El viernes 17 sucedieron hechos muy curiosos que se fueron concatenando para explicar lo que está pasando en el país. Era un día de movilizaciones convocadas por la COB. La plaza Murillo lucía semi desierta. De pronto surgió entre la nada de una de sus esquinas la figura ágil pero algo cansada del reo más sonado de Bolivia. Jacob Ostreicher tenía una gorrita que lo cubría del sol y bajo el brazo una carpeta en la que posiblemente llevaba algunos documentos de interés. Se dejó fotografiar sin mucha insistencia por los contados pero siempre eternos fotógrafos que se encontraban ese día por el lugar. Apenas atinó minutos más tarde a ingresar una carta dirigida al presidente Morales y desapareció por la misma esquina. Solo dijo que se encontraba en el mismo calvario y que se dirigía al mandatario para hacerle conocer que la red de extorsión de los “mandos medios” seguía operando sin mayores problemas en la justicia.
La denuncia más allá de los cuadernos de la investigación, era osada y descargaba sobre los hombros de la administración una nueva carga de efectos políticos que en ese momento apenas parecían transitar las calles adyacentes al palacio de Gobierno. La osadía de Ostreicher era plantear que la red no estaba desarticulada como lo habían manifestado las autoridades del Gobierno, sino que seguía operando como si nada. Hay un grupo pequeño de ex funcionarios del Gobierno detenidos en Palmasola por el caso, apuntados como los responsables de uno de los peores escándalos que se anotó este Gobierno y que que tocó las fibras medulares del poder. El caso destapaba la relación de algunas autoridades de alto rango con la red.
A más de un par de fotos de Ostreicher, que mantiene arresto domiciliario en Santa Cruz, sin que su caso se haya resuelto en la justicia, las noticias del día siguiente advirtieron al judío norteamericano pero sin buscar en el fondo el motivo de su presencia en el centro del poder político de la nación. Pocos días después de ese hecho sucedieron un par de situaciones que se deben registrar en la memoria como un nuevo caso de rebeldía que disgusta a los inquilinos pasajeros de la casa quemada. La carta molestó en el entorno porque volvía a echar sal sobre una herida que le había tomado tiempo cerrar al Gobierno con aclaraciones, reacciones y desmentidos para ocultar los vínculos del poder con la corrupción en la justicia.
La diputada Rebeca Delgado
Ese día nos encontrábamos en la plaza Murillo esperando la llegada de la diputada Rebeca Delgado que había tenido la valentía de cuestionar la reelección de Evo Morales a su tercer mandato y acusó al vicepresidente de modificar la CPE, en clara demostración ilegal de los intereses que persiguen para eternizarse en el poder. Pero además, la misma Delgado había fisurado su relación con el Ejecutivo meses antes, en diciembre de 2012 concretamente, cuando en su calidad de presidenta de la cámara Baja planteó una profunda investigación en el caso que nos ocupa, es decir, llegar hasta los “altos mandos” que Delgado develaba podrían estar implicados en la red de extorsión. Ese papel justiciero la marginó a su reelección.
La cita fue postergada por teléfono con el argumento de que la diputada se encontraba bloqueada en la zona de Obrajes lo que era mentira. “Los partes que ella recibe informan que no hay paso al centro de la ciudad”, nos explicó un joven que cumplía las órdenes de Delgado. La diputada debía contestar a DATOS varios temas que permanecían en el tintero sobre su relación con Evo, Álvaro, el ministro de la Presidencia, el de Gobierno y con los abogados apuntados como responsables de concebir la red; el diputado Héctor Arce aludido en el informe. Está claro que la negativa de Delgado de hablar con DATOS obedece a una reacción cobarde para no llegar más allá de sus propias denuncias. La diputada dice a medias y su valor acaba provocándole miedo.
Volviendo a Ostreicher
Una semana después de ese episodio, el amigo de Ostreicher, también amigo de Evo y de la plana mayor del Gobierno, el actor estadounidense Sean Penn, planteó desde los Estados Unidos debía ser marginada del Dakar. Era un extremo inadmisible para el presidente que lo había nombrado a SP “embajador de causas nobles” de Bolivia; a saber, defensa del acullico de coca, el mar para Bolivia y otra acciones para levantar la imagen deteriorada que la actual administración se ha ganado en el mundo. El actor visitó una comisión de la Cámara de Representantes de su país y les expuso la idea de que había que evitar que el Dakar pase por Bolivia porque su sistema de justicia es una verdadera pesadilla. La respuesta no demoró. Todos congraciados con el Gobierno dedicaron duras críticas contra el actor que de la noche a la mañana se convirtió en el enemigo público número uno de Bolivia.
El ministro de la Presidencia llegó a decir que Ostreicher es un palo blanco de Sean Penn y el diputado estrella del MAS Galo Bonífaz se enfrascó en una discusión fea con Ostreicher en acusaciones comunes. La curiosa declaración del ministro Quintana plantea sin embargo algunas interrogantes por considerar a Ostreicher un palo blanco del apuesto actor, considerando además que en el caso de origen están involucrados los hermanos Dorado que a su vez están comprometidos con el lavado de dinero de organizaciones criminales del narcotráfico que operan en Bolivia.
El caso ha servido para que el Gobierno ostentando su imagen de independencia ponga en claro que no tolerará injerencias de ningún tipo y que es libre y soberano de manejar sus asuntos de Estado.