Una guerra de fondo

Por Redacción dat0s
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Fernando Camacho detenido
Foto: RRSS

Hace poco menos de un mes, a punto de levantarse el bloqueo que paralizó Santa Cruz durante 36 días, una ejecutiva de la banca decía que se encontraba preocupada por las consecuencias económicas del paro. Es de entender que el movimiento obedeció a razones que en cualquier otro país podrían resolverse en un par de horas por conocer el estado de situación de un país para planificar su desarrollo.

El censo acabó relegado para aplicarse en 2024 con resultados vinculantes para el proceso electoral de 2025. Entonces, Evo Morales -protagonista viral este 2022- denunció que su aprobación en el Legislativo y la posterior aplicación de la Ley había tejido una nueva alianza entre el Gobierno de Arce y el “neoliberalismo” representado por la derecha, o sea la bancada de Creemos de Luis Fernando Camacho.

Estos dos sectores políticos comenzaban –según el jefe del MAS- a vivir un idilio como antes los pactos por la democracia promovidos por el “neoliberalismo” para la gobernabilidad.

La componenda, echaba por los aires la tesis del Golpe de Estado que en 2019 depuso a Morales.

La componenda o el nuevo acuerdo “neoliberal” funcionaría para todo, incluso para que la DEA vuelva a Bolivia apuntando a Morales por supuestos nexos con el narcotráfico.

Los masistas del ala radical, que no ocupan curul en el Congreso, han adquirido desde el llano, con cobertura de algunos medios, inusual protagonismo denunciando que este Gobierno protege al narcotráfico. Hay en todo esto una narrativa de virulencia que podría desencadenar violencia como la que se vivió en Santa Cruz –con el ajusticiamiento de policías acribillados por mafias del narco que actuaban en Bolivia ya desde el Gobierno de Evo Morales- léase el Clan Lima Lobo.

Pasado el paro, tratando el país de volver a la normalidad con pérdidas económicas de unos 1.200 millones de dólares, ayer fue detenido en un furioso operativo a cargo de uniformados de élite de la Policía Nacional el gobernador cruceño Luis Fernando Camacho, que tuvo papel protagónico en la caída de Evo en 2019.

No se puede negar que el cruceño fue pieza fundamental congregando multitudes en los Cabildos aun a costa de muchas mentiras, que funcionaron, como esa de anunciar videos que nunca se mostraron; lo que ahora sucede con los celulares perdidos de Evo que contendrían contactos explosivos, un bluff.

Hace parte de una campaña que fomenta el nerviosismo de Evo y su entorno, léase Romero y Quintana, hombres fuertes del jefe masista.

Polémico, audaz, desenfrenado, el mismo Camacho fue revelando antecedentes de las acciones que él y su padre ejecutaron en noviembre de 2019. Reveló, por ejemplo, que coordinaron con estamentos de la policía y las FFAA, el amotinamiento policial decisivo en la caída y la definitiva intervención del Comandante de las FFAA, Williams Kaliman que invitó a Morales a alejarse de la presidencia. En eso, según la acusación de la asambleísta Lidia Patty, se basa la investigación del Ministerio Público sobre Terrorismo que deberá responder.

Todos esos elementos configuraron una investigación iniciada por la Fiscalía contra Camacho por Terrorismo en el caso conocido en la justicia como Golpe I por el que está detenida en una cárcel de seguridad la expresidenta Jeanine Añez en la sede de Gobierno.

La detención de Camacho se produce en medio de una marea alta de denuncias de grueso calibre entre el ala radical del MAS y la línea renovadora del partido en funciones de Gobierno de protección al narcotráfico. La historia de este desencuentro recién está por comenzar. Basta hacer recuento de las últimas declaraciones de Evo Morales que encuentra su foco de atención a través de una radio en El Chapare donde cada domingo discurre en denuncias altamente incendiarias contra el Gobierno de Arce. No ha dejado desde hace tiempo de sindicar al ministro de Gobierno Eduardo del Castillo como nexo clave de coordinación con la DEA de los Estados Unidos para fabricar acusaciones en su contra.

La detención de Camacho por lo tanto no debe ser visto simplemente como un hecho “histórico” como decían analistas del canal estatal anoche para aclarar los hechos de noviembre de 2019, enfrenta al país en una de sus peores guerras de bandos contrarios del MAS que manejan mucha información, dinero y poder que pueden hacer volar por los aires la precaria estabilidad en la que se debate el país.

Tenía razón la preocupada ejecutiva bancaría al plantear las consecuencias económicas del paro de 36 días. Hoy debe estar más preocupada por la guerra de bandos incendiarios que fomentaron la estabilidad económica de la Bolivia (2006–2019) con la menor inflación del planeta (2020-2022).

La propaganda aguanta todo.