Se impone Evo, pero la pelea es por el control del Congreso

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Morales asumió en 2006 y con este triunfo gobernará hasta 2020. La aspiración del presidente es obtener más del 60% de los votos para llegar a controlar los dos tercios del Parlamento bicameral.

Como preveían todas las encuestas del último mes en Bolivia, Evo Morales conseguía ayer su re reelección por un amplio margen y restaba saber si tendría el control del Congreso. Sin datos oficiales, el líder de origen aymara accedía a su tercer mandato, tras imponerse al candidato de la centroderecha el empresario cementero Samuel Doria Medina.
A pesar de la masividad de sus cierres de campaña y que nadie dudaba de que ganaría en la primera vuelta, no se veía tan claro que logre su objetivo de controlar dos tercios de los escaños legislativos, lo que le permitiría sacar adelante una reforma electoral que facilitaría su reelección indefinida.
Hasta ahora, el oficialismo contaba con 88 de los 130 diputados y 26 de los 36 senadores. Como la renovación en las dos cámaras es completa una gran elección facilitaría mucho las tareas parlamentarias. Pero en el caso de no conseguir esa cantidad de diputados, ésta será su última gestión y la reforma constitucional deberá pasar por un referéndum.
“Me siento uno más de los ciudadanos cumpliendo su deber y llamo a todos a participar de las elecciones”, dijo Evo a los periodistas en Villa 14 de Septiembre, un pequeño poblado del Chapare donde conserva sus tierras y sembradíos, incluyendo coca. Llegó a una escuela a sufragar rodeado de dirigentes cocaleros y periodistas. Besó a los nenes que se le acercaban y recibió aplausos.
La estabilidad económica y política que vivió Bolivia bajo su gestión, obras de gran impacto, derroche de propaganda y su retórica antiimperialista son las bases de su popularidad, aunque los analistas sostienen que en la práctica Morales es menos radical que algunos de sus aliados latinoamericanos.
Buenos ingresos por materias primas (sobre todo gas y minerales) trajeron una bonanza que Bolivia no vivió en décadas, al punto de que los ingresos por exportaciones se incrementaron nueve veces desde 2005. Morales creó subsidios para los más pobres y emprendió obras importantes como la compra del primer satélite, aeropuertos, carreteras, teleféricos e inició la construcción de una planta de fertilizantes.
En promedio Bolivia creció 5% al año desde 2006, por encima de la media en América Latina (3,7%), según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), y acumuló las mayores reservas internacionales del mundo en proporción al tamaño de su economía.
Medio millón de personas salieron de la pobreza pero 20% de la población todavía vive bajo esos umbrales. Entre 2002 y 2011, el ingreso promedio del 40% más pobre creció tres veces más rápido que el ingreso medio, según el Banco Mundial.
El ministro de Economía, Luis Arce, atribuye el éxito a políticas “soberanas” sin injerencia del FMI, un rol más activo del Estado en la economía, “apropiación del excedente económico” y redistribución del ingreso.
Gracias a este desempeño y al alivio de la deuda externa, la deuda pública disminuyó del 94% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2003 a menos del 40% en 2013. Las reservas internacionales aumentaron desde $S 1.000 millones a más de U$S 14.000 millones en los últimos años. Los depósitos y los créditos bancarios se han más que triplicado en los últimos siete años y los bancos han reforzado su solvencia y liquidez.
A pesar de esos logros, Bolivia permanece como la nación más pobre de Sudamérica y varios indicadores sociales aún están por debajo de estándares regionales. La economía es dependiente de las materias primas, que representaron el 82% del total exportado el primer semestre de 2014, y es vulnerable a la variación de precios.
La inversión privada tiene que desarrollarse más y los grandes proyectos de inversión en industrias extractivas impulsados por el Gobierno están retrasados. La informalidad es alta, traduciéndose en una menor productividad.
El auge, por otro lado, también está alimentado por la economía vinculada al cultivo de coca que mueve unos 2.300 millones de dólares al año, según estimaciones de expertos, aunque el gobierno afirma que sólo representa el 1,5% del PIB. Las críticas en este rubro sobrevuelan por las sospechas de vínculos con el narcotráfico.
Si bien hay interesantes logros en desarrollo productivo en el área rural, donde vive un tercio de la población, estos son obstaculizados por una precaria infraestructura productiva y de servicios.
Los intentos de Morales por industrializar las materias primas avanzan mejor en hidrocarburos, pero en litio, cuyas reservas están entre las mayores del mundo, se estancaron por la negativa del mandatario a asociarse con transnacionales.
Cuando asumió en 2006, Morales prometió austeridad y acabar con la corrupción, pero su gobierno se vio envuelto en denuncias de sobornos en empresas estatales, tráfico de influencias. Rara vez los casos se esclarecen en la justicia y ése es uno de los focos a los que apunta la oposición.