Por qué importa la crisis en Ucrania

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Estados Unidos y la Unión Europea amenazan con sanciones al tiempo que piden paz y buscan diálogo, el presidente ruso Vladimir Putin llama a su homólogo ucraniano Viktor Yanukóvich desde el Kremlin mientras Rusia envía dinero y le abarata el gas que le vende. También lo llama el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, para que detenga la represión. ¿Qué tiene Ucrania para hacer que todos estos actores estén tan dispuestos a actuar?

Es para muchos el vértice donde se disputa una suerte de renovada Guerra Fría, en la propia geografía de Europa.

Esa tensión ya ha dejado al menos 40 muertos y centenares de heridos en los últimos días. Los choques entre opositores y fuerzas de seguridad, especialmente en la capital, Kiev, se han vuelto constantes. Y un reciente intento de tregua fracasó.

Todo comenzó en noviembre, cuando Yanukóvich optó por rechazar un acuerdo para profundizar los lazos con la Unión Europea (UE), que habían estado negociando por tres años, a cambio de extender su acercamiento a Rusia.

¿O comenzó antes?

El cuello inmóvil

Durante casi todo el siglo XX Ucrania formó parte de la Unión Soviética, hasta su independencia en 1991.

Desde entonces, su mirada empezó a girar, desde Oriente hacia Occidente, desde Rusia hacia la Unión Europea; con el ejemplo de Polonia, Eslovaquia y Hungría -todos ellos ya miembros de la UE- en el horizonte.

Pero el cuello de Ucrania no termina de completar ese movimiento, porque dos fuerzas encontradas lo han dejado paralizado.

Por un lado, el impulso de acercarse hacia Europa, promovido fundamentalmente por las jóvenes generaciones que habitan en el oeste del país.

Por el otro, un oriente y sur más cercanos a Rusia -donde de hecho se habla ruso y no ucraniano- que añora los años de la integración Soviética.

Y de cada lado, los intereses y presiones de grandes potencias mundiales.

El gas

Ucrania depende de Rusia para el abastecimiento de gas y por su territorio pasan gasoductos que transportan gas ruso a la UE.

Muchos analistas creen que la crisis del gas entre 2006 y 2009 fue una consecuencia de las tensiones políticas que ya entonces había en Ucrania, entre acercarse más a Rusia o a la UE.

Esas tensiones estaban en el corazón de la Revolución Naranja de 2004, en la que el actual presidente, Viktor Yanukóvich perdió poder, al tiempo que ascendieron líderes más favorables a Occidente, como Viktor Yuschenko y Yulia Tymoshenko.

Pero esos políticos no lograron satisfacer las expectativas populares, lo que llevó a que Yanukóvich ganara las elecciones en 2010.

“Eran corruptos, incompetentes. Entonces la gente votó por Viktor Yanukóvich por la desesperanza ante el modo en que su país era manejado”, le dijo al programa PM de Radio 4 de la BBC el editor internacional de la revistaThe Economist, Edward Lucas, también autor del libro “La nueva Guerra Fría: la Rusia de Putin y su amenaza a Occidente”.

“Eso, desafortunadamente, abrió la puerta a Rusia, y Rusia forzó a Ucrania a decirle que no al acuerdo comercial con la Unión Europea, y arrastró a Ucrania hacia el lado de Rusia”, agregó Lucas.

En una reunión el 17 de diciembre de 2013 entre Putin y Yanukovich, Rusia se comprometió a comprar US$15.000 millones en bonos del estado ucraniano y reducir el precio del gas que le vende al país.

Socios comerciales

Rusia es además el principal socio comercial de Ucrania.

En 2012, según cifras del Servicio Estatal de Estadísticas de Ucrania, las exportaciones del país a Rusia fueron de US$68.800 millones, mientras importó por valor de US$84.700 millones de su vecino.

Entretanto, los intercambios con la UE representan un tercio del comercio exterior de Ucrania.

En 2012 el país exportó por US$20.000 millones al bloque, del que compró productos y servicios por US$32.600 millones (de acuerdo con cifras de la Comisión Europea).

En su mayoría las exportaciones de Ucrania a la UE están beneficiadas por un esquema de exenciones tarifarias.

Esferas de influencia

Pero para Mark Mardell, editor de la BBC para Norteamérica, el asunto va más allá del mero comercio exterior.

“La batalla por Ucrania es acerca de la influencia y alcance de Occidente en el mundo”, dice.

“Desde la caída de la Unión Soviética, Rusia ha perdido catastróficamente frente a Occidente”, agrega.

“No sólo exaliados como Polonia o República Checa son parte de la UE, sino que también se han sumado al bloque exmiembros de la URSS, como Lituania y Letonia. Y ahora el histórico aliado ruso, Serbia, también decidió sumarse”.

Y Rusia no tiene intenciones de dar el brazo a torcer con Ucrania.

El canciller ruso Sergei Lavrov dijo en estos días: “Muchos países occidentales intentan de toda forma interferir, alientan a la oposición a actuar por fuera de la legalidad, hasta coquetean con los militantes, dan ultimátums, amenazan con sanciones”.

Ya en 2010 Ucrania firmó con Rusia un acuerdo por el que le ofreció un descuento del 30% en el gas natural que le vende, a cambio de que Ucrania extendiera por 25 años el arriendo de la ciudad de Sebastopol, en el Mar Negro, donde Rusia tiene una importante base naval.

Los manifestantes contrarios a Yanukóvich creen además que el presidente está encaminándose hacia la inclusión de Ucrania en la Unión Euroasiática, una unión aduanera impulsada por Putin, de la que ya forman parte Bielorrusia y Kazajistán.

Tanto Putin como Yanukóvich rechazan esta acusación.

Debilidad occidental

Lucas, de The Economist, cree que Putin y su gente en el Kremlin, “nunca aceptaron los términos del acuerdo de 1991, luego del colapso de la Unión Soviética”.

“Quieren recuperar una parte de Europa que ellos creen que les pertenece, que es parte de su esfera de influencia”.

Para él, si eso sucediera, sería “aterrador”.

“El occidente del país no va a aceptar el mandato de Moscú o de Kiev, si es en nombre de Moscú; pelearon una guerra de de guerrillas por diez años entre 1945 y 1955, que fue finalmente aplastada brutalmente por Stalin”.

Si esto sucediera, dice Lucas, se “puede trastornar la provisión de gas y petróleo de Europa”.

Y tanto él como Mardell, de la BBC, ven falta de firmeza en la UE y en EE.UU.

Para Mardell, “Europa se muestra débil” y “Barack Obama da la imagen de estar desinteresado en el extranjero”.

Silencio

“El sonido más inquietante en las calles de Kiev no es el de las balas o el de las explosiones, es el sonido del silencio”, se le escuchó decir el miércoles en la radio al enviado de la BBC a Ucrania, Steve Rosenberg.

En el centro de la ciudad no había coches, apenas gente caminando por las aceras.

Era como si las cosas se hubieran detenido, el aire contenido, esperando una definición.

¿Hacia dónde terminará girando el cuello de Ucrania? ¿Hacia el este o hacia el oeste?