La nueva fase del Proceso de Cambio es Neoliberal

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Foto: CEDLA

Como es de conocimiento público el gobierno del MAS ha propuesto a la agroindustria cruceña incrementar sustancialmente la exportación, de productos agropecuarios, ampliando anualmente un millón de hectáreas de superficie cultivada durante los próximos diez años, esto significaría pasar de 3,6 millones de hectáreas, en 2015, a 13,6 millones de hectáreas en 2025.

Por su parte, los gremios empresariales consideran que el país estaría en condiciones de triplicar la producción de alimentos de 15 a 45 millones de toneladas métricas en el mismo lapso de tiempo. Para ello, el gobierno garantiza el respeto irrestricto a la gran propiedad privada y su no intervención en la producción agrícola comprometiendo además, inversiones en infraestructura productiva y de transporte, energía barata, precios estables y la estabilidad del tipo de cambio entre otros.

Por su parte, la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), considera que para producir alimentos y cumplir las metas propuestas por el gobierno, el sector empresarial debe contar con seguridad jurídica para las tierras productivas (mediante la ampliación del plazo de verificación de la Función Económico Social de la tierra de dos a cinco años), seguridad de acceso a los mercados (con el levantamiento de las restricciones temporales de exportaciones), el mejoramiento de infraestructura y logística y el uso de la biotecnología (masificar el uso de semillas transgénicas) para “mejorar los niveles de productividad y competitividad”.

TENDENCIAS DE AMPLIACIÓN DE LA FRONTERA Y PRODUCCIÓN AGRÍCOLAS

Sin embargo, la realidad es bastante distante, tanto de la pretensión gubernamental como la del sector agro empresarial. Tomando en cuenta información respecto a la evolución de la superficie cultivada del país, es posible constatar que en los últimos diez años, 2003- 2013, el país tuvo el mayor incremento de la superficie cultivada con un total de 1,2 millones de hectáreas (2) -lo que significa un promedio anual de 115 mil hectáreas-, cifra considerablemente inferior al objetivo propuesto por el gobierno del MAS (Cuadro 1).

Lo mismo acontece en relación a la producción pues, en los últimos diez años, el incremento alcanzó a 5.500.000 toneladas métricas, aproximadamente, 500.000 de toneladas por año, cifra también inferior al volumen adicional próximo a tres millones de toneladas anuales requeridas para triplicar la producción hasta 2025 (Cuadro 1). Para lograr el objetivo de contar, en los próximos diez años, con una superficie cultivada de 13,6 millones de hectáreas la tasa de crecimiento anual de ampliación de la frontera agrícola, deberá ascender a 14,1% anual. Sin embargo, como se observa en el cuadro 1 el mayor incremento de superficie cultivada se registró entre los años 1992 y 2002, periodo que muestra un crecimiento anual de 4,0% sobrepasando el 1,8% registrado en el período 1981-1991.

Como puede advertirse, durante los últimos diez años la tasa de crecimiento anual, de superficie cultivada, no sobrepasó el 4,4%. En este sentido, queda en entredicho el cumplimiento de la meta gubernamental de lograr el incremento de un millón de hectáreas anuales (Cuadro 1).

Asimismo, para lograr una producción de 45 millones de toneladas, el año 2025, requeriría incrementar la tasa de crecimiento de la producción agrícola al 9,8% anual, cuando la tendencia en estos últimos 22 años revela una tasa de 4,2% anual.

Un incremento medianamente significativo en la tasa de crecimiento de la producción agrícola se dio entre 1992 y 2002, periodo que presentó un 4,2% anual, frente al 1,9% del periodo 1981-1991. Este salto se explica fundamentalmente por el desarrollo de una nueva forma de producción en la agricultura capitalista, que pasa de la siembra convencional al predominio de la siembra directa y la rotación de cultivos, todo ello asociado a un mayor uso de maquinarias, equipos e insumos agrícolas modernos.

Siguiendo la tendencia de esta nueva forma de producción durante el periodo 2003-2013 y con las medidas de política arancelaria y cambiaria definidas por el actual gobierno, se han dado los mayores incrementos en las importaciones de maquinarias y equipos (3), intensificando con ello el uso del capital en la agricultura y, por tanto, desplazando a la fuerza de trabajo asalariada por hectárea cultivada. Sin embargo, no hay variaciones significativas en las tasas de crecimiento de la producción agrícola respecto al periodo anterior (Cuadro 1).

