¿Existe relación entre la Covid-19 y el deterioro cognitivo?

The Conversation
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Foto: Gaceta UNAM

Desde marzo de 2020 vivimos una situación social y sanitaria extraordinaria por la aparición de una infección producida por el virus SARS-CoV-2 conocida como covid-19. Se ha podido comprobar que este virus, a diferencia de otros de la misma familia, presenta una elevada velocidad de transmisión. Una de las muchas consecuencias de esta característica es su gran capacidad infectiva, capaz de dañar nuestros órganos vitales. De hecho, en los casos más graves, puede incluso suponer la muerte del individuo infectado.

La gran parte de los estudios sobre el nuevo patógeno señalan que el mayor riesgo de mortalidad en la población infectada está asociado a la presencia de patologías previas. Entre estas, se encuentran condiciones como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la obesidad o la insuficiencia respiratoria crónica.

Por otro lado, durante los primeros meses de la pandemia se ha podido comprobar que la población de edad avanzada también presenta una mayor vulnerabilidad frente a la infección. El resultado de todo ello es el alcance de unas escalofriantes cifras de mortalidad.

En este sentido, se ha situado la edad de los 81 años con una tasa de mortalidad de alrededor del 20 %. Pero la cifra no queda ahí: el porcentaje se ve aumentado de forma bastante significativa ante la presencia, como adelantábamos, de enfermedades crónicas asociadas.

Envejecimiento, demencia y sus posibles consecuencias

Las demencias son enfermedades que están directamente relacionadas con el envejecimiento. Estas aumentan progresivamente dentro de la población mayor de 65 años, como consecuencia de la mejor calidad de vida en nuestra sociedad. Sin duda, estas patologías constituyen un importante reto sanitario, social y económico. De hecho, en España suponen el tercer problema de salud más habitual, tras otros tan comunes como las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

Las patologías degenerativas, entre otros aspectos, se caracterizan principalmente por el deterioro de las funciones mentales de quienes las padecen. Estas terminan afectando directamente tanto a las actividades habituales como a la vida cotidiana de los pacientes.

Por un lado, las alteraciones funcionales producen cambios en la memoria. Por otro lado, también originan un deterioro en las habilidades del lenguaje. En conjunto, ambas desembocan en una gran incapacidad para expresar lo que se siente. Además, suponen la imposibilidad de resolución con independencia de los diferentes problemas y obstáculos cotidianos.

¿Qué puede suponer la demencia en casos de infección por covid-19?

En este sentido, se sabe que las personas con demencia pueden no reconocer los síntomas iniciales de la covid-19. En ocasiones, incluso presentando una sintomatología propia de la infección. Es el caso, por ejemplo, de momentos de agitación, confusión o desorientación. Todas ellas son situaciones que pueden ser confundidas inicialmente como signos clínicos de la demencia, retrasando el diagnóstico y la posterior intervención.

Por otro lado, se sabe que estas personas pueden verse o haberse visto negativamente afectadas por el aislamiento social, las restricciones a la movilidad y por el cambio en la rutina de actividades habituales. Todo ello podría llegar a producir cambios en su conducta que llevasen incluso a requerir hospitalización. Esto haría, como cabe esperar, que quedasen más expuestos al contagio de covid-19.

A todo lo anterior hay que añadir los resultados obtenidos en estudios recientes. Es el caso de los hallazgos de investigaciones como las realizadas por Reyes-Bueno y colaboradores en el año 2020.

Lo que ha demostrado el grupo de investigadores del Hospital Regional Universitario de Málaga es que la letalidad por covid-19 en pacientes con demencia degenerativa es significativamente mayor si la comparamos con la de pacientes de edades medias y comorbilidades similares. En concreto, de los 88 pacientes incluidos en el estudio, 24 pacientes con covid-19 fallecieron: el 43,4 % eran pacientes con diagnóstico de demencia y el 21,5 %, pacientes del grupo control, lo que supone una diferencia estadísticamente significativa.

Sin embargo, todas estas conclusiones deberán corroborarse con futuros estudios, utilizando un mayor número de pacientes con demencia y con covid-19. De esta manera será posible identificar otros factores de riesgo relacionados con la gravedad de la infección en pacientes con demencia.

 

Este artículo se publicó originalmente en The conversation