Delirios y el retorno desde este lunes a la nueva normalidad

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Foto: Los Tiempos

Hace poco menos de dos meses el secretario de Cultura del Gobierno brasileño Roberto Alvim fue destituido por copiar al pie de la letra un trecho de las palabras del ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels al entregar un premio de cultura. Entonces intelectuales del país ironizaron: “nadie con un currículum de estos puede asumir un cargo público. O puede en un Gobierno de mierda como este”. Ya entonces se fue gestando la paulatina caída del presidente Jair Bolsonaro.

Ejemplos como este no son frecuentes en ninguno de los países sudamericanos después de que volvieron a la democracia allá por la década de los 70.

El sábado 30 mientras gran parte del país esperaba las últimas instrucciones de sus autoridades para volver a la “nueva normalidad”, la presidenta transitoria Jeanine Añez se vio forzada a destituir a su ministro de Minería luego que citará frases racistas delirantes diferenciando sus rasgos del entorno masista (ojos verdes, cabello rizado y textura blanca). Declaración que provocó una ola de críticas, asentando la desconfianza en el Gobierno; exacerbando el discurso ese de que “estoy rodeada de los más probos”.

Mientras la máquina del coronavirus siga funcionando vendrá el agravamiento de la crisis política, la queda acelerada de la economía, el aumento de la desconfianza a las instituciones, los desaciertos de la administración y la exacerbación de gestos racistas y autoritarios, con derecho a conexiones militaristas.

En este cuadro de antecedente peligroso, el politólogo Eduardo Gamarra sugiere: “La única forma de resolver este problema es convocar una elección y gane quien gane asuma la presidencia de Bolivia”.