El empresariado agrícola enfatiza en la necesidad del uso de transgénicos como factor determinante para que el incremento de su producción sea acorde al ritmo planteado por el gobierno, sin embargo esto no tiene una base material que los sustente puesto que información de la Anapo refiere que el cultivo de soya subió sus rendimientos de 1,8 toneladas métricas por hectárea (TM/ha) el 2005 -año en que únicamente el 21% de superficie cultivada estaba sembrada con soya transgénica- a 2,3 TM/ha el 2013 -año con 100% de soya transgénica en la siembra-, significando un incremento de 0,5 TM/ha durante ese periodo. Siendo que los rendimientos promedio de soya en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay fueron de 2,9 TM/ha el 2010, es posible decir que la soya boliviana se encuentra, prácticamente, en el cenit de máximo rendimiento de la región, por lo que esta demanda no implicaría, en el caso de este grano, mayores incrementos en sus volúmenes de producción.

¿QUÉ CULTIVOS AUMENTARÍAN EN LOS PRÓXIMOS 10 AÑOS?

Las cifras oficiales evidencian que los cultivos de soya, girasol y sorgo en grano -cultivos predominantemente de exportación- son los que, durante los últimos años, han posibilitado los mayores incrementos en superficie cultivada. Estos cultivos representan el 82% y 66% de tales incrementos en los periodos 1992-2002 y 2003-2013, respectivamente. Dadas estas tendencias -influidas de manera determinante por el comportamiento de precios en el mercado mundial- la expansión futura de superficies cultivadas se centrará en la soya, principalmente (Cuadro 2).

Se observa también que son tres los cultivos que lideran el incremento de producción; la caña de azúcar (4), la soya y el sorgo en grano. Los volúmenes de producción de estos cultivos representaron el 72% del incremento de producción en el periodo 1992-2002. En el último periodo (2003- 2013) -que corresponde en su mayoría al gobierno del MAS- estos cultivos cobran relevancia fundamental pues explican el 80% del incremento total en los volúmenes de producción agrícola en el país.

El significativo predominio de la producción de caña de azúcar durante este último periodo ha sido impulsado por una mayor demanda del mercado alcoholero, esta tendencia viabilizará los próximos incrementos en los volúmenes de producción (Cuadro 3).

Si tomamos en cuenta el escenario de crisis, que atraviesa la economía mundial y, las estimaciones del Banco Mundial respecto a las fluctuaciones de precios de los principales commodities entre los años 2014 y 2025, es posible deducir que los precios de soya y azúcar no gozarán incrementos. Por tanto, una ampliación de superficies cultivadas para estos cultivos no tendría, como se supone, un escenario de precios en alza (Gráfico 1).

La configuración de este escenario no es propicia para el cumplimiento de las metas planteadas por el gobierno y los empresarios agrícolas dejando entrever el objetivo real de la “alianza público-privada” -al amparo de la Agenda Patriótica 2025- es lograr transferencias de recursos del Estado hacia el sector privado de la economía y consolidar el derecho propietario de la mediana y gran propiedad agraria privada (tanto nacional como extranjera) -asentada predominantemente en el oriente del país -a través de una “agilización” del proceso de saneamiento en las mejores tierras y la disminución de costos de producción, pues las demandas acordadas y comprometidas en realidad van en procura de este objetivo.

De esta manera, la tasa de interés para préstamos productivos fue disminuida; la ley del desmonte, hasta el momento implica una reducción sustancial en los pagos por deforestación ilegal; la inversión pública en carreteras; infraestructura productiva; ampliación del uso de transgénicos y el diésel subvencionado se traducen, esencialmente, en disminución de costos. Así, por ejemplo, el uso de transgénicos (5) al permitir el control de la producción soyera con el uso de herbicidas ha significado una reducción del costo, en esta fase cultural, de 75 dólares por hectárea a 45 dólares por hectárea.

En definitiva, a nombre de la soberanía alimentaria del país, se pretende favorecer la acumulación de capital de la burguesía agropecuaria y agroindustrial en un contexto de descenso en los precios de otros productos de exportación como los minerales y los hidrocarburos. Por tanto, estamos frente a un proyecto que busca la continuidad del modelo neoliberal de apoyo a la agroindustria en esta “nueva fase” del “proceso de cambio”.

NOTAS 1. Investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).

2. Debe advertirse que durante la mejor época de reformas neoliberales, aplicables al sector agrícola, sólo se lograron incrementos anuales en superficies cultivadas cercanos a 70 mil hectáreas por año.

3. Asimismo, en este período se introdujo la semilla transgénica en la producción soyera. Actualmente el 100% de dicha producción es de origen transgénico.

4. La caña de azúcar es el cultivo con más alto rendimiento por hectárea. Por esta razón, pequeños aumentos en superficie cultivada se traducen en grandes volúmenes de producción.

5. Ni siquiera la Argentina ha masificado el uso de transgénicos. Lo que en realidad pretende la agroindustria es obtener del gobierno un reglamento que posibilite el uso de transgénicos no sólo en la producción de soya, sino también en la producción de algodón y maíz.

 

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