Obama y el Mundial de Fútbol 2018

0
195

¿Dónde estamos? Las noches se ven igual en cualquier parte del planeta. Las noches falsamente tranquilas, los cielos llenos de estrellas y los sueños volando libremente. Un alambrado de púas, hombres sin rostro y el camino de los elefantes como una víbora negra brillante y fría, vista desde un satélite distorsionan la imagen de una noche apacible. Recuerdo una frase de Anna Karenina: “Todas las familias felices se parecen” y comentó a voz alta una frase posiblemente ya escrita en algún lugar: “todas las familias emigrantes se parecen”. Aquellas que formaban colonias interminables en la guerra de los Balcanes, las de África, Vietnam, suficientes para una humanidad demasiado cargada de orgullo y prejuicio. ¿Cuánta gente esta noche no tiene para comer, cuántos niños enfermos en estas filas esperan a cruzar la frontera? La imagen en los periódicos muestra un policía golpeando a una niña. “Trataba de alcanzar un árbol cargado de manzanas” describe el periodista. Una rama al otro lado del alambrado de púas que divide dos mundos. De un lado, la tierra prometida llena de esperanza; del otro, la oscuridad de la humanidad pintada de una vergüenza colectiva. ¿Quien se debe sentir avergonzado: los de este lado oscuro o aquellos que celosamente guardan sus manzanas?

“Parecería que desde el día que nos fuimos de nuestras tierras escapándonos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, hasta el día de hoy, nada ha cambiado. Tantas cabezas blancas derramando sabiduría y discurseando en público, tanta opulencia y avance tecnológico y nada. No cambió nada”, concluye mi madre. “De nuevo quieren hacer pelear a los croatas y a los serbios. Dónde irán sus almas”, sigue ella.

Asumo que esa fue una pregunta y me pongo a analizar. En Siria se está jugando el partido de póker geopolítico más importante de este siglo. Del resultado de este partido depende la solución de muchos otros focos de enfrentamientos bélicos incluyendo el conflicto en Ucrania, la integración de Irán a la comunidad internacional; temas sin resolver sobre los kurdos y la relación entre Chiitas y Sunitas.

Los jugadores como de costumbre son Moscú y Washington. En la mesa están también jugadores regionales: Jerusalén, Ankara, Teherán, Riad. No faltan los que observan esperando su chance para actuar: Países del Medio Oriente y UE. Todos ellos se juntaron con un plan, más o menos honesto: la destrucción del supuesto Estado Islámico (ISIS). Obama quiere dejar una huella importante en la historia de la humanidad, Putin juega para bajar al mínimo los riesgos de la seguridad para uno de los eventos más importantes en la nueva historia rusa: el Mundial de Fútbol de 2018.

Este fue el corto análisis que quise describirle a mi madre, como una opción de réplica a su comentario del principio. Antes de comenzar me di cuenta que sería demasiado tonto. De todas maneras, ella lo sabe mucho mejor. Ella lo vivió en carne propia y lo siente a nivel de su alma. El resto es nada más que pura vanidad.

Suena increíble pero la administración de Obama repite los mismos errores desde Vietnam, los Balcanes, Saddam, Libia y otros. La exportación de un modelo democrático cortado con la tijera americana a los países donde la historia y la cultura dista completamente del ya trillado sueño americano que sufrió ya demasiados fracasos como para creer que esta vez podrá tener éxito. “Los italianos tienen un dicho que siempre recuerdo”  dice mi madre: “errar es humano, pero insistir en los errores ya es obra del demonio”.