Héroes o Villanos
El éxito del proyecto político que vive el país de la mano del MAS, tuvo una serie de componentes y elementos que no pueden ser ignorados. El estratega y periodista Walter Chávez, prófugo de la justicia peruana por sus vínculos con el terrorista MRTK, fue clave para las sucesivas victorias del oficialismo en las urnas. No él único pero de suma importancia cualitativa.
El origen del peruano en Bolivia fue el periódico La Razón cuando el medio era propiedad de Raul Garafulic (padre). Varias fuentes políticas decían que el poder de Garafulic, radicaba en la amistad bajo presión que mantenía con autoridades de Estado. Ese componente le permitió incursionar en excéntricos y bien sucedidos negocios: accionista mayoritario del LAB, en las AFPs y en otros tantos esquemas millonarios durante la Capitalización. Poco tiempo más tarde Walter Chávez se desentendió de Garafulic y se convirtió en la punta de lanza de las comunicaciones del partido de Gobierno.
Alejado de La Razón, el peruano tuvo la habilidad de editar el semanario El Juguete Rabioso que se volvió moda en las clases medias y altas porque presentaba información candente de la actualidad y hacía un repaso impecable de la política con menciones que atrajeron a una gran cantidad de personas. Ese proyecto desapareció tras la llegada de Evo al poder. Cumplido el ciclo el siguiente paso del estratega fue enfriar las relaciones con los medios, dejar de considerarlos poderosos e iniciar una reconversión inédita para restarles poder. Una estrategia similar pero más inteligente que la del actual jefe de campaña del MAS que ha dicho que los periodistas “no son impunes”. Chávez pensaba de igual manera pero no se atrevió a decirlo públicamente.
Apropiado un terreno anteriormente inexpugnable, el siguiente paso fue ganar la batalla por dentro, como tantas otras batallas que ganó el Gobierno; Chávez jamás apareció en un cargo público pero siguió siendo el motor de la vigorosa comunicación oficial. Roses, celos, demasiada información suscitaron desconfianza y Chávez se vio en la necesidad de recular. Durante los candentes debates antes del Referéndum, el jefe de Unidad Nacional (UN) Samuel Doria Medina reveló que Chávez integra su equipo de asesores. “Trabajo con varios…él está en una agencia publicitaria”, respondió cuando le consultaron si había reclutado al peruano.
De la comunicación impresa y electrónica a la digital
El gran debate que circula en todos los ámbitos -ya no exclusivo de la política- es sobre el papel de las redes sociales y cómo pudieron influir en el resultado del Referéndum del pasado 21 de febrero. En un contexto donde Twitter está reemplazando a CNN y al formato de canal de noticias como primera fuente de información, incluso para los propios periodistas, y donde los conceptos clave son mutiplataformas, flujo de contenido y el comportamiento migratorio de las audiencias; de ese magma, emerge una nueva categoría: la del Súper Periodista. Hablar por separado de la influencia de las redes sociales resulta un debate incompleto.
“En un mundo que rebalsa de flujos de información digital -escribe el sociólogo Zigmunt Bauman- y que valora ante todo la atención humana concedida a esos flujos, el sujeto más valioso no es el que simplemente está inserto en una red de relaciones, sino el que es el nodo por el que todos los flujos de atención han de pasar”.
El sociólogo de moda está en lo correcto, ya que si el tipo ideal de sujeto de la Comunidad era el mártir y el del Individuo/Sociedad el héroe, en la era de las Redes, el que anuda los valores de la época es la Celebridad”. Walter Chávez no es el caso. Él no expuso su imagen pública por una satisfacción de llegar a ser célebre. El peruano emerge de otra categoría, ligado a otros ámbitos que los meramente informativos.
“La sociedad moderna líquida de consumo -sigue Bauman- se muestra militantemente contraria a que se sacrifiquen satisfacciones presentes para lograr objetivos lejanos y, por consiguiente, también se opone a que se acepte un sufrimiento prolongado. Tenemos, así, dos valores en baja: los héroes y mártires requerían para existir de ciertas creencias respecto del largo plazo (…) todo cambia demasiado rápido como para calcular ser un héroe y la celebridad es su sustituto de época”.
Fenómenos comunicacionales y
filtros
Al abrir un debate que toca en lo íntimo la imagen hasta entonces intocable del presidente, Valverde se ha transformado en una celebridad para unos y un villano para otros; una denuncia que documentada a través de un medio convencional (la televisión) se revitaliza como categoría comunicacional en las Redes. En la otra vereda, la periodista Amalia Pando activa emociones a partir de la misma dinámica metamediática. En el debate del programa El abogado del diablo, se llevó todas las flores porque su crudeza fue seguir hurgando las debilidadades del líder. Su participación en ese programa alimentó la fluidez en las Redes. Y atacó en un punto clave que a la gente le gusta oír: el colapso de la confianza. En esa medida, la comunicación oficial activó inconscientemente sus propias contradicciones. La plataforma que operaba en una zona de confort se diluyó.
Bauman vuelve a exponer un ejemplo concreto. “El papa Francisco, concedió su primera entrevista al ser elegido a Eugenio Scalfari, periodista italiano autoproclamado ateísta. Fue una señal: el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las Redes no enseñan a dialogar porque es más fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa”, concluye.
En Bolivia esta valorización de la personalización se ve aumentada porque tanto a los medios como a los partidos políticos les resultó muy difícil mantener una identidad. Mientras que a una persona de carne y hueso es más fácil entenderle qué representará (o por lo menos eso cree la audiencia). Con muchos medios sucedió lo mismo: comprados por personas sin trayectoria periodística o por políticos al calor de la pugna partidista, cambiaron de línea como de dueño y a veces, hasta con los mismos accionistas, cambiaron de línea cuando cambiaron al servicio de quiénes se ofrecieron. Esa relación tarde o temprano acaba siendo también una trampa.
En ambos casos el éxito es efímero y difícil sustentar por la inmediatez. Y cuando todo es comunicación, cuesta creer que el futuro de los medios no pueda ser promisorio para las personas que quieran y sepan encontrarlo.