significa ÉXITO (Sacrificio, entrega, y varios términos que son empleados de distintas formas desde los sentidos más sublimes y también con los más perversos), asimismo el sentido de competencia se deja ver por ahí o dignidad (no falta el que identifica su trabajo con bebida, “me lo tomo; total es mi trabajo”).

Muchos estudiantes entran a las universidades en busca de profesionalizarse, para obtener dinero y para ver cómo esas habilidades adquiridas durante cinco, quizás seis años, quizás más se van cristalizando en algo tangible: dinero, una construcción, un sistema funcionando, la columna en algún diario, pero principalmente en la capacidad de hacer de esos jóvenes llenos de sueños seres autosostenibles más que perseguidores de sueños (esto último para muchos, incluidos numerosos estudiantes, no forma parte de la realidad).

Con el pasar de los años y con el avance de la tecnología, vemos como este concepto se ha ido transformando, ampliando y reduciendo ¿Sin embargo, ahora qué pasará con la irrupción de las IAs en nuestro cotidiano? Lo cierto es que respuestas hay muchas que van desde la conformación de nuevas profesiones hasta el empleo de estas en puestos de trabajo, es decir desempleo para algunos (¿y esto por qué será?). Sin embargo, una cosa es cierta:

“Pero me temo que ninguna opinión tenga algún peso fundamental. Las consecuencias de los descubrimientos son implacables; como mucho se puede frenar su realización por cierto tiempo” (Stanislaw Lem, Relatos del piloto Pirx)

Son palabras del piloto Pirx en el cuento titulado “La Causa”, es de esta manera que Stanislaw Lem nos advierte que los avances científico-tecnológicos llegan y cambian cosas, en este caso intentemos especular hacia dónde va a ir la palabra trabajo (al menos mientras consigo un trabajo).

¿Qué es una IA? La inteligencia artificial se puede entender como máquinas capacitadas para imitar algunas funcionalidades de la inteligencia humana, la percepción, el aprendizaje, el raciocinio, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso puede producir trabajos creativos (agárrense creativos).

Como vimos esta tecnología llegó para quedarse y quizás darle una nueva dimensión al termino trabajo (y por omisión al término descanso). Pasó con los robots que se usan en algunas fábricas y va a pasar con las IAs (¿alguien dijo Skynet?), pero lejos de la paranoia del desempleo se pueden vislumbrar nuevas profesiones. Me llamó la atención la de” prompt enginee” (se puede entender cómo ingeniero de instrucciones, en una traducción más literal ingeniería rápida o motor rápido) que básicamente es saber cómo preguntar a una IA para obtener una respuesta adecuada (¿qué es una respuesta adecuada? ¿cómo lo sabemos? ¿Tarot?), quizás se pueda vislumbrar un nuevo sentido para la palabra “trabajo”, (mmm…saber qué preguntar… ¿esto suena a novela de Douglas Adams?).

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En definitiva, el trabajo va adquirir un matiz intelectual. Juguemos un poco, soñemos con algunas preguntas clásicas en una conversación entre amigos que se ven de tiempo:

  • ¿A qué te estas dedicando?
  • A preguntar.
  • ¿Para qué estudiaste?
  • Para preguntar.
  • ¿Cuál es tu profesión?
  • ingeniero de instrucciones o preguntador rápido.

O bien afirmaciones cómo:

  • Tengo que madrugar para preguntar.
  • Qué flojera de andar pensando en qué preguntar.
  • Creo que he diseñado mal la pregunta.
  • ¿Y si pregunto lo mismo, pero de otra forma?

(Como están las cosas no hay mucha ciencia en preguntar cómo se verían los avengers si fueran esquimales.)

En todo caso una pregunta implica respuestas y esto se genera en una conversación, entonces podemos deducir que el trabajo puede que adquiera el sentido de “charla” o una conversación con una “máquina de respuestas” (¿Cómo sería la sajta si fuera hecha en el otoño de las Islas Mauricio? Respuesta… Rica). Lo que genera otras preguntas: ¿la IA nos está respondiendo bien o nos toma el pelo? ¿Cómo saber si no hay otras respuestas?…

Según la página de alternativas económicas:

Trabajo viene del latín trepaliare, una expresión popular que hace referencia a la acción de torturar con un tripalium. Y ojo, que el tripalium no era cualquier cosa: tres palos cruzados a los que se ataba al reo para, por ejemplo, asarlo a fuego lento, o cualquier otra sevicia que se le ocurriera al torturador.

Esto me hace pensar en la raíz de esa apatía que se siente el domingo por la noche cuando adquirimos conciencia de que hay que trabajar a la mañana siguiente. Por otro lado, la palabra trabajo es cercana a la pasión que cada uno siente por no morir de hambre, también la impresión de estar activos por una remuneración adecuada o es el sacrificado camino hacia el éxito (sea lo que signifique esto más allá de la máscara autoimpuesta de lo estoico para sentirnos dignos en una sociedad que ha reducido el trabajo a un intercambio comercial), quizás también sea el deseo imperante de ver que una capacidad adquirida en la universidad produzca. Finalmente será la capacidad de poder conversar con un interlocutor no humano (un Otro). En todo caso alguien dirá que se queda con la primera opción o la segunda, quizás con todas. Sería bueno estimado lector que pienses nuevos sentidos que ha adquirido la palabra. Lejos de tanta paranoia y reflexión feliz día del tripalium.

 

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